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No es una exposición, es una revolución: “Non Fungible Time”

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Tras una primera eclosión de NFT’s en el mercado del arte, deshinchada antes o después como cualquier burbuja especulativa, en la que el mero soporte justificaba la existencia de la obra, entramos en una nueva etapa a partir de blockchain, microchips y contratos inteligentes.

El artista Javier Núñez Gasco lleva dos años trabajando sigilosamente en un proyecto que fusiona de un modo innovador el arte, el mercado y la tecnología. Puede que creamos que ya lo hemos visto todo, o que aquello que un artista nos pueda proponer hoy a partir de esas premisas no nos interesa. Pero lo cierto es que la propuesta de Núñez Gasco es diferente a todo lo que hemos visto. Su capacidad para imaginar otras formas de hacer, hibridando lenguajes y formulando nuevas conceptualizaciones, ha sido una constante en su trayectoria artística. Con ‘Non Fungible Time’ ha vuelto a hacerlo. Abre un camino nuevo para su obra, pero sobre todo propone una forma de hacer diferente.

Para quienes no estén familiarizados con el término, IBM lo define así: “blockchain es un libro de contabilidad inmodificable y compartido que facilita el proceso de registro de transacciones y seguimiento de activos en una red empresarial. Un activo puede ser tangible (una casa, un coche, dinero en efectivo, tierra) o intangible (propiedad intelectual, patentes, derechos de autor, marca). Prácticamente cualquier cosa de valor puede ser rastreada y comercializada en una red blockchain, de modo que se reducen el riesgo y los costes para todos los involucrados”.

Por otra parte, la tokenización es, según Plain Concepts: “el proceso de sustituir los datos sensibles por símbolos de identificación únicos que conservan toda la información esencial de los datos sin comprometer su seguridad. Un token es un dato que no tiene ningún significado ni relación con los datos sensibles originales. Actúa como un soporte para el texto plano, por lo que permite que los datos sean utilizados en una base de datos sin revelar la información que protege”. 

En el mundo de la empresa y las finanzas son tecnologías que operan con normalidad y que como usuarios empleamos sin saberlo, pero Javier Núñez Gasco ha encontrado la forma de sacarles rendimiento para el mercado del arte y el desarrollo cultural. La prueba de fuego se encuentra en IDObjects (www.idobjects.xyz), cobrando forma expositiva en la Galería Hilario Galguera de Madrid hasta el 13 de enero, como parte del programa off de la galería, comisariado por Ramón Mateos. Puede que sea la primera vez que el artista y el galerista cobran a la vez por las obras vendidas, gracias a la aplicación de contratos inteligentes, aunque parezca anecdótico sin duda representa un nuevo orden.

Lo innovador es que no estamos hablando de arte digital a secas, sino de la capacidad de dar acceso a la propiedad digital sobre una parte de obras de arte físicas, a las que se ha añadido microchips con los que podemos comunicarnos a través de nuestro dispositivo móvil mediante tecnología contactless.

Lo que propone Núñez Gasco tiene numerosas aplicaciones y puede encontrar caminos de desarrollo en instituciones culturales públicas y privadas. El artista imagina la posibilidad de poder sufragar la adquisición de obras de arte, por ejemplo para la colección de un museo, mediante la puesta a disposición de la propiedad digital de la imagen de la obra en fragmentos. También puede ser un modo de sufragar la restauración y conservación de obras de arte clásicas. ¿Se imaginan adquiriendo digitalmente unos centímetros del Guernica o Las Meninas? “Non Fungible Time” es un proyecto ambicioso que ayuda a desdibujar las fronteras entre el mundo físico y digital, utilizando microchips y la tecnología blockchain para certificar la procedencia, la autoría y la posesión de activos digitales.

Fue en la antigua Grecia cuando, aquellos que tenían sobradamente satisfechas sus necesidades básicas, pudieron dedicarse a la filosofía. Es innegable que las incertidumbres en la economía, y más cuando el calado de estas apunta a algo superior a un mero cambio de ciclo, tiene efectos estructurales sobre todos los órdenes sociales. La cultura, y en mayor grado el ámbito de la creación contemporánea, son segmentos especialmente sensibles y fundamentalmente no entendidos como campos relevantes a nivel económico, por más que los estudios existentes ponen de manifiesto las cifras de negocio, la repercusión sobre numerosas empresas vinculadas a la producción cultural y el potencial económico que representa en términos reales.

Sin duda, el tiempo era y es la clave. ¿Cómo funciona? ¿Cómo lo medimos? Son algunas de las preguntas que nos lanza Núñez Gasco. Visitar la galería nos hace encontrarnos con una sala aparentemente vacía, con una lámina de agua que ocupa la superficie central y es alimentada por un goteo constante desde el techo, frente a la imagen de un glaciar que nos recuerda que el hielo es en cierto sentido el reloj de la humanidad, pues a cada gota se reduce nuestro tiempo.

En uno de los muros laterales, los 1.440 minutos de un día se muestran mediante etiquetas NFC, vinculadas a la plataforma online “Opensea”. Acercando el móvil a uno de esos puntos, se muestra en nuestro dispositivo un fragmento de la imagen en movimiento del mar, creada digitalmente. Acabo de comprar desde casa la número 421, por 60 euros. La imagen sigue visible como parte de la obra, pero su propiedad digital me corresponde. Sin embargo, la obra física podría ser adquirida por un museo o una colección privada, sin que eso alterara este modo compartido de formar parte de la obra.

Otro aspecto relevante es la fiabilidad que genera la blockchain al fijar eslabones que ya nunca se van a mover, favoreciendo una trazabilidad en cuanto a la autoría de la obra, su localización y la posibilidad de que el artista reciba royalties por la segunda y sucesivas ventas de una misma obra. Un aspecto largamente reivindicado por los artistas visuales y hasta el momento no conseguido.

Aquí entran en juego los contratos inteligentes. Se trata de programas almacenados en una cadena de bloques que se ejecutan cuando se cumplen condiciones predeterminadas. Se utilizan para automatizar la ejecución de un acuerdo para que todos los participantes puedan estar seguros de inmediato del resultado, sin la participación de ningún intermediario. El hecho de disponer de información veraz de la localización de las obras es un elemento esencial, pues de numerosas obras de arte se pierde el rastro cuando entran a formar parte de colecciones, dificultando la posibilidad de su exhibición cuando es requerida o para su estudio por investigadores, comisarios y especialistas.

Son muchos los factores que vienen delatando fallos en el sistema del arte: desde la formación artística a la función de la crítica de arte, desde la producción de la obra a su introducción en el mercado o de la gestión cultural a su comunicación pública. En tiempos de abundancia es fácil hacer, y hasta para el mal hacer hay quien encuentra una disculpa, pero el verdadero reto reside en hacer bien cuando no sobran los recursos. Quizás sea ahora cuando debamos agudizar el ingenio y redoblar el esfuerzo. El momento presente así parece reclamarlo. Esta propuesta de Javier Núñez Gasco es en sí misma una invitación para reflexionar, explorar otros caminos y quizás, sentarnos a hablar.

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