A estas alturas, si digo que en política la imagen es fundamental no descubro nada nuevo. Una administración y un responsable político no deben únicamente ser eficientes, eficaces y limpios en su gestión, si no que deben además demostrarlo de forma notoria. El famoso ejemplo de la mujer del César. Ahora bien, no puedes separar una cosa de la otra hagas lo que hagas, porque una es consecuencia casi directa de la otra.
Una queja habitual (cuando no reproche) del Consell, y en general del PPCV a los que nos dedicamos a esto, es la imagen que se proyecta en los medios de comunicación de la Comunidad Valenciana, que mimamos poco la “Marca Valencia” y que sólo hablamos de lo malo. Con formas algo más sutiles, Alberto Fabra se lo dijo a los periodistas que acudieron esta semana a su tradicional copa de Navidad con los medios. Pedía el president comprensión, básicamente, por las difíciles medidas que está tomando el Consell, en alusión muy clara pero no exclusiva al cierre de Canal 9.
Es curioso que se vincule el fin de RTVV con el reclamo de proyectar una imagen más positiva de la Comunidad Valenciana, cuando difícilmente hay cosas que escenifiquen mejor el devenir de la Generalitat en los últimos tiempos. De unos años de ostentación, cierta megalomanía y dilapidación del dinero del todos se ha pasado a un escenario de ruina, descrédito, irrelevancia y aislamiento social.
Canal 9 es un ejemplo revelador pero no es el único. Elegir a una persona vinculada con las etapas más oscuras de la televisión autonómica para que lleve la comunicación del Consell es imagen. Haber avalado con dinero público a empresas privadas como son los clubes de fútbol y que te investiguen en Europa es imagen, internacional además. Trampear a la hora de que los diputados presenten correctamente sus declaraciones de la renta es imagen. Recoger firmas en el hemiciclo para el indulto de un compañero condenado por corrupción, haciendo gala del peor corporativismo, es imagen... y otras tantas cosas.
Y bueno, también es imagen darle un premio al presidente de una hidroeléctrica el mismo día en que nos anunciaban un “tarifazo” con una subida del 11%. Obviamente sería un acto ya organizado con antelación y la subasta eléctrica se ha anulado, pero parece que al final a perro flaco todo son pulgas, oye. Qué éxito.
¿Que hay buenas noticias? Claro que las hay, nadie las está escondiendo, pero no hay semana en la que no aparezca un nuevo escándalo político o alguna nueva torpeza de las “cabezas pensantes” que rigen la estrategia del Consell. En los últimos meses, prácticamente, no hemos parado. Por una pura cuestión numérica, las buenas nuevas quedan sepultadas.
Y por cierto, a los periodistas no nos toca ser los voceros de la recuperación que promete el Consell, no es nuestro cometido, aunque deseemos igual o más que todos que la haya. Porque esa recuperación aún no ha llegado y la realidad, tristemente, suele ser bien distinta a la que nos están intentando vender.
P.D: ¿Saben ustedes que ahora el verdadero centro de poder decisorio de la política valenciana lo mismo lo tenemos en una peluquería?