El bienestar y el malestar
Resulta que ahora, con lo mayorcitos que estamos, hemos de redefinir lo que significa bienestar social. Ya nos pasó con otras palabras como libertad o justicia, y ahora vuelve a ocurrir. Triste tarea.
Por lo visto, ese bienestar, antídoto del malestar, no tiene que ver con la convivencia, con la conversación, con la cultura, con la poesía. Tiene que ver con no se sabe qué.
En Godella, mi pueblo (que no es mío, es de todos y todas, para que no haya confusiones lingüísticas), ha ocurrido algo significativo. Resulta que los partidos que lo gobiernan (que parece que sí consideran que Godella es suya) han retirado un pequeño mural cerámico con un verso de Vicent Andrés Estellés que estaba colocado en la fachada de un edificio dedicado al bienestar social. Y lo han hecho con el peregrino argumento de que el poeta no tiene nada que ver con el dichoso bienestar. Esto dice el mural:
Assumiràs la veu d’un poble
Allo que val és la consciencia de no ser res si no s’es poble
Llevaba la placa ahí casi diez años y nadie se había dado cuenta de ese detalle semántico, ni producía malestar alguno, al revés, estábamos tan contentos. Y resulta que se levantaron una mañana y se dieron cuenta del supuesto desajuste. Ya ven, los concejales del PP y Vox escarban en la incultura, se creen vigilantes de la coherencia, y buscan coartadas absurdas para justificar lo injustificable. Y con ello producen no solo malestar social, sino indignación y asombro.
Su manera de gestionar lo de todos y todas es la provocación, y ni siquiera son capaces de decir la verdad. Porque la realidad es que odian al poeta universal, no pueden resistir que esté vinculado al pueblo, les repele que escriba en nuestra lengua, y les produce sarpullidos que reivindique nuestra cultura y nuestra identidad. Por eso no quieren homenaje alguno hacia él. Ni siquiera una humilde placa.
Los inquilinos del ayuntamiento de Godella, son más de una España grande y libre, es decir, pequeña y encorsetada, más del retrovisor tendencioso, y añoran tiempos del malestar colectivo, ese que creíamos que se habían quedado atrás entre las páginas de una historia negra.
No hay que exagerar, dirán, tal solo son unas placas, no hay que ponerse así. Tal vez, pero poco a poco nos quieren arrinconar. Solo son unas placas pero que representan esos valores que nos unen como comunidad. ¿Tan peligroso es reivindicar que somos un pueblo con cultura propia, con identidad, con ideas comunes? ¿Tanto les duele?
Los ediles promotores de este acontecimiento, en su ignorancia supina, todavía no saben que ellos y ellas nunca tendrán placas que les recuerden; solo serán olvido, y un triste paréntesis en la historia de Godella.
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