L’Albufera, tres meses después de la DANA

Antes de la dana ya estábamos acostumbrados a que l’Albufera estuviera verde y con demasiada basura. Trabajar por su recuperación se había convertido en una causa noble que mucha gente estaba dispuesta a seguir defendiendo el resto de su vida. Eso sí, con poco convencimiento de llegar a ver un lago de aguas transparentes. Sin agua limpia y sin gobernanza jamás se iba a recuperar.
Y nos llega esta descomunal dana. La perturbación más fuerte que ha sufrido este espacio desde que es Parque Natural. Cada administración por su lado, con diagnósticos parciales y descoordinados, lanzan un mensaje de calma: el daño no ha sido menor, pero estamos solucionándolo. Pronto volveremos a… ¿l’Albufera pre-dana? ¿Quizás con un poco más de eutrofización, más tóxicos, mucha más basura?.
Pero ni esos objetivos se podrían cumplir con el actual caos organizativo. Menos aún alcanzar un buen estado ecológico de este humedal. Se requiere un único diagnóstico recogiendo de forma ordenada el conocimiento de CSIC, UV, UPV, etc. y de los sectores que viven l’Albufera: agricultores, ecologistas, pescadoras, cazadores, etc. En base a dicho diagnóstico, todas las administraciones deberían acordar un solo PROGRAMA ALBUFERA donde dejen a un lado la pelea política y pongan de su parte para recuperar juntos y definitivamente el Parque Natural en un plazo determinado (¿10 años?). Todos son todos: nivel estatal, regional y local.
En lugar de eso, cada uno por su cuenta, minimiza el alcance del problema para tranquilizar a la población. Se intenta dar la imagen de control, cuando no hay nadie al mando. O demasiada gente. ¿Prepotencia? ¿Pereza de mirar al problema a la cara? ¿Ganas de demostrar que una administración es mejor que la otra con fines electorales? Nos encontramos en un escenario que supone un obstáculo total para la búsqueda de soluciones reales. Por cierto, declarar l’Albufera “Reserva de la Biosfera” no implica mejor gestión, solo desvía la atención de dónde están los problemas.
La situación es compleja. No todas las zonas del entorno protegido han sufrido igual y las afecciones han sido de diferentes tipos. Es importante tener una visión global, entender las distintas caras de esta catástrofe medioambiental en l’Albufera y reconocer la dificultad del diagnóstico. Si de verdad queremos una Albufera limpia como una realidad y no como una utopía, tendremos que asumir la necesidad de cambiar la forma de funcionar, coordinarse y programar las actuaciones de restauración.
Como anejo, para los que deseen más información y dispongan de unos minutos, propongo un repaso a las zonas del Parque Natural de l’Albufera que han sido afectadas por la dana y a los distintos tipos de impacto ambiental sufridos (contaminantes diluidos, residuos sólidos y erosión).

¿POR DÓNDE LLEGÓ LA BARRANCADA A L’ALBUFERA?
La barrancada provocada por la dana de octubre de 2024 entró en el Parque Natural de l’Albufera por diferentes sitios. Parte de la barrancada llegó directa al mar por el cauce nuevo del Turia, depositando a lo largo de kilómetros de playas del entorno protegido restos vegetales, troncos de árboles gigantes y mucha basura.
Otra parte fue por el barranco del Poio hasta el lago. Buena parte del agua que entró en el lago fue casi directa al mar, a través de la Gola del Pujol (principal desagüe de l’Albufera, cercano a la desembocadura del Poio). Sin embargo, el fuerte viento de Levante dispersó muchísimos restos sólidos por todo el perímetro del lago, sobre todo en su orilla noreste donde se formaron grandes islas de material vegetal y basura.
El lago se sobró por encima de las motas inundando los arrozales contiguos. También llegó agua proveniente del desbordamiento del Río Magre. Finalmente, gran parte del Parque Natural quedó cubierto por una masa continua de agua, laminando la avenida y salvando los pueblos costeros.
Otra entrada de la barrancada en el Parque Natural fue por encima de la pista de Silla (la CV31). El agua que había devastado pueblos y tras ellos los polígonos y centros comerciales de Alfafar, Sedaví, Massanassa, Albal, Catarroja… hizo tope con esta autovía, rebasándola a ambos lados del barranco del Poio. Cientos de coches, basura, contenedores… entraban directos a los arrozales atravesando el marjal hasta el mismísimo lago, destrozando acequias, desdibujando los campos y dejando un reguero de basura apocalíptico en muchas zonas.
El marjal sur del Parque Natural que sufrió inundación, tuvo la suerte de no recibir residuos. Desde El Palmar hasta Sueca, las grandes extensiones de arroz han recuperado su estado anterior a la dana sin apenas perjuicios. El cultivo de la mayor parte de arroz del Parque Natural va a seguir garantizado. Lo mismo que al atractivo natural de L’Albufera. A pesar de las amplias zonas impactadas del norte del entorno protegido, el humedal conserva su singular belleza en la mayor parte.

