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5.000 coches y motos más en València pese al aviso de Ribó sobre la imposibilidad de garantizar aparcamiento

Miles de valencianos con vehículos privados recibirán estos días el recibo del Ayuntamiento correspondiente al Impuesto de Circulación, cuyo de plazo de pago voluntario concluye el próximo 31 de octubre.

Así, según han informado fuentes de la Concejalía de Hacienda que dirige el edil Ramón Vilar (PSPV), se han emitido 436.200 recibos correspondientes a los vehículos privados dados de alta en la ciudad, lo que implica un aumento neto de 2.900 con respecto al año 2016.

Pese al incremento, las arcas municipales recaudarán 35,6 millones de euros, aproximadamente 100.000 euros menos que el año pasado debido al aumento de las bonificaciones a los vehículos históricos de más de 25 años y a los vehículos eléctricos, híbridos y de gas natural licuado.

Con todo, llama la atención que pese a las medidas emprendidas por el nuevo equipo de Gobierno que dirige Joan Ribó, dirigidas a fomentar el uso de la bici y del transporte público en detrimento del vehículo privado, tanto el número de turismos dados de alta como el de motocicletas han registrado importantes aumentos en tan solo un año.

Así, según los datos que maneja la delagación de Hacienda, en el caso de los turismos la ciudad cuenta con 327.000 no exentos del impuesto, lo que implica un aumento de 2.900 coches, mientras en el caso de las motocicletas, son 55.600 las dadas de alta, casi 2.000 más que hace un año.

Precisamente, Ribó lanzó un claro mensaje este lunes, quizás conocedor de estos datos. Preguntado sobre las opciones de aparcamiento de los vecinos de Orriols que estacionaban en el solar de la Ermita en el que se ha empezado a construir un parqye, el alcalde advirtió que “no hay ninguna ley que obligue al Ayuntamiento a  garantizar espacio para aparcar en la calle”.

El alcalde añadió que se buscarán alternativas y facilidades en la medida de lo posible, pero la afirmación supone una reafirmación en el cambio de paradigma que se quiere consolidar a nivel de movilidad, en el que el vehículo privado queda a la cola, por detrás de la bicicleta y el transporte público.