Nàquera, el agitado estreno del primer alcalde valenciano de Vox

Laura Martínez

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Todo empieza con un acuerdo de gobierno que es una declaración de intenciones. Dos semanas después de las elecciones municipales Vox, la fuerza más votada, pacta con el PP una veintena de puntos para gestionar una localidad de 7.700 habitantes. El acuerdo incluye el siguiente compromiso: “Promoción de los valores constitucionales. Cumplimiento de la ley de banderas, no colocando banderas LGTBI en balcones y fachadas de instalaciones municipales”. Y a renglón seguido: “Sustituir las concentraciones de 'No a la violencia machista' por 'No a la violencia o 'Condenamos toda violencia”.

El texto forma parte del primer pacto de gobierno que suscribe Vox con el PP para alcanzar una alcaldía valenciana. El segundo, que iba a llevarse al pleno este viernes, consiste en aumentar las retribuciones del alcalde y los concejales en 13.000 euros anuales y dejar sin dietas a la oposición. Se ha creado una concejalía de Familia y Vida, otra de Festejos Taurinos, Caza y Ganadería, pero se suprime la de Igualdad. Estos movimientos han causado indignación en parte del vecindario de Nàquera, un municipio a 30 kilómetros de Valencia que se ha convertido en el feudo de Vox. Situado en el pulmón verde de la Sierra Calderona, la localidad era conocida por el paraje natural hasta hace dos semanas, cuando la oposición institucional a la simbología LGTBI reflejada en los compromisos de la corporación local la hizo saltar a la política española.

De la noche a la mañana comenzaron a brotar banderas arcoíris en los balcones. “Hay una nueva cada día”, apunta Paco, hostelero y vecino de la localidad. Al conocer el acuerdo de gobierno, un grupo de jóvenes comenzó a organizarse a través de whatsapp y otras redes sociales, contactaron con el colectivo Lambda y organizaron una concentración por el 28 de mayo, día del Orgullo LGTBI. La cuestión desembocó en una manifestación con un millar de personas, entre ellas la ministra de ciencia e innovación y candidata del PSOE al Congreso por Valencia, Diana Morant. Bajo el lema 'Nàquera orgullosa', vecinos y allegados mostraron su rechazo al pacto de gobierno.

El florecimiento de banderas resulta inesperado en la localidad. Una parte de la gente del municipio insiste en la necesidad de la reivindicación y se siente arropada. “Significa que no estamos solos ante la bestia”, apunta Paco. Otra parte cree que se exagera, se muestran incómodos por ser un tema de tertulia y que se polarice la vida cotidiana. “Lo importante es el respeto” o “las banderas se llevan en el corazón” son declaraciones de algunos habitantes del pueblo. En un testimonio para Europa Press, una residente afirma: “En este pueblo se respeta a las personas homosexuales; también está claro que vivimos muchos heterosexuales” y se pregunta: “¿Nos va a tocar hacer una bandera para nosotros?”, al tiempo que reclama “no polemizar con cosas que son banales, hay otros problemas más serios”.

Otros residentes, como Carlos, autónomo en el sector de la jardinería, ven indignante que en el acuerdo de gobierno se aluda a las banderas LGTBi. “Se ha puesto otros años en el ayuntamiento y nunca ha habido ningún problema”, afirma, para después preguntarse si Vox y el PP consideran que esa es una prioridad para el municipio, tanto como para reseñarla en el acuerdo. Sin embargo, para algunos vecinos es más que una cuestión simbólica, significa retirar el apoyo a la lucha contra la homofobia o la violencia machista. Es el primer paso en las políticas públicas, añaden. “Hay gente muy solidaria, otros que miran desde la ventana y aplauden desde los balcones y otros que dicen que no tiene sentido la polémica”, apunta Paco, que insiste en la faceta reivindicativa.

Ante el revuelo, el equipo de gobierno de Vox y PP emitió un comunicado en el que aclaraba que no se prohíbe el uso de las señas de identidad del colectivo LGTBIQ+ en los espacios públicos de la localidad, dado que sería una medida inconstitucional, pero enfatizaba que se seguirá el protocolo de banderas en edificios municipales. El acuerdo, aseguran, “tiene como objeto mantener una autonomía política”.

