¿Qué alimentos suben de precio y cuáles bajan este año por Navidad?
La preparación de las comidas navideñas puede convertirse en un auténtico estrés. Comprar comida para más personas de las que estamos habituados, prepararla, que todo salga bien y que, además, no nos arruinemos, es todo un reto. Y es que los precios de algunos alimentos pueden incrementarse de manera significativa durante la época navideña.
Por ejemplo, el año pasado quien esperó al último momento a comprar besugo, lo hizo un 60% más caro (pasó de 23,76 euros a finales de noviembre a 37,99 euros el 22 de diciembre), según datos de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) sobre los precios de los alimentos frescos típicos de los menús navideños.
Por ello, es fundamental que podamos anticiparnos a los subidones navideños con las previsiones de las distintas organizaciones de consumidores y el estudio de las condiciones meteorológicas que han regido tanto en el sector primario como en el secundario durante el verano y el comienzo del otoño. A este respecto, el escaso régimen pluviométrico de 2017 puede servirnos de indicación de que nos esperan unas Navidades caras.
El ranking de los 'subidones'
Los precios de ciertos alimentos empiezan a subir, según este análisis, un mes antes de Navidad, especialmente en productos como pescado (besugo, lubina y merluza).
También el caso del marisco es significativo, sobre todo para ostras y almejas vivas, que el año pasado sufrieron un incremento de un 3,5% y un 10,6% respectivamente.
Por tanto, si hemos empezado a comprar el pescado nos ahorraremos algún euro; si no, podemos empezar a hacerlo ya, porque la tendencia es que vaya subiendo el precio a medida que nos acerquemos a la Navidad. Debe tenerse en cuenta que el precio del pescado es uno de los más impredecibles e incontrolables, ya que depende sobre todo del tiempo y el estado de la mar de estas semanas. En algunos casos, las capturas se han reducido por “parada biológica” para cumplir cuotas, a la espera de salir en diciembre para cubrir la demanda navideña.
La carne, a diferencia del pescado, es un poco más estable y los precios no son tan dispares, excepto en el caso de productos más típicamente navideños como el pavo o la pularda, que pueden llegar a subir hasta un 17,7% en el segundo caso, según datos de la OCU.
Tampoco es preocupante la subida de precios que pueda protagonizar frutas como la piña, que en algunos años incluso ha llegado a bajar un poco.
El precio de la uva, sin embargo, podría encarecerse por la prolongada ausencia de precipitaciones este verano; la ausencia de lluvias ha pasado factura a las parras.
En cuanto a los turrones y los mazapanes, dulces típicos navideños, se prevé cerrar 2017 con una subida de la producción de entre el 3% y el 4% respecto el año 2016, cuando se fabricaron un total de 34.000 toneladas, según los datos publicados por la patronal Produlce durante la presentación de la campaña de Navidad. Los representantes del sector apuntan a un descenso de los precios en el mercado nacional.
El precio del turrón depende casi siempre de la calidad de la materia prima y sus porcentajes. En el caso del turrón de Jijona, la almendra, el azúcar y la miel, así como de la clara de huevo en la variedad de Alicante. Por lo tanto, deberá verse si la nefasta climatología que ha sufrido España este verano, con una prolongada sequía, afecta a las optimistas previsiones que hizo la Mesa Nacional de los Frutos Secos en junio, cuando pronosticó para la campaña 2017/2018 alcanzar las 56.513 toneladas, un 23,21% más en comparación con la campaña anterior, lo que se traduciría en precios más asequibles. También deberá prestarse atención a si la crisis por la detección de huevos contaminados con el insecticida fipronil de este verano afecta en el precio final de algunos de estos dulces.
Pese a todo, este año el gasto medio por hogar en alimentos en España se situaría alrededor de los 195 euros, según el Estudio de Consumo Navideño 2017 realizado por Deloitte (la principal firma de servicios profesionales de España), un 3,2% más que el año anterior. España se situaría en el tercer país con mayor gasto en alimentación, por detrás de Alemania y Bélgica.