¿CÓMO HAN SIDO LOS DIFERENTES IMPACTOS?
El paso de la dana por el entorno protegido produjo perturbaciones de distintos tipos sobre el medio natural, que pueden afectar tanto a las personas como a la biodiversidad. Para entenderlo mejor, podemos separar en 3 grupos los principales impactos ambientales sufridos en el Parque Natural de l’Albufera como consecuencia de la dana:
1) Contaminantes diluidos en el agua, que a su vez podríamos dividir en materia orgánica y compuestos potencialmente tóxicos:
El exceso de materia orgánica es el problema que ya antes de la dana dejaba las aguas de l’Albufera verdes y opacas. El lago lleva décadas sufriendo falta de agua limpia del Xúquer y exceso de vertido de nutrientes (aguas residuales urbanas e industriales con falta de depuración, fertilizantes, etc.). Aparte del contenido de materia orgánica que pudiera llevar el agua de la barrancada, en las semanas posteriores los sistemas de depuración estuvieron colapsados, aportando al humedal mayor contenido de restos de materia orgánica en descomposición. Esto podría contribuir aún más a la eutrofización del lago. Además, también podría acarrear un incremento potencial de bacterias, algunas de las cuales pueden considerarse peligrosas para la salud animal y, por lo tanto, humana.
En cuanto a compuestos potencialmente tóxicos, la barrancada arrasó con productos domésticos e industriales almacenados en comercios, casas, naves industriales, coches, etc. Muchos de los envases con pictogramas advirtiendo de su toxicidad o su peligrosidad para organismos acuáticos. Medicamentos en cantidades industriales, pilas, insecticidas, barnices, latas de aceite, productos de limpieza… Todos los productos que vemos en los estantes al ir de compras en una gran superficie, desparramados aún a día de hoy, por distintas zonas de este entorno protegido. Algunos envases se ven cerrados. La mayoría están destrozados, evidenciando que han vertido su contenido. Muchos son compuestos sintéticos creados por el ser humano, que no se degradan de la misma manera que los residuos orgánicos y que el metabolismo de los organismos no los asimila, por lo que suelen causar efectos tóxicos.
Tanto la materia orgánica como los productos tóxicos que entraron en el Parque Natural vinieron junto con una cantidad colosal de agua. El efecto de dilución cabe esperar que fuera altísimo y, por lo tanto, menor el impacto.
Sin embargo, cabe recordar que antes de la dana ya se estaban desarrollando investigaciones con resultados muy preocupantes sobre la presencia en l’Albufera de contaminantes persistentes o que pueden tener impacto crónico porque se emiten de manera continua. Por ejemplo, fitosanitarios o restos de medicamentos, drogas, cosméticos que, después de pasar por nuestro cuerpo, llegan a las depuradoras (que no están preparadas para retenerlas) y por último al lago.
Estas investigaciones dieron algunos titulares memorables como: “Detectan cocaína en el lago de l’Albufera”. Sensacionalismos aparte, está demostrado que el efecto de estas sustancias, que ahora la ciencia ya puede analizar en concentraciones relativamente bajas pueden contribuir, junto con otros factores, a la falta de recuperación del lago, con un impacto acumulativo (entre compuestos) y crónico.
Antes de la dana estábamos preocupados por esas micro-concentraciones “habituales” de contaminantes persistentes. Ahora nos han llegado los productos químicos puros al lago en cantidades industriales.
Ha llegado una gran cantidad de compuestos que deben ser analizados. No se trata solo de un impacto puntual, algunos envases pueden ir soltando contaminantes a los suelos y al agua de manera gradual (por ejemplo, blísteres o envases) y la riada puede haber movilizado sustancias que estaban atrapadas en el sedimento, haciéndolas más biodisponibles y fomentando su acumulación en la red trófica. Todo esto tiene implicaciones para la viabilidad las poblaciones de animales y plantas a largo plazo, y puede tener riesgos para la salud humana (consumo de peces) y para las actividades que dependen de esta (caza).
No basta con analizar los parámetros normales que hasta ahora se medían en el lago y publicar que las afecciones son menores. No podemos afirmar que todos los impactos descritos ocurran, pero es un riesgo potencial que no podemos minusvalorar.
Confederación Hidrográfica del Júcar, UPV, Universidad de Valencia, CSIC, entre otros, son muchos los equipos de investigación que están tomando muestras desde casi el día después de la dana. Pero no están coordinados. Hay solapamientos, problemas para compartir la información, huecos que no está investigando nadie. Y sobre todo, hay falta de recursos económicos. Se necesita coordinar el conocimiento que albergan los brillantes científicos de los que disponemos, para optimizar recursos y buscar el mejor diagnóstico posible. Debería haber ocurrido desde el principio, pero aún estamos a tiempo de corregirlo.

