Tres formas de reutilizar tu bolsa de té y reducir su impacto ambiental
Como sucede con los posos del café, con los que puedes cocinar e incluso hacer galletas, también hay modos de exprimir tus bolsas de té ya usadas más allá de la primera taza. Según cifras del sector, unas 25.000 tazas de té son consumidas en el mundo cada segundo.
Nos espabila y nos gusta su sabor, pero hay otras razones para consumir esta sustancia, tales como sus beneficios: quienes beben té tres veces por semana viven más tiempo, ya que reducen el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular y alargan su esperanza de vida unos 1,26 años de media, según un estudio reciente publicado en The European Journal of Preventive Cardiology.
Y aún puedes sacarle más partido a tu pasión tetera; sobre todo, a los entre 50 y 100 euros (a veces, incluso más) que pagas por cada kilo de hojas de esta infusión. Y reducir lo que te cuesta cada taza a la mitad.
El truco para tomarte dos tés (con una sola bolsa)
No es un crimen reutilizar las hojillas de té, volver a ponerlas en agua caliente para que suelten las esencias que aún quedan en ellas, y hacerte otra infusión más tarde. Dos tés al precio de una bolsa; parece una idea interesante.
Y, según los expertos, también constituye una opción perfectamente segura, si tomas algunas precauciones básicas. ¿A favor? También reconforta, y pagarás la mitad por cada infusión. No solo es por el precio: también ayudas a proteger los recursos que implica producirla. ¿En contra? El hecho de que el sabor de tu segunda infusión resultará ligeramente más suave.
Antes de nada, necesitas conservar tu saquito de té usado húmedo. Una vez que se reseca, se convierte en un medio estupendo para criar hongos y bacterias; y eso podemos ahorrárnoslo. Tu mejor baza reside en meter la bolsa en un vaso con un poco de agua.
Y, todo ello, guardarlo en la nevera para reducir a la mínima expresión la posibilidad de que las bacterias colonicen tus mágicas hojillas. Aun así, si sospechas que los hongos o las bacterias se han apoderado de tu bolsita (el mejor indicador es el olor), tírala.
¿Un truco?
Reutilizar el té verde o el té blanco suele dar mejor resultado que las opciones más oscuras, como el té negro. Y la segunda taza resulta solo un poco más suave, pero aún reconfortante por la tarde, cuando no necesitas un chute de cafeína tan fuerte.
Ahora bien: una vez que utilices tu saquito de té dos veces, ya habrá dado de sí todo lo que podía. Después de eso, deséchala. O, mejor aún, métela en el cubo del compost para que se convierta en abono para tus plantas.
Hazte un té chai, y sube de nivel
O eleva tu saquito de té usado al siguiente nivel, y hazte un té chai con una combinación de tus especias favoritas. El té chai, que combina especias y hierbas aromáticas, constituye un modo delicioso de reutilizar tu bolsa de té, y de insuflarle una nueva vida a un producto que, de lo contrario, acabaría en la basura.
La receta básica es esta: una bolsa de té ya usada, 150 mililitros de leche (puede ser leche vegetal, incluso casera, por ejemplo, de avena), y la mezcla de especias que prefieras, y a tu gusto: cúrcuma, jengibre, canela, cardamomo, clavo o pimienta negra. Además, hay quien le añade azúcar y quien lo prefiere tal cual.
¡Es tan sencillo de preparar! Pon a ebullición la leche y la misma cantidad de agua con tus hojitas, añade las especias (con moderación, una pizca debería bastarte) y el azúcar (si usas). Después, deja que se haga a fuego lento, otros cinco minutos más. Sabrás que está listo cuando el chai tenga el color que te gusta de la infusión. Cuélalo, ¡y disfruta!
O unas ciruelas borrachas
Otra forma sabrosa y festiva de reutilizar tu saquito. Pon un puñado de ciruelas pasas y unas cuatro o cinco bolsitas de té: funciona muy bien con la variedad earl grey, un té negro fermentado y aromatizado con aceite de bergamota, que encuentras en cualquier súper. Y cúbrelo con agua hirviendo. Deja reposar una hora y cuélalo. El líquido puedes meterlo en la nevera, y tomarlo como un té frío.
Las ciruelas, guárdalas en un frasco de cristal cerrado, añade brandi o aguardiente, y déjalas a remojo al menos ocho horas. ¡Ya las tienes! Y resultan estupendas con un helado, con queso o para aromatizar los postres de tu cena de Navidad más barata, pero resultona. Y, por supuesto, para acompañar con una segunda taza de té.
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