Cuatro consejos para ahorrar en Navidad
1. Planificar los menús
Los menús que se vayan a preparar estarán sujetos a una lista de los alimentos que prevemos elaborar. Cuanto más pronto sepamos qué es lo que vayamos a preparar, más fácil será planificarlo. Es importante también fijarse bien las cantidades de alimentos que se añaden a la cesta.
Deben calcularse bien las raciones que vayan a presentarse para que no sobre mucha comida. Si nos pasamos, además de gastar más de la cuenta, tendremos que gestionar las sobras de la comida.
2. Comprar los alimentos que no son frescos con anticipación
Podemos comprar los alimentos que no son frescos con anticipación y dejar para el último momento los que queramos adquirir frescos, como la carne o el pescado (excepto si los compramos con antelación y los congelamos hasta su preparación).
3. Encargar y reservar
Los alimentos que, por sus características, solo puedan adquirirse a última hora, como carne, pescado o marisco, o que queremos ofrecerlos en su versión fresca, deben reservarse con antelación a un tendero de confianza. Debe tenerse en cuenta que algunos productos se encarecen porque la demanda está por encima de la oferta. Por tanto, comprarlos unas semanas antes del 'boom' de compras navideñas puede ayudarnos a ahorrar un poco.
4. Optar por los alimentos de producción local
Es decir, por un consumo de proximidad. España es, según la Unión de Uniones de Agricultores y Ganaderos, uno de los principales productores de alimentos típicos navideños: cordero, turrones, vino… Recomiendan a los consumidores priorizar los alimentos de origen español y destacan la calidad de las Denominaciones de Origen españolas, que ofrecen productos genuinos (quesos, mieles, carnes, turrones).
Si compro con antelación, congelo
La forma en la que se manipula y se conserva en casa el género adquirido es clave para que las celebraciones acaben bien, sin sorpresas ni “invitados” inesperados. Para ello, hay que prestar especial atención a la congelación.
- La carne. A la hora de comprar la carne, lo haremos al final de la compra navideña para mantenerla refrigerada o congelada. Si queremos carne picada, intentaremos que la piquen en el mismo momento de comprarla. Las piezas deben ser de color intenso y sin grasa. A la hora de cocinar, debe prestarse atención a que la parte central quede bien hecha y no queden partes crudas. Cualquier tipo de carne puede congelarse y aguantar bien durante semanas. Es preferible no congelar grandes piezas, sino hacerlo en raciones porque siempre será más fácil la congelación y también la descongelación. Es aconsejable, en cambio, no congelar fiambres y embutidos.
- El pescado. Si se compra pescado con antelación, puede congelarse. Antes de hacerlo, es importante prestar atención a la compra, donde nos fijaremos que es lo más fresco posible (agallas rojas, ojos brillantes y tersos, no hundidos). También puede cortarse antes de congelar. Debe limpiarse bien, quitarle las vísceras y rellenar el hueco con papel absorbente; envolverlo en papel film evitando que quede aire en el interior y congelarlo. Congelar el pescado también nos ayudará a prevenir el anisakis, un parásito que suele estar presente en el pescado y que sobrevive a las altas temperaturas.
- El marisco. También se puede congelar y se mantiene en buen estado hasta tres meses. Debe tenerse en cuenta que las nécoras, los bueyes de mar o los centollos tienen que cocerse antes de congelar, dejarlos enfriar y guardarlos en el congelador en un film transparente. Es preferible, en cambio, no congelar las almejas o los percebes ya que suelen sufrir un poco más con la congelación.
Por tanto, si decidimos comprar ya los alimentos que vayamos a elaborar en Navidad, los congelaremos antes. Deberemos tener en cuenta tres aspectos fundamentales: temperatura, preparación y descongelación. El momento de la descongelación también es fundamental; el alimento debe sacarse unas 24 horas antes de prepararlo, dejarlo en la nevera y que se descongele poco a poco. Es la forma de descongelar más segura.