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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Remodelación del Consell: Ximo Puig mueve sus piezas en el tablero político valenciano

La remodelación del Ejecutivo del Pacto del Botánico se cuece a fuego lento. Tan lento que en algunos departamentos la paciencia comienza a rebasar sus límites. En el penúltimo pleno del Ejecutivo autonómico, cuatro de los seis integrantes socialistas del Gobierno no sabían dónde pasarían las siguientes 24 horas. A primera hora de la mañana, la única certeza era que el conseller de Educación, Cultura y Deporte, Vicent Marzà, abandonaría el Consell del Pacte del Botànic a petición propia y que le sustituiría su número dos en la conselleria, Raquel Tamarit.

El movimiento de Marzà, anunciado el miércoles y anticipándose a la remodelación que preparaba el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, ha alterado los ritmos estimados en el Palau. Las decisiones han venido tan precipitadas que un olvido en el orden del día ha obligado a convocar un segundo encuentro a lo largo de la jornada del viernes. A última hora de la tarde, el pleno del Consell volvía a reunirse para cesar a Raquel Tamarit como secretaria autonómica de Cultura, un trámite previo a su nombramiento como consellera y que requiere del quórum. El mismo pleno, para sorpresa de sus integrantes, ha cesado a Rebeca Torró, secretaria autonómica de Economía Sostenible, que ocupará una de las carteras vacantes. Ana Barceló también termina su labor como consellera de Sanidad, para ser portavoz del PSPV en las Corts Valencianes, y el titular de Hacienda, Vicent Soler, abandona el Ejecutivo. Los cambios en la primera línea, que solo requieren de la firma de Ximo Puig, serían comunicados en las siguientes horas.

La rama socialista del Gobierno se mantiene hermética en lo que respecta a los cambios. La práctica totalidad de los consellers desconocía este viernes la futura composición del Gobierno del Pacto del Botánico, aunque desde la coalición insisten en que la línea de gobierno la marca el acuerdo político suscrito en 2015 y renovado en 2019, no quienes ocupen las carteras. En los mentideros, algunas voces próximas al Consell calificaban la actitud del presidente de poco respetuosa con sus compañeros de partido y de Gobierno al retrasar la decisión y alimentar las especulaciones. A medida que el día había ido avanzando, diversas fuentes confirmaron que el conseller de Hacienda, Vicent Soler, y la consellera de Innovación y Universidades, Carolina Pascual, se habían ido despidiendo de sus equipos. Soler, que ha sido uno de los consellers más leales a los socialistas en el Botánico y un histórico en esta formación, dejará el Ejecutivo valenciano tras siete años como responsable del reparto de cuentas. El dirigente se despide reafirmando ante el Ministerio de Hacienda su demanda de un cambio en el modelo de financiación autonómica, tarea a la que ha dedicado la última década de su vida. El histórico socialista, que ha sufrido la represión franquista, se ha despedido en un emotivo discurso. Aunque por la mañana solo se conocía la salida de Marzà, en el Ejecutivo reconocen que ha habido una serie de abrazos por si sonaba el teléfono, que se han prolongado en el segundo encuentro.

Pese al silencio en Presidencia, el resto de teorías apuntan a un cambio en Obras Públicas. Los rumores se reactivaron con la dimisión del portavoz del PSPV en las Corts, Manolo Mata, una ventana abierta para que la consellera de Sanidad, Ana Barceló, ocupara su lugar. La dimisión de un portavoz en el legislativo provoca una crisis amplia en el Ejecutivo. Y así se desató la idea de una reforma de Gobierno, con la vista puesta en volver a obtener el ayuntamiento de Alicante y aumentar el espacio político socialista. En el caso del conseller de Obras Públicas y Política Territorial, Arcadi España, de haber un movimiento es leído desde el premio a la gestión y como forma de ratificar su confianza, con la asunción de más competencias o un cambio de cartera, con Hacienda en el foco.

Con la remodelación del Consell los socialistas buscan una épica que los tiempos han trastocado. Tras semanas amagando con una crisis del Ejecutivo para lograr un nuevo impulso, sin concretar en qué consistirá, las expectativas se han elevado y a la par han ido haciendo mella en la moral de algunos titulares. Mientras que Compromís resolvió su crisis de Gobierno en apenas unas horas, con la decisión de Vicent Marzà de abandonar el Consell seguida casi de inmediato con el anuncio de su sucesora; o mientras una crisis del Gobierno de Pedro Sánchez quedaba finiquitada en una misma jornada el pasado verano, el barón valenciano trasmite a sus socios de coalición una sensación de incertidumbre. La oposición aprovecha estos tiempos para hablar de debilidad en el Ejecutivo, mientras que en el Consell aseguran que se afrontan los cambios con “normalidad”, como en cualquier otro gobierno. El presidente, en sus intervenciones a lo largo de la semana, aseguraba no tener prisa ni urgencia en afrontar unos cambios que deben hacerse desde la reflexión.

Esa idea de calma es la que buscan transmitir sus primeros espadas, que quitan hierro a todo el asunto. Tanta calma que puede hacerse mientras se juega una partida de ajedrez con una galardonada jugadora húngara. Así, mientras en los edificios adyacentes y las ramificaciones del Gobierno de la Generalitat se trataba de gestionar una crisis aún por conocerse -el cese de Schrödinger, se bromeaba-, el presidente movía sus peones desde el Palau.