Cerveza artesana y cerveza independiente: hay que empezar a llamar las cosas por su nombre

Todavía está fresco el recuerdo de las primeras cervezas craft que llegaron a los paladares de los consumidores. Dicha cerveza venía de fuera del país, era difícil de adquirir ya que se importaba a cuenta gotas, y no existía una producción local más que a un nivel muy amateur. Pocos eran los expertos en el tema, pero el interés por saber más sobre esta cerveza peculiar empezó a crecer rápidamente.

Algunos se iniciaron con las profecías de Steve Huxley, otros empezaron a viajar para empaparse más de la cultura, y unos intrépidos decidieron emprender y hacer sus primeras cervezas. Los resultados se hicieron notar rápidamente y en cuestión de relativamente poco tiempo, surgió la primera edición del Barcelona Beer Festival (2012)Barcelona Beer Festival: la cerveza artesanal era ya una realidad oficialmente.

Para este sector al alza las cosas han cambiado con gran agilidad en pocos años, y de ser una gran desconocida, la cerveza artesanal ha pasado a estar en boca de todos y a convertirse en un símbolo del buen criterio y de una mente abierta y conocedora. A nivel social ha conseguido una rápida y buena aceptación, y su popularidad se ha visto reflejada en el mercado nacional, con una producción que actualmente supone el 1,3% en nuestro país, según el Gremio de Elaboradores, GECAN.

Pero el fenómeno está cambiando tan rápidamente como se inició, y en cuestión de menos de una década, el término “artesanal”, utilizado para referirse a las pequeñas producciones independientes, está cobrando un sentido cada vez más ambiguo a medida que la industria toma la palabra en este nuevo discurso cervecero. Ha sufrido una apropiación por parte de la industria de la cerveza, y actualmente se está quedando cada vez más obsoleto, siendo ya de dudable utilidad para referirse a la cerveza elaborada por los pequeños productores, que responde con más exactitud al concepto cervecero independiente.

Los efectos del marketing

Si antes las cerveceras industriales basaban sus campañas de marketing en el efecto socializador de la cerveza, ahora empiezan a centrarse más en presumir de utilizar ingredientes de calidad o de arriesgarse con la elaboración de nuevos estilos que van más allá de la Pilsner. Con el afán de no quedarse atrás en la tendencia actual y alcanzar al máximo público posible, la popular IPA ha comenzado a salir de los grandes fermentadores, a la vez que estas grandes empresas recalcan su apuesta por las producciones pequeñas y las ediciones limitadas o “de sesión”, siguiendo la jerga cervecera independiente.

A nivel marketiniano también las líneas divisorias han comenzado a diluirse, y la cerveza industrial ha pasado a crear campañas más desenfadadas, en las que se muestra una actitud fraternal hacia el movimiento cervecero independiente, o se apuesta por refrescar la imagen gráfica y reforzar su presencia en eventos y festivales propios de las microcervecerías. Lo cierto es que, consigan o no convencernos de sus benévolas prácticas y amor hacia el sector craft y el buen producto, las cervecerías industriales están consiguiendo acercarse a un sector que se les resistía, no tan informado pero sí muy preocupado por la filosofía bio/eco/artesana.

Otros casos de ambigüedad autonómica tienen que ver también con la estrategia comercial que están aplicando algunas cerveceras industriales, que ven la posibilidad de la ampliación de su mercado mediante la adquisición de participaciones de cervecerías “artesanales” con cierto prestigio. Estas adquisiciones son cada vez más usuales, y el gran mercado las presenta como una manera de apoyar a los pequeños productores con el fin de que éstos puedan realizar sus mejoras, seguir creciendo o ampliar su sistema de distribución.

Tras la moda, llega el momento de la profesionalización

Otro fenómeno que está experimentando el sector cervecero independiente en estos momentos es el paso hacia la profesionalización. Crecer o mejorar los equipamientos para superar la producción o crear nuevos y necesarios puestos de trabajo no es tarea fácil ni barata, y se empieza a recurrir a modelos de financiación social como el crowdfunding con el fin de mantener la independencia y no entregarse a los bancos o a las cervecerías industriales.

¿Hasta qué punto una cerveza puede considerarse de producción artesanal?

Según AECAI, la Asociación Española de Cerveceros Artesanos Independientes, “el Real decreto 1512/2018 publicado en el Boletín Oficial del Estado el 29 de diciembre de 2018 supone por primera vez una diferenciación entre grandes y pequeños cerveceros”, y la fijación del umbral de la producción de las microcervecerías está actualmente en 5.000 HL anuales, y “supone una simplificación de los trámites del impuesto Especial sobre la Cerveza”.

A pesar de ello, muchos cerveceros independientes lo ven aun una suma baja, y quieren luchar para poder llegar a los 50.000 HL anuales, que beneficiaría su crecimiento, mejora de infraestructuras y recursos humanos, en una industria que para seguir evolucionando necesita asentar sus bases con estabilidad.

La transparencia con el consumidor

Teniendo un público cada vez más especializado, que se informa y tiene cierto criterio, ser transparentes y seguir apostando por un lenguaje claro que haga hincapié en la evolución actual de las cervecerías independientes es fundamental. Abogar por el asentamiento de un movimiento que ha venido para quedarse, supone también modificar el lenguaje para ajustarlo mas a la situación actual por la que atraviesa la industria. Es más que nunca necesario empezar a hablar de cerveza independiente sin dar la espalda a estas otras realidades que está experimentando el sector, y que abren la perspectiva a modelos de negocio híbridos que ya son frecuentes en los mercados de otros países.

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