Los expertos en contaminación de la Politècnica de València advierten: “Las decisiones deben ir encaminadas a reducir el tráfico”

“La relación del tráfico con la contaminación es directa, aunque variable en función de las condiciones meteorológicas ya que donde hay más barreras y el aire circula menos las partículas se concentran más, pero las emisiones vienen derivadas principalmente del tráfico y por eso las decisiones que se adopten para reducirlas deben ir encaminadas a una reducción del tráfico”.

Así se pronuncian en declaraciones a elDiario.es los profesores José Vicente Oliver y Edgar Lorenzo, del grupo de investigación contra el cambio climático del Instituto de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de la Universitat Politècnica de València (UPV), sobre el informe de calidad del aire que viene realizando desde el año 2017 junto a la ONG Mesura, y más en concreto sobre el último estudio realizado el año pasado.

El equipo de gobierno del Ayuntamiento de València del PP y de Vox liderado por la alcaldesa María José Catalá anunció que aplicaría una zona de bajas emisiones (ZBE) de mínimos que no supondría restricciones de tráfico, “salvo que se superen los umbrales de contaminación, algo poco probable ya que ningún barrio de Valencia alcanza los límites estipulados”, dijo el concejal de Movilidad, Jesús Carbonell.

El informe realizado por el equipo de la Politècnica, sin embargo, desmiente rotundamente esta afirmación y además se deberá tener en cuenta en la implementación de la ZBE, tal y como se aprobó en el pasado pleno con los votos a favor del PSPV, que propuso la moción, y de Compromís. El equipo de gobierno de derecha y de extrema derecha perdió esta votación porque muchos de sus concejales y concejalas, incluida la alcaldesa Catalá, se ausentaron momentáneamente de la sesión para almorzar.

Desde el grupo que lideran Oliver y Lorenzo afirman que los datos demuestran “claramente y con el máximo rigor científico que no limitar el acceso a vehículos contaminantes en la ZBE es precisamente no implementar una ZBE, siguiendo los límites de contaminación establecidos por la Directiva 2008/50 de la Comisión Europea”, algo que además desde el Ministerio de Transición Ecológico se advirtió de que puede acarrear la pérdida de 10 millones de euros en ayudas.

En base a las mediciones realizadas con una red de sensores de dosimetría pasiva con más de 600 unidades distribuidas por toda la ciudad, a los datos ofrecidos por las estaciones fijas y a la aplicación de sistemas de teledetección satelital del programa Copernicus, junto a los modelos de la intensidad y frecuencia del tráfico rodado en València, se concluye que tras la pandemia, ya en el año 2021, se superaron nuevamente los niveles de contaminación recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la propia Directiva Europea: “La calidad del aire recuperó los niveles de contaminación previos a la pandemia. Así, un 40% de las ubicaciones monitorizadas superaron los niveles fijados por Europa y la OMS”.

Esta evolución de la contaminación atmosférica en València se confirma y demuestra con los últimos datos medios obtenidos para la totalidad del año 2022, en el que hasta el 49% de las mediciones realizadas superaron los límites fijados. Esto implica que, a día de hoy, la población de 34 de los 70 barrios monitorizados vive en zonas donde la calidad del aire representa un serio riesgo para la salud. Así, los barrios con mayores niveles de contaminación son la Ciutat Fallera, Torrefiel, La Roqueta, Arrancapins, Vara de Quart, Sant Isidre y la Fonteta de Sant Lluis, que incluso en algunos casos doblan los límites tolerados.

En el caso del Puerto de València, tanto Oliver como Lorenzo explican que los niveles de contaminación “se reflejan cuando el viento sopla de levante, es decir, del mar hacia la ciudad” y añaden que “la influencia del Puerto es una cuestión que sí que se va abordar de forma pormenorizada en los próximos meses y de forma independiente al tráfico rodado”.

Según el profesor Oliver y en base a todos los resultados obtenidos y analizados por el grupo de investigación que dirige, “el tráfico es la principal fuente de emisión de gases y partículas contaminantes en nuestra ciudad, por lo que las ZBE solo pueden ser efectivas para la mejora de la calidad del aire y, por ende, para la salud de la ciudadanía, si se limita el acceso y el número de vehículos en las zonas más saturadas y contaminadas”.

Los investigadores ponen el acento en la importancia de aplicar medidas de ámbito metropolitano, ya que los mayores niveles de contaminación se dan en las entradas y salidas de la ciudad y las vías de alta densidad de tráfico: “Sobre la implantación de la ZBE hay mucho ruido, pero se pueden aplicar muchas medidas en las zonas con más problemas de contaminación, como potenciar el transporte público, los carriles bici. En cualquier caso, la solución global pasa por una estrategia de movilidad metropolitana, ya que los accesos a la ciudad son uno de los problemas. Se ve muy claro en la pista de Ademuz donde cada día se desplaza en coche mucha gente al polígono Fuente del Jarro por falta de alternativas de movilidad sostenible”.