El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) aprobó en marzo de 2021 la orden ministerial por la que extendió la autorización de explotación de la central nuclear de Cofrentes (Valencia) hasta el 30 de noviembre de 2030, una fecha en la que se fija su cierre definitivo.
La concesión, en manos de Iberdrola, caducaba en el año 2021 y el fin de su vida útil estaba prevista para el año 2024 que está a punto de llegar, momento en el que cumplirá 40 años, pero el Gobierno a través del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) y la denominada Estrategia para una Transición Justa, decidió abordar un cierre escalonado y ordenado de todas las centrales nucleares por orden de antigüedad, prorrogando el funcionamiento de Cofrentes hasta dentro de seis años.
Sobre el cumplimiento de su vida útil después de 40 años y la posibilidad de seguir funcionando en condiciones de seguridad, fuentes de Iberdrola han explicado que “en España siempre se ha considerado la vida de diseño o vida operativa de las centrales nucleares para un escenario de 40 años de funcionamiento, sin embargo, la experiencia demuestra que, con un adecuado control del envejecimiento de los componentes y la modernización tecnológica de los equipos principales, se pueden obtener garantías suficientes para que la vida operativa de una central nuclear pueda ser superior a su vida de diseño”.
Dicho de otro modo, según la empresa, “la vida de diseño de 40 años prevista inicialmente ha resultado ser una previsión conservadora”. De hecho, “la práctica internacional reconoce que el continuo y exhaustivo seguimiento del comportamiento de equipos conlleva que se pueda ampliar la vida operativa de las instalaciones con garantías de seguridad y un correcto funcionamiento”. Por ejemplo, “en Estados Unidos, que es el país de referencia de la tecnología BWR (Boiling Water Reactor) que utiliza Cofrentes, 90 de los 93 reactores similares al valenciano que operan en aquel país, han sido autorizados para operar hasta 60 años, y seis de ellos hasta los 80 años”.
Sobre la inversión que se ha realizado para operar en condiciones de seguridad, las mismas fuentes han afirmado que “la permanente modernización de la instalación y la adecuación tecnológica basada en la experiencia operativa y en la normativa aplicable, exige realizar una permanente inversión orientada al objetivo de mantener la central operable de manera segura en cualquier escenario para el que se la requiera”. Esto significa que “la compañía va a mantener su ritmo de inversión anual en la modernización y mejora tecnológica de la planta, que en la última década se ha situado próxima a los 500 millones de euros”.
En cuanto a si sería técnicamente factible abordar una nueva prórroga llegado el año 2030 si no se dieran las condiciones para el desmantelamiento de la central, la respuesta de la compañía ha sido tajante: “Totalmente factible desde el punto de vista tecnológico puesto que cumplimos con todos los requisitos necesarios para ello. Existe una seguridad y fiabilidad adecuadas que sitúan a Cofrentes en el top 50 de las mejores centrales nucleares del mundo por su funcionamiento. Disponemos de un excelente equipo humano, formado y altamente cualificado que asegura una adecuada transmisión del conocimiento. Se garantiza una adecuada supervisión técnica por parte del organismo regulador (Consejo de Seguridad Nuclear) y por organismos internacionales independientes”.
Tanquem Cofrents pide el cierre antes de 2030
La generación nuclear en España cubre un 20% de la demanda a nivel nacional. En los últimos años ha aumentado mucho la contribución de la generación renovable (eólica y fotovoltaica principalmente) y se ha reducido la generación con carbón. Según Iberdrola, la energía nuclear supone “una importante fuente de suministro estable y libre de emisiones, y es fundamental para la estabilidad del sistema eléctrico nacional en el entorno de la transición energética”.
Pese a todo, la plataforma ecologista Tanquem Cofrents, tras una parada no programada reistrada el pasado mes de noviembre, exigió el “cierre inmediato” de la central de Cofrentes “sin necesidad de esperar a 2030, como está previsto actualmente en el calendario de cierre acordado entre el Gobierno y las empresas nucleares”.
La asociación aseguró que a los “pocos meses” de la parada anterior, en diciembre de 2021, “se produjo otro accidente, con explosión incluida del interruptor de generación, que se había cambiado por uno nuevo durante dicha parada de 2021, y que mantuvo parada la central durante más de un mes”.
Para Tanquem Cofrents, estos “accidentes y averías” ponen de manifiesto “una vez más” que la central de Cofrentes “está vieja y deteriorada”, y que las operaciones de mantenimiento “no se hacen con la diligencia debida, debido a la política por la dirección de la central de maximizar los beneficios económicos, aunque sea a costa de poner en riesgo la seguridad de los trabajadores de la central y de la ciudadanía en general”.
Desde Iberdrola, sin embargo, aseguran que “ninguno de los sucesos notificados al organismo regulador ha tenido nunca impacto en los trabajadores, ni el público, ni en el medio ambiente, y desde el punto de vista radiológico, los valores del fondo radiactivo natural de la zona no se han visto alterados en ningún caso por los 40 años de funcionamiento de la planta”.
Además, han añadido que de las paradas automáticas ocurridas en Cofrentes desde su origen, “se producen por la actuación de sistemas de seguridad que responden al diseño de llevar la planta a condiciones seguras ante diferentes tipos de incidencias operativas” y han insistido en que “lo importante desde el punto de vista de la seguridad no es el número de paradas o sucesos notificados, si no la trascendencia que estos podrían tener para la seguridad”.
Alegaciones de Eclogistas en Acción al almacén de residuos
Ecologistas en Acción del País Valencià ha presentado ocho alegaciones al proyecto de Almacén Temporal Individualizado (ATI-100) en la Central Nuclear de Cofrentes (Valencia). Según la organización, Iberdrola pretende instalar un total de 85 nuevos contenedores de Residuos Radiactivos en el exterior de las instalaciones de la central nuclear, para proseguir vaciando las piscinas ya saturadas con el consiguiente riesgo asociado al aire libre.
Por esa razón, los ecologistas consideran que el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) no tiene en consideración los impactos y situaciones adversas que supondrán este nuevo almacén temporal en el exterior de la central, como la inundabilidad, la vigilancia o la contaminación. Entre otros aspectos: “Se detectan problemas graves de inundabilidad en el emplazamiento escogido no expuestos ni previstos en el Estudio de Impacto Ambiental. Asimismo, respecto a las grandes presas de Alarcón y Contreras, que podrían afectar y comprometer seriamente la viabilidad de la central nuclear y su almacén de residuos, no se estudia en ningún caso la afección simultánea, como si eso no pudiera acontecer”.
Por otro lado, se percibe “una escasa vigilancia radiológica en los planteamientos del proyecto presentado; una nula información al público, pues en el Estudio de Impacto Ambiental no se aportan datos, y que se debiera, también, plantear de manera general el impacto de toda la operación del ATI-100, estimando sus emisiones radiactivas constantes al entorno circundante y al medio ambiente durante un periodo previsto de más de seis décadas”. La entidad entiende, a su vez, que “aportar un estudio epidemiológico previo resulta a todas luces imprescindible”.