Valencia reestructura su red de bibliotecas “sin cerrar ninguna”
Con 32 bibliotecas, Valencia es una de las ciudades con más centros de toda España. Pero la red está descuidada. Proliferan los espacios sin recursos y sin dotación de personal suficiente. Tanto, que el de Castellar-Oliveral está en marcha gracias a la voluntad y el esfuerzo de los vecinos. Y no es el único caso.
Ante el “desbarajuste heredado del PP”, el tripartito municipal -conformado por Compromís, PSPV-PSOE y València en Comú- quiere dotar de “coherencia” la red de bibliotecas municipales. Y para ello, la concejala de Educvación y Acción Cultural, María Oliver (València en Comú), ha presentado este lunes un plan en el que divide en dos categorías los centros: en principales o “de barrio” y en auxiliares. La voluntad de esta hoja de ruta es que las bibliotecas se conviertan “en la entrada de la cultura desde el barrio”. Una tarea dura, ya que solo el 21% de la población de Valencia conoce y hace uso de estos servicios, según una encuesta municipal realizada para llevar a cabo dicho plan. De ellos, uno exiguo 5% lo utiliza habitualmente.
Así, como bibliotecas principales quedarán la de Casa de la Reina, Tomàs Vicent Tosca, Nova Al-russafí, Joaquim Martí i Gadea, Petxina, Eduard Escalante, Clara Santiró i Font, Carmelina Sánchez-Cutillas, Josep María Bayarri, Joanot Martorell, Biblioteca del Mar, Palau d'Exposició, Vicent Casp i Verger, Roïç de Corella, Azorín y Lluis Fullana i Mira. Como agencias de lectura -“bibliotecas auxiliares”, en la nueva jerga de la concejalía-, serán catalogadas las de Constantí Llombart, Grau-Port, Gregori Mayans, María Moliner, Al-russafí, Francesc Almela i Vives, Carlos Ros, Maria Beneyto, Germana de Foix, Vicent Boix i Ricarte, Joan Churat i Saurí, Vicente Tortosa i Biosca, Teodor Llorente, Carola Reig y Isabel de Villena.
En la reestructuración de la red también se contempla dotar de mayor autonomía a las bibliotecas principales. Estas, acorde a las necesidades de los vecinos y según el criterio del equipo que las gestione, tendrán un horario determinado y realizarán actividades ligadas a las peculiaridades del barrio. Para complementar la oferta cultura, estarán las agencias de lectura, que servirán de “entes satélite” a las otras para ayudar en la promoción cultural en los barrios. También gozarán de una mayor flexibilidad horaria de la que marca la ley, pero se tendrán que ajustar a las horas que pueden realizar el personal adscrito, que es de dos personas por agencia.
La Torre, perjudicada
Aunque Oliver ha repetido de forma insistente que con este plan “no se van a cerrar bibliotecas, pese a que muchas se construyeron no siguiendo los criterios del Ayuntamiento, sino los del agente urbanizador”, habrá zonas que se vean afectadas negativamente por esta nueva organización. Se trata del caso de la pedanía de La Torre. Al estar muy cerca de los habitantes necesarios para gozar de una biblioteca, los vecinos reclamaban que su espacio siguiera siendo considerado como tal. Y que no se transformara en una agencia de lectura. Argumentan que es el único polo cultural de la pedanía y que por su condición de aislamiento respecto a Valencia dicha demanda se antojaba justa.
Una consideración que, de momento, no tiene en cuenta el nuevo plan trazado por Oliver. Su biblioteca pasa a ser una agencia de lectura. La decisión respecto al barrio de La Torre contrasta con lo acordado en Orriols. Con la misma problemática, el Ayuntamiento ha mantenido su espacio en la categoría de biblioteca principal ¿La razón? La misma que defienden los vecinos de La Torre: que es el único espacio cultural de la barriada. Oliver ha asegurado que en los casos de las pedanías y, en concreto, de La Torre “se van a estudiar, para poder darles mayores dotaciones y autonomía”.