Se llama Gala Jazmín y muchas la conocimos el pasado 8 de marzo. La plaza de la Mare de Déu de València temblaba cada vez que cogía el micro. Y no es para menos. Esta joven argentina tiene muchas cosas que decir(nos). A Gala se le escucha. Te atrapa su ritmo, su carácter, su claridad. Su mensaje ya consiguió captar nuestra atención en el vídeo de Youtube con su canción ‘Esto es lo que nos mueve’. Pero en directo su energía te atraviesa, te traspasa.
Cantó su particular rap de protesta hasta en tres ocasiones durante el #OrditFeminista convocado por la Assemblea Feminista de València, que incluía una ocupación desde las 22.00 de la noche del 7 hasta las 16.30 horas del domingo -con acampada nocturna incluida-, en una de las plazas más céntricas y transitadas de València. ¿La intención? Ser visibles. Poner en el centro de la ciudad la lucha feminista. Se organizaron talleres, conciertos, monólogos y, en general, se creó un ambiente de sororidad que muchas recordaremos para siempre. Pero de eso ya parece que hace mucho. Ese día sería el último que muchas compartimos juntas. Hasta nuevo aviso, por supuesto.
Volvamos a Gala. Ella es trabajadora del hogar y de los cuidados, un colectivo feminizado y precarizado que no cuenta con los mismos derechos que el resto de trabajadores. No tienen acceso a la prestación por desempleo, cotizan muy poco y pueden ser despedidas sin causa. Por las mañanas, de lunes a sábado, Gala trabaja en la casa de una señora mayor atendiendo a sus necesidades. Por las tardes, complementa su sueldo limpiando casas de particulares, restaurantes, oficinas...“Ahora han dejado de llamar”, cuenta Gala por teléfono en pleno confinamiento por el coronavirus. Así les afecta a ellas el parón. Sus clientes ni siquiera les avisan para que no vayan. Su silencio habla por ellos.
Las violaciones de derechos laborales y humanos que sufren las trabajadoras del hogar y los cuidados son innumerables. La situación de estas mujeres (más del 89% de las 616.900 personas empleadas del hogar en 2019 son mujeres, de las cuales más de la mitad son migrantes) se agrava, si cabe, con crisis como la que estamos viviendo ahora.
Por ejemplo, a muchas de las que cuidan a personas mayores nadie les ha dado material adecuado para evitar contagiar o contagiarse, ni información adicional sobre cómo reducir los riesgos. A otras que limpian y cuidan en casas simplemente les han dado el documento para justificar el tránsito desde sus hogares a su lugar de trabajo, aunque en realidad a ellas casi les preocupa más el aumento de presencia policial en las calles, ya que muchas se encuentran en situación administrativa irregular, y deben continuar trabajando y cuidando de ancianos.
El coronavirus pasará. La explotación laboral que sufren cada día las trabajadoras del hogar y los cuidados, por desgracia, es crónica. Fue la necesidad de visibilizar la realidad de este sector laboral fundamental para el estado de bienestar lo que llevó a Gala a escribir para el 8 de marzo este rap. Una canción que denuncia el abuso laboral que sufren las trabajadoras del hogar y los cuidados y exige condiciones dignas y seguridad frente al acoso sexual. Y con una solución encima de la mesa: la ratificación del convenio 189 y 190 de la Organización Internacional del Trabajo, que igualaría sus derechos a los del resto de trabajadores.
Historias de opresiones plasmadas en el rap
“Pensé que el rap era una buena herramienta para denunciar la situación que viven las trabajadoras del hogar y la necesidad de ratificar los convenios 189 y 190. Pregunté en la Comisión Laboral del 8M de València si conocían alguna rapera y me animaron a que hiciera yo la canción”, explica Gala. Se puso a ello y el resultado es una letra sin edulcorantes ni pelos en la lengua, con historias reales de mujeres migrantes que han sufrido abusos y opresiones en primera persona. Cuatro de ellas forman parte de la Asociación Intercultural de Profesionales del Hogar y los Cuidados (AIPHYC).
Empezamos, como en su canción, con el testimonio de Nana, de Colombia: “Trabajaba de interna con una señora que le insultaba, se metía con ella, no tenía derecho a salir ni a descansar, le decía cómo vestir, le contaba los minutos dentro de la ducha, le hacía sentir basura. Antes de venir no sabía que su empleadora se convertiría en su primera acosadora. Muchas veces es cuestión de dominación”.
A través del rap, Gala nos muestra el ejemplo de Malika, una activista antirracista marroquí que forma parte de AIPHYC y de València Acoge, además de ser uno de los rostros más visibles en la lucha por el cierre de los CIE en València y por la derogación de la Ley de Extranjería.
O el caso de abuso que sufrió Patricia. Ella trabajaba como interna de lunes a viernes, y sábados y domingos también acudía a cocinar y limpiar: “Pidió un rato libre un domingo después de meses sin descanso para tener un poco de vida personal y social y le tiraron a la calle sin preaviso, sin justificación, sin indemnización ni nada y sin tener forma de reclamar”.
Una situación que, denuncian, se repite constantemente. Además, como la mayoría de las trabajadoras internas son mujeres migrantes, cuando las despiden no solo pierden el trabajo, pierden su casa en un país donde no tienen familia ni tampoco la posibilidad de crear un tejido social porque trabajan las 24 horas del día, convirtiéndolas en personas todavía más vulnerables.
Y dos testimonios más, el de Marcela y el de Alma. Ambas cuentan situaciones de acoso sexual con sus empleadores: “¿Quién te salva cuando estás ahí dentro?”.
La fortaleza de crear redes frente a la desprotección
Cuatro ejemplos, más la historia de la propia Gala, que evidencian, además de los abusos en los horarios, acosos sexuales y humillaciones, su desprotección permanente. Muchas de ellas terminan viviendo episodios de ansiedad y depresión. En este sentido, tener una red de apoyo como la que proporcionan en asociaciones como Aiphyc, Candombe, Mujeres con Voz, Alianza por la Solidaridad o Psicólogos sin Fronteras, es más que fundamental para evitar los posibles abusos a través de asesoramientos jurídicos, cursos sobre derechos laborales, disponibilidad de abogados, apoyo psicológico y, sobre todo, contactar con más gente en su misma situación y crear colectivo.
Por ejemplo, la Assemblea Feminista de València junto con Aiphyc están pendientes de crear una colecta para ayudar a las afectadas por el colapso del coronavirus, ya que muchas se han quedado con cero ingresos. “Este rap es para denunciar la situación que vivimos, para que la gente empatizara. Y también para que las trabajadoras del hogar y los cuidados se den cuenta de que no están solas, que pueden contar con nosotras. Esta canción quiere tratar de proteger a las compañeras”. Eso es lo que les mueve.