A la manifestación asistieron cientos de personas con total normalidad, afirma Rubén, músico y profesor, que recalca que los vecinos la recibieron bien. “Vino mucha gente del pueblo y gente que nos sorprendió, muchas personas mayores. Fue una marcha tranquila, para reivindicar los valores del pueblo”, afirma. La mayoría de asistentes eran de fuera, justificó el alcalde, Iván Expósito, en sus redes sociales, donde denuncia que la sede de Vox ha sido vandalizada.

Voto conservador

El municipio ha tenido un carácter tradicionalmente conservador, reseñan sus habitantes. “Nàquera sufrió mucho la represión de la república”, afirma el hostelero, que trabaja a diario relacionándose con los vecinos. Entre noviembre de 1936 y octubre de 1937 fue sede del gobierno de la República y también de las Cortes Generales. Fue en los municipios de Nàquera, Bétera y Serra, en la Comarca del Camp de Túria, donde vivieron una gran parte de los altos cargos del Gobierno, incluido Manuel Azaña. La Casona, en la lujosa urbanización de La Carrasca, fue el hogar de Jesús Hernández, ministro de Sanidad, mientras que en otro chalet cercano estuvo Juan Negrín, entonces presidente del Gobierno. Indalecio Prieto vivió en una villa de Bétera; Azaña en Portaceli (Serra), conocido por la cartuja que sirvió de campo de concentración, donde fue ejecutado el doctor Peset Aleixandre. Sin embargo, en Serra, el municipio vecino, arrastran una larga tradición de victorias de la izquierda.

A la sociología del municipio se suma la falta de servicios y el malestar con el anterior equipo de gobierno, que para los vecinos consultados explica la victoria de Vox. En la ecuación se añade el crecimiento demográfico en las numerosas urbanizaciones y las zonas más pudientes, que choca con el casco urbano. El pueblo venía de tres mandatos liderados por Unión Popular de Náquera (UPdN), una agrupación independiente que tildan de “la marca blanca de Vox”, dado el carácter del alcalde. “Ya impidió una pancarta en una protesta LGTBI por su lema”, critican. La agrupación popular, que pactó con PSPV y otros independientes, surgió tras la debacle del PP, cuyo primer edil ha sido condenado en tres ocasiones por prevaricación y dejó una deuda millonaria en proyectos urbanísticos inacabados. El enfado con el PP llevó a la aparición de UPdN y el enfado con UPdN a la victoria de Vox. “Ha sido un fracaso” de mandato, denuncian.

El municipio, que ahora roza los 8.000 habitantes, se encuentra a 10 kilómetros de Bétera, una de las zonas más pudientes de la provincia de Valencia, donde se encuentra el cuartel militar de la OTAN. Nàquera vivió un fuerte crecimiento urbanístico en la época del boom, que dejó esqueletos de hormigón y proyectos inacabados cuya sombra recibe a los recién llegados. Con la pandemia ha vivido otra subida de población, cerca de 1.200 personas más que en 2019. La renta bruta del municipio es de 28.000 euros per cápita, aunque con una polarización notable entre las urbanizaciones y el núcleo urbano. La mayor parte del voto en el municipio ha ido a parar al PP y al PSOE, apuntan algunos vecinos.

En las pasadas elecciones generales Vox fue la fuerza más votada, pese a que no se había constituido como partido. La formación que lidera Santiago Abascal fue primera fuerza política con 713 votos, en estas locales ha conseguido más de 1.100, casi un 30% de los sufragios, con Iván Expósito a la cabeza, a apenas 165 votos de diferencia del PSPV-PSOE.

El crecimiento municipal no ha venido acompañado de inversiones en infraestructuras o servicios básicos. Las quejas por el consultorio auxiliar de salud, la ampliación del colegio público, la falta de instalaciones deportivas y de transporte público centran las protestas de los vecinos. A ello se suma la falta de equipamiento en las urbanizaciones, cuyos residentes reclaman constantemente el asfaltado de las calles o la instalación del alcantarillado. En su programa electoral, Vox, que en principio se constituyó como asociación vecinal, recogía algunas de estas reivindicaciones y se comprometía a “poner fin al pasotismo” del anterior ayuntamiento.