El presidente de la Confederación del Comercio, Servicios i Autónomos de la Comunitat Valenciana (CONFECOMERÇ CV) y de la Asociación de Comerciantes del Centro Histórico de València, Rafael Torres, fue elegido recientemente por unanimidad nuevo presidente de la Confederación Española de Comercio (CEC) por la Junta Directiva de la organización. El nombramiento se produjo tras la dimisión de Pedro Campo Iglesias, que ha renunciado al cargo por motivos personales tras más 30 años de trayectoria en el seno de la CEC.
Rafael Torres, que hasta ahora ocupaba el cargo de vicepresidente, asume la presidencia con la voluntad de impulsar a un sector estratégico como es el de las pymes y autónomos de comercio minorista en España y en un momento especialmente complicado marcado por los importantes desafíos económicos y sociales que afronta.
¿Qué supone que un valenciano sea la cara visible y el máximo representante del pequeño comercio en toda España?
Supone un honor, es algo que no esperaba y que tampoco he perseguido y el hecho de que, con motivo de que el hasta ahora presidente presentara la dimisión por motivos personales me propusieran a mí por unanimidad, es un orgullo. Es también una responsabilidad muy grande porque supone que, más allá de mi persona, se está viendo el trabajo que se ha hecho en València y en la Comunitat Valenciana, el posicionamiento que estamos teniendo, la visibilidad y el trabajo que se está haciendo a todos los niveles y que hay, digamos, paz y equipo. Asumimos un proceso de unión entre Covaco y Cecoval que ha sido muy exitoso y todo ello creo que se ha tenido en cuenta y se ha reconocido a nivel nacional.
¿Es la primera vez que un valenciano tiene este cargo?
Yo creo que sí, porque que yo recuerde de momoria al menos tirando 20 años atrás ha sido un catalán, un andaluz y un vasco. Así que creo que sí, soy el primer valenciano que accede a la presidencia de la Confederación Española de Comercio.
¿Cuáles son los retos más importantes a los que se enfrenta el pequeño comercio?
A corto plazo tratar de salir de esta crisis en la que seguimos inmersos de la mejor manera, llevando a cabo políticas que incentiven la demanda del consumidor. Con el apoyo de la administración, hacer campañas por ejemplo de bonos consumo. En definitiva, tirar de la demanda. El gran reto es la vacunación, cuanto antes se complete la vacunación antes recuperaremos los hábitos de compra normales del consumidor que evidentemente han cambiado. El consumo depende mucho del estado de ánimo del consumidor y mientras exista esta sensación de inquietud o de inseguridad lógicamente el consumo se resiente. Más allá de eso debemos consolidar la posición o la importancia del comercio y del pequeño comercio en las políticas económicas del Gobierno central, que se hable de comercio interior tanto como de comercio exterior, que hasta ahora parece que el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo habla casi en exclusiva del comercio exterior. Se está haciendo un trabajo para que eso cambie y vamos a seguir aportando ese grano de arena para que tenga la importancia que merece un sector que representa el 13% del producto interior bruto (PIB).
¿Qué temas tienen por abordar con más urgencia con el Gobierno?
Debemos trabajar con el Gobierno a nivel legislativo, a nivel fiscal, hablar de temas de empleo, de formación, sacar una línea de ayudas fiscales para el comercio de proximidad de cara a la contratación y a la digitalización que se debe abordar con los fondos europeos. No quisiéramos que esos fondos acabaran en las manos de las grandes empresas porque es lo más fácil y porque los plazos de ejecución son más cortos y que al final el Gobierno lo que haga es dárselo a Telefónica, al Banco de Santander o a una gran empresa que ya tiene unos programas previstos para ejecutar y que al final les salgan gratis. Esos fondos tienen que ir destinado a transformar los sectores que necesitan la renovación urgente y el comercio de proximidad es fundamental que acometa ese proceso de digitalización.
