Un Primero de Mayo de avances y reivindicaciones
Estamos ante un nuevo Primero de Mayo, y lo hace en medio de un panorama político sometido a fuertes turbulencias. Una crispación permanente, que ha subido los decibelios últimamente a propósito de la reflexión del Presidente del Gobierno sobre si vale la pena o no continuar, justo entre las elecciones vascas y las catalanas, y a dos meses de unas elecciones europeas que van a decidir el rumbo de las políticas de la UE, que es tanto como decir, que van a decidir el margen para realizar políticas públicas en nuestro País. En mi opinión, la capacidad de movilización de la clase trabajadora en favor de la izquierda europea es el primer paso para dar continuidad a los avances sociales que han caracterizado estos últimos años. La mirada de este Primero de Mayo debe estar puesta en las europeas del 9 de junio donde vamos a jugarnos si avanzamos o por el contrario empiezan las políticas de austeridad y recortes que ya hemos vivido no hace tanto.
El éxito de las políticas públicas desplegadas con la gran participación sindical desde la crisis del Covid a esta parte, ha supuesto, a su vez, el fracaso de las recetas neoliberales aplicadas con especial énfasis en anteriores períodos recesivos. Por la vía de los hechos, se han ratificado los planteamientos del sindicalismo de clase, siendo compatibles una batería de mejoras legislativas, eso sí, con el margen concedido por la Troika europea, dirigidas a dignificar las condiciones de vida y trabajo de la mayoría social, con la mejor tasa de empleo de nuestra historia, como acredita la cifra record de personas afiliadas a la SS.
Avalados por los logros de la pasada legislatura, casi todos en el marco del Diálogo Social, este Primero de Mayo reclamamos espacio en la agenda social y política de este país para incidir en los avances que deben darse en las relaciones y que quedan todavía por abordar. La reducción de la jornada laboral hasta las 37,5 horas, la mejora en las condiciones de despido, la extensión de derechos de la ley rider a la totalidad de personas trabajadoras en el ámbito de las plataformas, aumentar la participación de las personas trabajadoras en la empresa, o un marco de adaptación efectiva de las personas trabajadoras a las transiciones en el empleo son algunas de estas mejoras a acometer. Reclamamos “menos jornada y más salarios” con las miras puestas en el Pleno Empleo, que ya no parece un sueño inalcanzable, y lo hacemos en un contexto donde los beneficios empresariales se han incrementado un 64% durante los últimos 5 años. Mientras que el propio Observatorio de Márgenes Empresariales cifra una mejora sustancial de la productividad por asalariado (16%), las patronales siguen reticentes a abordar un reparto más justo de las rentas del trabajo, algo del todo insostenible.
Poco a poco constatamos que está mejorando significativamente la composición del empleo. Una parte muy considerable del empleo creado se concentra en ocupaciones técnicas. Aunque todavía andamos lejos de considerar suficientes estos cambios, apuntan una potencialidad nada desdeñable ahora que está por producirse el cambio de modelo productivo que con tanta insistencia reclamamos. En este momento, se hace más necesario que nunca una apuesta rotunda en materia de políticas sectoriales. Sin un pacto por la industria que aproveche toda la potencialidad que nos brinda la transición digital y energética de nuestro País, aprovechando los Fondos Next Generation, no va a ser posible cambiar la fisonomía de nuestro empleo para encaminarlo hacia los estándares que definen el trabajo decente. Debe ser una ventana de oportunidades para el País Valencià, un territorio particularmente necesitado de diversificar y ampliar el tejido productivo, dada nuestra excesiva dependencia del sector servicios. Las dificultades por las que atraviesan sectores de tanto peso como la industria del automóvil, y ya en menor medida el sector de la cerámica, invita a pensar que urge una respuesta pública sólida que permita acelerar el proceso de cambio que estamos viviendo. Es necesaria la voluntad presupuestaria, pero también política si queremos el avance social y económico que necesitamos en nuestro territorio. Precisamente esa es la exigencia que se oirá en las calles una jornada tan reivindicativa como festiva como es el Primero de Mayo.
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