Vinos volcánicos: qué son y dónde se producen
Los vinos volcánicos son el fruto de unas tierras que dotan de intensos sabores, cuerpo, peso en copa y gran mineralidad a los vinos que allí se producen. Los vinos elaborados en tierras volcánicas comienzan a gozar de cierto estatus y sus características encandilan hasta a los paladares más exigentes.
De hecho, no es hasta hace algunas décadas cuando han empezado a despuntar entre los grandes vinos del mundo, y parte de su popularidad viene de la curiosidad y la necesidad de encontrar nuevos retos en el mundo vinícola y de dar voz a regiones que utilizan métodos de elaboración más conectados con la tierra.
¿Cómo son los terrenos volcánicos?
Nacer y crecer a partir de las tierras de un volcán es de por sí una peculiaridad única. Los terrenos volcánicos están principalmente compuestos de rocas de una gran porosidad, como la Pumita, (piedra pómez) la Toba volcánica o la Lapilli como principales protagonistas. Estos suelos también se conforman de un alto porcentaje de arena, poseen una gran mineralidad y son capaces de almacenar una gran cantidad de agua que luego liberarán poco a poco, de manera que la vid se mantiene siempre hidratada.
Este gran sistema de irrigación natural es especialmente útil en los tiempos de extrema sequía o bajo nivel de precipitaciones. Otra de sus características destacadas es la gran resistencia del terruño a plagas como la Filoxera. Dado que los suelos volcánicos son bastante oxigenados por su porosidad, este insecto prefiere los territorios conformados de arcilla.
En general, los suelos volcánicos no gozan de mejores o peores condiciones, simplemente tienen otra personalidad y características específicas dados sus orígenes. En todo caso, no es únicamente el suelo el responsable de dar grandes características al vino, también influyen otros factores como el clima, la altura y las temperaturas.
¿Qué vinos producen los suelos volcánicos?
No existe realmente un perfil aromático para definir exclusivamente estos vinos, pero sí es común encontrar cierta salinidad y complejidad más altas que en las mismas variedades cultivadas en otro tipo de suelos. Algo que debemos tener en cuenta al probar vinos de las regiones volcánicas es que, en ocasiones, de entrada pueden presentar aromas a los que no estemos acostumbrados y que, por tanto, pueden resultar molestos en nariz.
Reducción y azufre son algunos problemas iniciales a nivel aromático, pero nada que no se pueda arreglar con un buen trasvase para oxigenar y abrir el vino. Los aromas empireumáticos son muy comunes, (neumático, hidrocarburo, sulfuro…) pero se van esfumando a medida que el vino pasa tiempo en la copa.
Se trata además de vinos que cuentan con un gran poder de envejecimiento que puede competir con vinos hechos a base de la variedad Nebbiolo, considerados los más longevos a nivel mundial. Algunas de las variedades que podemos encontrar en estos territorios son la Listán Negro, Negramoll, Bastardo, Nerello Mascarese, Tintilla o Vijariego.
¿Dónde encontramos vinos volcánicos?
Las Islas Canarias pasan por uno de sus momentos de mayor reconocimiento y sus vinos cuentan con una tipicidad única, resultado además del trabajo con variedades autóctonas como la Listán Negro, la Vijariego o la Malvasía. En Tenerife, la influencia del Teide es excepcional e inigualable, no sólo por los suelos, sino también por la altura a la que se encuentran las viñas.
El volcán lleva cerca de 100 años inactivo y sus suelos, llenos de vida desde hace décadas, son un entorno idóneo para el cultivo de la vid. El sur de Italia también goza de un resurgir vinícola y la región del Etna está marcando las nuevas tendencias de los vinos de calidad.
Pese a que su reputación durante mucho tiempo iba más ligada a la producción de vino barato, el vino siciliano de la zona del Etna está cambiando rápidamente.En los últimos años se ha convertido en una zona referente sin precedentes en la historia de los vinos volcánicos: sus ricos suelos dan como resultado unos vinos de gran carácter, carga aromática y largo envejecimiento.
En esta región las viñas las encontramos situadas a unos 1000 metros sobre el nivel del mar y una de sus variedades autóctonas más destacadas es la Nerello Mascarese, resistente a la extrema fluctuación de temperaturas que sufre la región. El mercado, cada vez mejor valorado, ha ido creciendo considerablemente en las últimas décadas hasta llegar a considerar el vino siciliano como un competidor sólido frente a los vinos clásicos de Francia e Italia.
Pese a que las miradas se están centrando en las producciones de las Islas Canarias y e Italia del Sur, existen varios territorios a nivel mundial que también están contribuyendo al diálogo y a las tendencias dentro de los vinos volcánicos, como las Azores y Madeira en Portugal, Santorini en Grecia, o algunas zonas de California, Hungría y Nueva Zelanda.
Dos proyectos a tener muy en cuenta
Frank Cornelissen. Sicilia
En Castiglione di Sicilia, al norte del volcán Etna, encontramos a este productor cuya viticultura en natural de vinos de calidad está causando gran revuelo. Desde 2001, Frank Corneliessen trabaja con variedades autóctonas en una región considerada como la nueva “Cotes-de-Nuits” o el área de Barolo en Piamonte.
“Nuestra filosofía agraria está basada en nuestra aceptación de que el hombre nunca será capaz de entender en su totalidad la complejidad de la naturaleza” , y por este motivo se dedican a observar y trabajar en acompañar el desarrollo de las plantas con tratamientos homeopáticos, orgánicos o biodinámicos, empleando la mínima intervención posible. Probar Magma Rosso, a base de la variedad Nerello Mascalese
Suertes del Marqués. Tenerife, Islas Canarias
Desde 2006, apostando por la agricultura sostenible y local en el Valle de la Orotava, esta bodega familiar al norte de la Isla del Teide elabora vinos de mínima intervención con levaduras autóctonas y trabajo manual. A probar El Lance 2015, a base de Listán Negro, Baboso Negro, Malvasía Rosada y Vijariego Negro.