¿Las grandes plataformas de comercio online que han surgido como Amazon se ven como una amenaza o como una oportunidad?
Se ven como lo que son, una amenaza evidente, pero también es una competencia que nos obliga a ser mejores. Lo que es fundamental es que todos compitan en igualdad de condiciones. Al final lo que no se puede permitir es que una plataforma como esta que has mencionado o cualquier otra esté compitiendo con ventajas sobre todo en temas fiscales porque al final están vendiendo en cualquier parte del mundo sin tributar porque están domiciliadas en países con tributación baja o en paraísos fiscales. Al final están haciendo una competencia desleal desde ese punto de vista. Con lo cual es un grande que tiene una autopista para competir cuando los demás tenemos caminos de piedras. Soportamos demasiadas tasas, demasiados impuestos y estas empresas están trabajando con mucha más capacidad económica y sin esos obstáculos. Es un tema que hay que tratar también en Europa.
Después también hay que ver por ejemplo que por mucho que vayan a un modelo de huella de carbono cero, que todos sabemos que eso es mentira, ahora mismo todo lo que se mueve a nivel transporte internacional deja una huella de carbono importante y quizá eso habría que ver fiscalmente cómo se trata, porque no es lo mismo el que está trabajando en el comercio de proximidad y por tanto trabajando de forma mucho más sostenible, favoreciendo a la economía que tiene cerca, que el que está trabajando con productos que vienen de cualquier parte del mundo y la huella que deja eso a todos los niveles, es algo a tener en cuenta. Pero al final eso nos tiene que obligar a saber transformarnos para llegar a nuestros clientes, digitalizarnos en nuestra forma de hablar con nuestros clientes, no solo de vender, sino en la manera de conocerlos y tratar con ellos. Pero no podemos competir de igual a igual ni pretender ser un Amazon porque eso es morir en el intento.
¿Cómo les ha afectado la pandemia y qué efecto han tenido las ayudas que se han articulado?
La información que manejo es sobre todo de la Comunitat Valenciana pero es extrapolable al resto de España. Ha habido muy poca ayuda. Lo que ha habido son pequeños parches, tiritas. Entendemos que no hay dinero suficiente para salvar o ayudar a las empresas que antes eran viables, porque creo que hay que ayudar a la empresa que antes lo era para que siga siendo viable. Hay que tener en cuenta lo que representamos, a nivel de empleo el 16% de la Seguridad Social y el 13% del PIB, es decir, estamos hablando de un sector absolutamente crucial y se ha demostrado en la pandemia que el comercio ha sido crucial, pero las ayudas han sido muy escasas. En la Comunitat Valenciana sí que hubo planes específicos para otros sectores muy dañados como la hostelería y el turismo, que lo necesitaban y lo siguen necesitando, pero no se llegó a articular un plan específico de ayuda para el sector del comercio.
Pero el Gobierno sí que anunció ayudas para autónomos y pymes, ¿se han llegado a repartir?
Sí que hemos tenido el Plan Resistir Plus que vino del plan estatal, del que a la Comunitat Valenciana le tocaron 647 millones, pero ahora se está demostrando que los criterios de aprobación para obtener las ayudas han sido demasiado rígidos y ahora mismo la situación en toda España es que entre un 60% y un 65% de las empresas no están pudiendo acceder y esas bolsas de ayudas se pueden acabar perdiendo si el Gobierno central no flexibiliza los criterios. Por ejemplo, es obligatorio haber bajado un 30% la facturación. Eso ha dejado fuera a un montón de empresas que están perdiendo dinero por las restricciones, pero que como no han bajado ese 30% las borra de un plumazo. Dos tercios de las ayudas se pueden quedar sin adjudicar a no ser que se flexibilicen los criterios. Eso es un error que el Gobierno debe rectificar y que creo que son conscientes y hay que ver hasta qué punto lo hacen.
¿Cuántas empresas pueden haber cerrado como consecuencia de la crisis?
