Regreso al futuro
La educación es una pieza clave en la justicia social y en nuestro estado del bienestar.
La pandemia ha puesto de manifiesto algunas deficiencias, pero también nos ha abierto oportunidades para revisar nuestro modelo educativo y actualizarlo al nivel de los países de nuestro entorno. Cuando volvamos a las aulas, podemos continuar un modelo obsoleto de enseñanza que no daba respuesta a las necesidades del actual mercado laboral, en cuestiones como la destreza con las nuevas tecnologías; o mejorarlo, impulsando un sistema moderno que nos dé las herramientas necesarias para desenvolvernos en la sociedad del conocimiento.
Comenzando por los medios para impartir la enseñanza, esta situación nos ha demostrado que tenemos un gran déficit digital por tres razones:
- Faltan estructuras para desarrollar las clases de forma online.
- Existe una brecha digital en torno al 10%.
- Parte del profesorado carece de formación digital.
Aun así, estos déficits no deben ser una barrera para desarrollar una educación mixta, que tiene también sus beneficios, como por ejemplo que los alumnos que viven en pequeños municipios no se tengan que desplazar diariamente para acudir a su centro. A parte de estos beneficios, esta educación bimodal trae otra serie de oportunidades como la digitalización de los libros de textos, con el fin de hacerlos más accesibles, o la ocasión de aprender el uso de herramientas imprescindibles en nuestra futura vida laboral como las hojas de cálculo y otro tipo de programas. Por todo ello, no debemos tener miedo a que la tecnología y las clases no presenciales sean parte de nuestra enseñanza, no solo por cuestión de necesidad, sino también por los beneficios que nos reporta.
Más allá de las carencias digitales, durante estos días hemos visto como las evaluaciones basadas en exámenes se sustituyen por trabajos diarios y prácticas. Esto supone una oportunidad para desarrollar una educación que valore el esfuerzo diario y potencie herramientas como: la comunicación, la capacidad para trabajar en equipo o la destreza en la expresión escrita que, aunque no se les dé el peso suficiente en las programaciones son fundamentales para la vida. Además, este método (basado en el desarrollo de las competencias y no tanto en la absorción de unos contenidos que muchas veces se olvidan pasado el examen) despierta la curiosidad de los estudiantes y afianza la relación profesor-alumno.
Cuando realizamos estos trabajos indagamos no solo en libros, artículos y películas, sino también reflexionamos sobre lo aprendido. Consultando a nuestros profesores, creando una relación bidireccional donde tanto el profesor como el alumno aprenden juntos.
En definitiva, este proceso de aprendizaje nos aporta un valor añadido más allá de la realización del examen. Teniendo en cuenta lo expuesto anteriormente, seguir desarrollando una educación basada exclusivamente en pruebas escritas tiene carencias, si lo que queremos es preparar a los alumnos tanto para la vida laboral como para ser ciudadanos activos de la actual sociedad del conocimiento.
En conclusión, podemos afirmar que nuestro sistema educativo necesita una renovación liderada por los profesores y estudiantes, por ello debemos dotar a los alumnos con los medios necesarios para que puedan desenvolverse en un mundo globalizado, donde las nuevas tecnologías y la innovación están muy presentes. Además, tenemos que desarrollar un modelo que evalúe al alumnado no sólo por sus contenidos, sino también por sus capacidades y habilidades. Es el momento donde debemos decidir si queremos volver al pasado o avanzar hacia el futuro.
*Juan Francisco Berbegal Ortega, estudiante de 1° de Bachillerato de Ciencias Sociales
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