Vicent Marzà (Castelló de la Plana, 1983) es una de las jóvenes promesas y una de las figuras que más han brillado del nuevo Consell de izquierdas. De Compromís y de la corriente del Bloc más renovadora, con su nombramiento como conseller de Educación, Cultura, Investigación y Deporte parecía el blanco perfecto de las críticas de la derecha. Con mucho trabajo, este profesor de francés e inglés ha superado el hecho de estar en el punto de mira. Los retos de su departamento, sin embargo, son enormes, y el malestar en sectores de la educación y la cultura se hace notar en algunos frentes.
Tras veinte años de gobierno del PP, ¿Cómo se ha encontrado la conselleria?
Nos hemos encontrado una conselleria descapitalizada y con el presupuesto ejecutado al 83% cuando faltaban seis meses aún para terminar el año. Esto desmonta el dogma de que la derecha gestiona mejor que la izquierda. Al contrario. Que haya cinco arquitectos para todo el País Valenciano o que una persona se encargue de gestionar 13.000 incidencias es síntoma de que se ha recortado por encima de las posibilidades reales.
Una de las herencias más claras de la anterior etapa son los barracones. Usted ha propuesto un plan para eliminarlos en 2016. ¿No es un poco atrevido?
Sí, es atrevido. Pero hemos venido aquí para trabajar a máximos. Se trata de una prioridad para la sociedad y lo es para nosotros, ya que hace demasiados años que se vendían estas estructuras cómo provisionales y han acabado siendo definitivas. De hecho, pensaban antes hacer un barracón en lugar de dar un servicio para hacer negocio. Nosotros tenemos la visión contraria. Es verdad que mientras se reconstruyen las escuelas habrá niños en aulas prefabricadas. No tenían plan para acabar con la indignidad que suponen. Nosotros lo haremos con criterios objetivos: sin pensar que se hace aquí la escuela porque el alcalde es amigo del conseller, como ocurría anteriormente.
La puesta en marcha del plan piloto de aulas de 0-2 años le ha supuesto a la izquierda el nacimiento del primer ‘salvem’. ¿No contrasta con el modelo que se defendía desde Compromís de cooperativas educativas?
No contrasta, ya que en el Acord del Botànic ya se establecía el objetivo de incrementar la educación pública de 0-3 años. Si se analizan las unidades se ve como se ubican en centros donde el PP recortó en la escuela pública con el objetivo de apoyar más a la privada y la concertada. Lo que hacemos es aumentar las unidades en la etapa donde se pueden reducir más las desigualdades en lugares castigados por los recortes, y, además, incrementamos la oferta. Y lo hacemos con calidad al tener dos profesores en un aula de 18 niños, creando puestos de trabajo. De hecho, a la plataforma Salvem 0-3 les ha gustado más nuestra propuesta de bono infantil que la del gobierno del PP.
Criterios de escolarización, becas, etc. Parece que los enfrentamientos entre la conselleria y la concertada son constantes. ¿Cuál es la filosofía que se tiene para estos centros?
Nosotros apostamos por que todos los centros pagados con nuestros impuestos tengan los mismos criterios. Tengan la titularidad que tengan. Y más que enfrentamientos, han sido posicionamientos interesados, en especial por algún partido para soliviantar a la gente. Decían que íbamos a terminar con la libertad de elección y hemos hecho lo contrario: hemos profundizado en ella. Con el nuevo decreto de admisión las familias podrán escoger la escuela que quieran. Eso sí, sí se tiene que desempatar será con unos criterios iguales para todos. Que no llegue una escuela y pueda elegir con un criterio diferente al de otra. Con ello, es el ciudadano quien realmente puede escoger. Antes era al contrario.
Hinchada también con recursos públicos se creó una burbuja de universidades privadas. ¿Se ha paralizado? ¿Cuáles son sus planes?
Lo que hemos dicho es que tenemos que hacer un mapa de titulaciones. Y, de momento, lo que hacemos es promover una bajada de tasas en las universidades que controlamos. A eso se suman también las becas para evitar que la gente no se quede sin estudiar, como ocurría antes. De ahí las becas salario o las ayudas para que la gente que trabaja y estudia pueda terminar la carrera. La idea es clara: que nadie se vea expulsado de la universidad por motivos económicos.
Según un estudio del IVIE que se ha publicado recientemente, el gasto público en España ha vuelto a niveles de 2000. No es fácil revertirlo.
No es fácil, ya que la reducción es dramática. Nosotros desde el primer día lo estamos revertiendo porque hemos venido a reconstruir la educación valenciana. Apostamos por la pública y vamos a revertir los recortes, aunque no lo podremos hacer en un año ni en dos. El impulso del plan piloto de aulas de educación infantil con los mismos recursos que tenía el PP demuestra que no se recortaba por cuestiones presupuestarias. Eso era mentira. Se hacía por razones ideológicas, ya que para el próximo año tendremos casi 1.500 maestros más y estamos bajando las ratios a 25 alumnos.