2) Residuos Sólidos
Otro problema que l’Albufera ya sufría es el exceso de basura, que ahora ha empeorado exponencialmente. Los esfuerzos iniciales se han centrado en retirar los plásticos de mayor tamaño de zonas accesibles. Se han utilizado algunas excavadoras para quitar lo más gordo en canales y acequias. Los voluntarios y militares están desarrollando una labor gigantesca de retirada de basura, pero parece que no van a acabar nunca. Pese a que desde Generalitat se anunció que todos los cauces de acequias estaban limpios, es un hecho constatable por cualquiera que se dé una vuelta o vea redes sociales, que no es así. En el lago unas pocas máquinas anfibias (de nuevo unas pocas) intentan quitar lo gordo (de nuevo) de las zonas donde más se acumula. Por fin, meses después de la dana, algunas barreras cerco ya evitan una mayor dispersión de la basura. ¿Cómo gestionar luego ese volumen de cañas mezcladas con todo tipo de basura? En los arrozales donde la basura está dispersa y semienterrada en el barro no consta que se haya actuado aún.
Dentro de los residuos sólidos, lo más alarmante sean quizás los microplásticos. Antes ya era complicado encontrar rincones del Parque Natural sin basura. Ahora, el torrente de agua de la dana ha depositado en campos de arroz, lago y playas una desorbitada cantidad de trocitos de envases, bolitas de porexpan, infinidad de diminutos pelets de plástico blancos, negros y azules dispersos y mezclados en el fango. La retirada de estos plásticos se presenta compleja y larga. Principalmente en arrozales, fondo del lago o matas de vegetación de l’Albufera. Posiblemente se requerirá de maquinaria especializada y, en algunos puntos, de descontaminación de suelos. Nada se ha oído por ahora de cómo se plantea enfocar este tema.

3) Erosión
La fuerza del agua ha deteriorado canales y campos de cultivo de arroz que requieren, tras su limpieza, movimiento de tierras, infraestructuras hidráulicas, nivelación… En ciertas zonas de Massanassa y Catarroja cuesta pensar que este año se pueda cultivar en condiciones.
Las motas del lago, los diques perimetrales que separan L’Albufera de los arrozales, también han sufrido erosión por el paso del torrente y por haber quedado bajo el agua durante días. La primera evaluación de daños de l’Ajuntament de València solo contempla los daños de las motas más cercanas a la desembocadura de barranco del Poio, lo que ha despertado las quejas de los damninificados de las zonas olvidadas.
L’Ajuntament de València, como propietario de l’Albufera, debería contar con la colaboración de sus vecinos arroceros y asumir el coste del mantenimiento de estas montañas de tierra que son la cubeta del algo y garantizan que su agua no entre en los arrozales.

Los retos territoriales son abrumadores más allá de L’Albufera. La recuperación en zonas urbanas, agrícolas, barrancos, el Parque Natural del Turia (prácticamente deshecho), el mar… El desafío parece inabarcable. Por eso necesitamos organizarnos en diferentes frentes de acción. L’Albufera debe ser uno de ellos. Necesitamos volver a ilusionarnos en estudiar todos los problemas descritos para recuperar una Albufera limpia en la que ya nos cuesta soñar, pero que somos capaces de conseguir.
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