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Tinta antinazi: València rescata las obras del catalán Mario Armengol, exiliado en Londres en la Segunda Guerra Mundial

Idyll «Idilio», 1942-1943. Publicado posteriormente en According to Plan. El amor con la muerte lo es todo para Hitler. El gas resulta un complemento dramático.

Lucas Marco

València —

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“Esta muestra la calificaría de milagro”. El periodista y escritor Plàcid Garcia-Planas, comisario junto con el historiador Arnau Gonzàlez i Vilalta, de la exposición Tinta contra Hitler, se topó hace tres años con 150 viñetas en las que el artista Mario Armengol i Torrella (San Joan de les Abadesses, 1909 - Nottingham, 1995) retrata la Segunda Guerra Mundial desde la óptica de la propaganda aliada.

“Es un material que llegó a mis manos, vi que era excepcional porque es el único creativo español que trabajó intensamente para los aliados durante toda la Segunda Guerra Mundial, prácticamente desconocido”, explica el periodista durante la presentación de la exposición en el Museu Valencià de la Il·lustració i la Modernitat (Muvim). “Avisé a Arnau, con quien ya había hecho otros proyectos y ha sido un placer trabajar este material. Venir al Muvim ha sido para nosotros como si nos hubiera tocado la lotería”, dice Garcia-Planas.

Armengol, hijo de empresarios textiles que se instalaron en Terrassa en 1920, estudió Bellas Artes en Madrid y París a pesar de que iba para ingeniero. A finales de 1938 se exilió a pie en Francia, donde estuvo internado en varios campos de concentración. Más tarde, se integró brevemente en la Legión Extranjera. Ya instalado en Inglaterra, entre 1941 y 1945, dibujó las viñetas encargadas por el Ministerio de Información del Gobierno de Winston Churchill en las que caricaturiza al enemigo nazi que asolaba Europa.

Durante esos años, produjo unas 2.000 caricaturas contra el Tercer Reich y sus compinches que fueron publicadas en diarios y revistas de países aliados y neutrales, de Nueva Zelanda a Haití.

“Es un gran friso de la Segunda Guerra Mundial”, explica el comisario de la muestra. “Tenemos la Segunda Guerra Mundial hecha cómic y, además, con un material que no se había visto, ni aquí ni en ningún sitio”, destaca Garcia-Planas. Por su parte, el historiador Arnau Gonzàlez i Vilalta, profesor de la Universitat Autònoma de Barcelona, sostiene que “es la muestra más grande nunca vista de caricaturas de la Segunda Guerra Mundial”.

Mario Armengol fue, según dice el responsable de Cultura de la Diputación de València, el diputado Paco Teruel, el “único ciudadano español que trabajó masivamente en la propaganda de los aliados durante la Segunda Guerra Mundial”.

El valioso legado del caricaturista llegó a manos de Plàcid Garcia-Planas en 2021, a modo de “regalo de Navidad”, tal como explicó en el diario La Vanguardia, del que es un destacado reportero de guerra.

Las 150 viñetas, expuestas en el Muvim hasta el próximo 16 de febrero, provienen “de dos colecciones, la más grande estaba en Sabadell y la otra, más pequeña, estaba en Inglaterra, y las dos están aquí juntas”. “Era un desconocido y, ahora por primera vez, vemos la obra entera de Armengol”, destaca Garcia-Planas.

El director del Muvim, Rafa Company, define la figura de Mario Armengol como un soldado que, “armado primero de fusil y después de tinta”, puso todo su talento e ingenio “en el lado correcto de la Segunda Guerra Mundial” y dejó para la posteridad “muchos retratos de Adolf Hitler, aquel dirigente repleto de odio que sedujo a la propia sociedad hasta la degradación colectiva”.

Unas piezas dibujadas, en definitiva, para “combatir el innegable poder de atracción de la esvástica como símbolo del nazismo” y cuyo estilo muchas veces se avanza estéticamente a su época y acerca la ejecutoria de Armengol a las estéticas del cómic de años posteriores“, afirman los comisarios.

No en vano, algunas de las viñetas incluidas en la muestra, como una en la que Armengol plasmaba en blanco y negro el idilio de Hitler con una parca ataviada con una máscara antigás, tienen un aire parecido al estilo que, décadas más tarde, usarían dibujantes como Alfonso Font (en Barcelona a trenc d'alba) o Jordi Benet enTorpedo. “Cuando dibuja, su arma es la pluma”, afirma Arnau Gonzàlez i Vilalta.

En cualquier caso, sus caricaturas respiran “una tensión humana y política que nos interpelan hoy en día sobre los límites del humor”, subrayan los comisarios.

“Es un tesoro de la historia de Europa, una gran muestra de la peor conflagración de la historia de la humanidad” en la que el Mario Armengol, a través de sus cartas, caricaturas, postales y carteles, “nos sigue interpelando sobre qué somos capaces de hacer los seres humanos y sobre lo importante que es el humor”, tercia Plàcid Garcia-Planas.

La exposición pone en valor la hasta ahora desconocida obra del artista gracias al empeño de sus descendientes, custodios de los originales. El dibujante y diseñador “deja de ser un desconocido en nuestras latitudes, o prácticamente un desconocido para el gran público, para volver a entrar en la historia gráfica española y europea con una excelente exposición y un extenso catálogo que, gracias a la labor de investigación y reflexión de los comisarios, no sólo muestra los dibujos sino que los analiza y disecciona de forma precisa”, afirma Amador Griñó, jefe de Exposiciones del Muvim.

La familia del artista ha preservado el legado “con una conciencia patrimonial muy digna de elogio”, según Rafa Company. Gil Armengol, hijo del caricaturista, destaca el contexto en el que se redescubre la obra de su padre, con guerras en Oriente Medio y en Europa que “afloran los discursos xenófobos”.

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