Con esta apuesta por la educación pública se entiende que no se va a concertar más.
Nosotros hemos dicho siempre que, donde no llega la pública, tiene sentido concertar. Pero consideramos que primero hay que intentar llegar con la red pública. No ha sido así durante estos años, ya que se pensaba en sentido contrario.
El último borrador del reglamento que afecta a la jornada continua habla de que los padres tienen el voto mayoritario para decidir qué modelo quieren. ¿Usted es partidario de esta fórmula?
Lo que hacemos es responder a un debate público que no se había resuelto. Hacemos un cambio en la jornada escolar que facilita un modelo de renovación pedagógica, ya que aquellos que quieren optar por otra fórmula a la aplicada hasta ahora tendrán que presentar un proyecto pedagógico innovador. Si es bueno, pasará a votación. Pero no solo por las familias, sino también en el municipio. La jornada escolar no solo afecta a las familias.
Pese a que la intención es cambiar el modelo de plurilingüismo, aún no se ha abordado. ¿Cuáles son las líneas del nuevo reglamento?
Se ha de terminar el tiempo en que las lenguas servían para discutir. Para nosotros sirven para comunicarse y avanzar. Tener lengua propia es una ventaja y una riqueza que se debe aprovechar. Hasta ahora se había visto como un impedimento. ¿Y cómo se plasma eso en un modelo educativo? Para ello hemos pedido un borrador de orden a los expertos de las universidades públicas para que nos ilustren sobre cuál sería el mejor modelo. Hay que recordar que Finlandia vino aquí porque éramos hace muchos años referentes en el modelo de inmersión lingüística, al principio de ponerlo en marcha. Queremos volver a ser referentes europeos en enseñanza de lenguas.
La educación valenciana fue pionera en un modelo avanzado de formación de adultos y ahora parece que hay una tendencia a confundirla con una variante de la secundaria. ¿Cómo se puede afrontar?
Hay diferentes aspectos que se deben afrontar, como son la educación de adultos y la formación profesional, consideradas hasta ahora como las hermanas pobres. Nosotros queremos darle la vuelta a eso renovando el modelo. Y en formación profesional estamos haciendo un mapa para ver cuáles son las necesidades del modelo productivo.
Hablemos de cultura. Mientras el empujón es fuerte en educación, el mundo de la cultura se queja que hacen falta medidas urgentes. ¿Se va a fiar todo al plan estratégico?
No. Hemos empezado, pero los ritmos son diferentes. Si la educación había estado maltratada, la cultura aún más. El sector está destrozado. Y se ha actuado siempre de una forma muy clientelar. Hay necesidad de cambios inmediatos. Nos hemos encontrado con estructuras carcomidas que difícilmente se pueden cambiar, pero que precisan de ello. Culturarts, Les Arts o los espacios expositivos que tenemos se deben cambiar. Lo que hemos hecho es preparar el escenario para que estos cambios funcionen a largo plazo. A corto, estamos programando o coproduciendo en valenciano en el Teatro Principal o el Rialto, algo que no se había hecho hasta ahora. Les Arts se ha abierto a la ciudadanía con programación más diversa y accesible. Hemos doblado el presupuesto en artes escénicas. Se han terminado las ocurrencias y hacer cultura para una cierta elite de forma clientelar.
-Culturats se critica mucho desde los sectores culturales.
Es normal porque no se ha gestionado bien. Su concepción iba en contra de lo que decían los sectores. Nosotros lo que decimos es que nos da igual el nombre o el instrumento, lo que queremos es el objetivo.
Pero el problema de este ente es de concepción. Tal vez no debió hacerse un paquete con todas las disciplinas.
Los institutos tienen que tener mayor fuerza. El instituto de teatro, el de cinematografía, el de la música… Y nos gustaría que hubiera uno de la música y la cultura popular. Deben estar al servicio de los diferentes sectores culturales y que la estructura no se coma los recursos necesarios para el sector. En nuestros presupuestos ya se ve cómo estamos dando la vuelta a eso. Y programando también en las comarcas, no solo en la centralidad de Valencia.
¿Con poco más de medio millón de euros es suficiente para empezar a exportar cultura?
Es más de lo que había. Y por primera vez hay un plan coordinado con el IVACE. 445.000 euros es mucho dinero cuando venimos de la nada. Es una apuesta muy importante.
Se está ultimando la primera ley de esta conselleria, con la que se dará más autonomía al IVAM. ¿Cómo se pretende hacerlo?
Lo que queremos es dotarlo de autonomía para que pueda gestionar, y así que pueda recuperar la calidad que tenía. Recuperar su espíritu mediterráneo es nuestro polo de acción. Pero con esta ley también estará fiscalizado para evitar que no vuelva a suceder como antaño. Por eso también nuestra colaboración con la justicia y nuestro código de buenas prácticas. No habrá paz para los corruptos ni para los responsables que, teniendo los informes, miraban hacia otro lado.