Las alcantarillas de Canal 9 hicieron material aquello de que la realidad supera a la ficción, y esto ha servido para el periodista Marcos García (Valencia, 1979) que trabajó durante 8 años en el ente público valenciano, para narrar en su ópera prima 'Temporada de cizaña' una novela negra sobre un asesinato, corruptelas, sexo e investigación. Una novela que viaja sobre una fina línea entre la realidad y la mentira más realista en los años del Canal 9 más monstruoso.
El libro ha sido publicado esta semana bajo el sello de la editorial valenciana 360 Grados Libros y con el prólogo del cómico Eugeni Alemany excompañero de García durante sus años en televisión, un testigo también de los años de la borrachera de Canal 9 pero que consiguió tener una escapatoria a nivel estatal. El punto de partida de la obra 2008, año en el que el autor deja la televisión, cuando la corrupción “ya estaba allí”, reconoce que “conocí a gente que hoy está imputada y se veía venir a poco que rascases”.
Marcos García reconoce que bebe de las fuentes del cine de intriga, especialmente de Hitchcock, de quien tomo ingredientes como mujeres fatales, los buenos que son desgraciados y los malos que son muy malos. Pero las dosis de realidad son elementos imprescindibles, opiniones de personajes que recogen el sentir de muchos de los extrabajadores, e incluso semblanzas físicas.
¿Sobre el balance del cierre de RTVV? El expolio ha esquilmado el patrimonio hasta el hueso “y lo que queda ya no sirve ni para hacer caldo”, lamenta García. ¿Sobre la fauna que habitaba el ente? Había gente que “pisaba cabezas por subir, ‘corchos’ que siempre estaban por encima de la mierda y la ‘infantería de línea’, a la que yo pertenecía, que ni saben dónde van ni por qué, solo que tienen que avanzar y sacar el trabajo adelante”. Marcos García afirma que los hubo que huyeron, los hubo que se arrodillaron ante los superiores y levantaban la televisión, “no los directivos”. Sobre los sindicatos “no funcionaban demasiado mal, lo que pasa es que cuando algo está corrupto, todo se acaba corrompiendo, aunque no siempre”.