Es complicado, pero estimamos que entre el 15% y el 20% han podido caer en la Comunitat Valenciana y en España ya se hablaba en diciembre de un 15%. Está claro que en aquellos territorios que estén más influenciados por el turismo será peor.
¿Cuáles han sido los sectores más perjudicados?
A nivel sectorial, todo lo que tiene que ver con la alimentación ha resistido muy bien, todo lo que tiene que ver con el equipamiento del hogar también ha resistido muy bien, incluso con cifras superiores a las del año 2019, pero todo aquello que tiene que ver con el equipamiento personal está teniendo unas caídas de facturación muy preocupantes y en el caso de la moda, el textil concretamente, sigue siendo muy preocupante. No hace mucho la patronal decía que estaba un 40% por debajo de 2019 y que las rebajas parece que han caído entre un 25% y un 30%. Como no hemos recuperado la normalidad, no hay eventos de la misma manera, seguimos teniendo toque de queda en zonas como en la Comunitat Valenciana, la gente sigue teniendo reparos y gasta menos dinero en ropas y en complementos. Además el año que viene vencen los préstamos del ICO y habrá que empezar a devolverlos. Si no se prolongan determinadas medidas o se sacan medidas fiscales de apoyo podemos asistir a un escenario un poco dantesto de falta de capacidad para devolver créditos. Por eso es fundamental que de cara al último trimestre la vacunación avance y que se puedan recuperar los hábitos normales.
Ya en clave más valenciana, en septiembre entra en vigor parte del Plan de Acción Territorial Sectorial del Comercio de la Comunitat Valenciana (Patsecova), ¿cree que será una buena herramienta de protección del pequeño comercio frente a las grandes superficies?
Sí, creo que todas las actividades deben tener cierta regulación o cierto marco de actuación en el que todo el mundo sepa las reglas que hay, al igual que existe con otras actividades como por ejemplo la turística, que tiene una legislación muy clara. Yo creo que en cuanto a la protección del territorio, cualquier actividad debe ser sostenible y el Patsecova es lo que más marca. No mide tanto que haya una saturación como que haya cierto perjuicio medio ambiental. Yo creo que eso puede ser bueno para ordenar y que los diferentes formatos comerciales crezcan en equilibrio. Al final se trata de eso, todos tienen que existir, porque yo no creo que el pequeño comercio deba luchar para que desaparezcan las grandes superficies, sino que tenemos que luchar para que haya un equilibrio de formatos comerciales y que todos compitan en igualdad de condiciones. Eso a veces implica discriminación positiva hacia el más débil, al igual que se hace en otras áreas.
Como presidente también de la Asociación de Comerciantes del Centro Histórico de València, ¿cómo ve la proliferación de franquicias en el casco antiguo en detrimento del comercio tradicional?
Es muy difícil porque es un proceso que estamos viendo en muchas ciudades, pero está claro que los ayuntamientos deben de hacer un esfuerzo adicional y más allá de decir que están con el pequeño comercio, con el comercio tradicional y de proximidad, lo que te da un valor añadido es aquello que es propio y que es autóctono y hay que defenderlo además de con buenas palabras, con hechos. Quizás dar una serie de beneficios fiscales o ayudas al mantenimiento de ciertos comercios, más allá de lo que ahora se considera comercio emblemático que es una figura en la que caben muy pocos comercios. Yo creo que se debería de ampliar esa figura, en su día lo hablamos con el Ayuntamiento para crear una figura específica para el comercio de barrio y de proximidad menos rígida que la actual de comercio emblemático, que no incluya a las franquicias y que diferencie al empresario autóctono de las franquicias. Y apoyar a esa figura de forma fiscal y con ayudas. Es algo que en su día se habló con el tristemente fallecido concejal Ramón Vilar, él lo vio positivo para darle contenido, pero ahora está parado.
Estando de acuerdo con el fondo de las políticas de peatonalización que se están ejecutando sobre todo ahora en el centro, se han mostrado críticos en algunos momentos, ¿por qué?
Si al final parece que todas las actividades van ordenadas a hacer un centro peatonal, podemos estar de acuerdo en que ese debe ser el objetivo. Pero para llegar a ese objetivo hay que seguir unos pasos lógicos y es que sea un proceso más dialogado, mucho más transparente, en el que se tenga mucho más en cuenta a los colectivos, no solo a los comercios, a los usuarios de transporte público, a los comerciantes, a los vecinos, a la gente con problemas de movilidad. Lo que no puedes hacer es peatonalizar el centro pero al mismo tiempo aislarlo porque ahora mismo la movilidad es un problema gordísimo en València, hablo a nivel local, pero también del área metropolitana. Se están dando unos pasos de cerrar el centro histórico, pero al mismo tiempo se reduce el transporte público y eso lo que hace es matar al comercio. Entonces, volviendo al tema de las franquicias, eso va a contribuir a tener un centro histórico turístico que a su vez se va a acabar de cargar el comercio autóctono y a llenar el centro de franquicias y de puestos de comida rápida porque el que va a estar en el centro paseando seguro es el turista. Nuestros clientes que son del resto de los barrios y que tienen mala comunicación con el centro cada vez vienen menos, junto a los del área metropolitana que tienen una comunicación pésima y cada vez vienen menos porque les es más cómodo ir al centro comercial. Todo esto va a provocar que tengamos un centro histórico turístico maravilloso, lleno de franquicias maravillosas, oero nos cargaremos el comercio autóctono y la gente que vive en el centro se irá porque no tendrá los servicios propios de los barrios o comercio especializado de proximidad, porque al final los precios subirán y será imposible mantenerlo.
¿Una de las soluciones pasaría, por lo tanto, por potenciar el transporte público en el centro y facilitar la accesibilidad al vecino o al comerciante?
Yo estoy harto de hablar con clientes que me dicen que vienen porque les gusta algo concreto, pero que si pueden lo evitan. La gente eso de venir al centro de compras cada vez lo hace menos. Se está expulsando a la gente. El centro histórico tiene 150 hectáreas. Hemos hecho un estudio en el que hemos visto que en 104 hectáreas, es decir, más de dos tercios, no hay acceso a servicio público de transporte a menos de 400 metros. Esa es la prueba de que lo que se ha hecho es aislar al centro histórico y por lo tanto ponernos en riesgo de muerte. Luego ya suma las obras y la pandemia, que viene a agravar la situación, pero incluso cuando esté todo acabado y peatonalizado, si la accesibilidad sigue estando limitada, no resurgirá y acabará todo con terrazas, con franquicias y con comida rápida. Sí que fluirán negocios, pero quizás no el que queremos defender. Si queremos ir hacia un modelo de ciudad distinto con una personalidad y una diferenciación creo que las decisiones no son las más adecuadas. En cualquier ciudad el centro es el corazón y lo que conecta con todos los barrios y el área metropolitana y todo el mundo tiene que poder acceder fácil. Aquí parece que lo que se está pretendiendo es que la gente no venga y lo que estamos viendo es que la gente cada vez quiere venir menos porque lo ve un lío, incómodo y problemático. Para eso hay que trabajar el tema de parkings disuasorios con enlaces de transporte público, con lanzaderas que vayan rápido al centro y que para la gente sea fácil llegar de una forma cómoda y eficiente en transporte público. En estos momentos, no es así. La prueba está en que la línea C1 de la EMT que atraviesa el centro ha sido un fracaso y el nivel de ocupación es muy inferior al del resto de las líneas de la EMT, es casi la mitad que en el resto de líneas, y ya se redujo un 85% el servicio con el desvío de líneas por Poeta Querol. Por eso decimos que se ha perdido mucha accesibilidad al centro, se está aislando, y eso un Gobierno municipal no se lo puede permitir.