Si miramos en nuestra despensa o nevera es probable que encontremos alguna botella de vino que, una vez disfrutada, acabaremos depositando como buenos ciudadanos en el contenedor verde, punto de “reciclaje” inicial destinado al vidrio. Seguramente nos sentiremos bien por haber hecho la buena obra del día, contribuyendo a la reutilización de materiales, y nuestra conciencia quedará limpia, pues confiamos en que nuestras botellas tendrán una nueva vida.
Pero, ¿cuál es realmente el proceso de reciclaje de las botellas de vidrio? ¿Es todo lo eficaz que nos gustaría? ¿Qué pasa con las botellas de vidrio? ¿Por qué cuesta tanto darles una segunda vida? Falta concienciación, falta de espacio y, hay que admitirlo, sobran pereza y muchas excusas para conseguir una ratio óptima de eficiencia reciclando vidrio. Nuestros actos de reciclaje en su mayoría no son todo lo efectivos que desearíamos y tienen mucho margen de mejora.
En la hostelería no lo hacen mejor: ni bares, ni restaurantes ni hoteles se hacen responsables de recoger sus botellas de vino para darles otra vida, a diferencia de lo que se hace con algunos refrescos o cervezas. No hay una reutilización de botellas de vino en ninguna fase de su distribución, y esto como consecuencia supone un 60% del impacto medioambiental de la fase de producción del vino. Se limitan a tirarlos al contenedor indicado, pero poca cosa más, lejos de los tiempos en que el distribuidor pasaba a recoger las botellas usadas.
Rewine, una alternativa de reutilización
“En el caso de los establecimientos, el principal inconveniente de la recogida es la falta de espacio, o el hecho de tener que contratar a personal para que realice esta labor de organización de las botellas que se van a destinar a la reutilización, cuando es el mismo consumidor el que se encarga de esa tarea actualmente”, comenta Carles Gasol.
Gasol es cofundador de la iniciativa Inèdit, dedicada a la investigación en el área de sostenibilidad y prevención ambiental, activa desde el 2009 y que ayuda a las empresas en el ámbito de ecoinnovación y el diseño sostenible. El proyecto pone sus conocimientos en ciencias ambientales y ecología industrial a la mano de sus clientes, y se centran especialmente en la acción en entornos urbanos. Actualmente asesoran el proyecto piloto de reutilización de botellas de vino reWine.
Con reWine se quiere demostrar que la aplicación de un sistema de recogida y reutilización de botellas de vino puede ser una realidad aplicable. Actualmente participan en esta prueba piloto una selección de bodegas, bares, restaurantes, empresas distribuidoras, zonas de depósito de residuos y consumidores, y con el objetivo de obtener pruebas realistas, se analizan los costes e inconvenientes que conllevaría este proceso, desde la recogida en el punto destinado en el establecimiento, pasando por el lavado, etiquetado, embotellado y reintroducción de las botellas en el mercado.
“Una botella de un solo uso tiene un impacto carbónico del 60%. Si eres una bodega y quieres reducir tu huella carbónica, los primeros resultados del estudio nos dicen que si reutilizas una botella una media de siete veces puedes reducir entre 1 kg o 1,5 kg tu impacto carbónico”, explica Carles Gasol, y añade que “los sistemas alternativos tienen sus barreras por que ya existe un sistema integral de gestión en marcha”.
Pagar más por separar mejor: los costes de un sistema de reutilización
Implantar un sistema así no es barato a corto plazo, y el consumidor debe comprender que si se cobra un extra por cada botella de vidrio, sería por la complejidad de llevar a cabo esta metodología, que a la larga es más beneficiosa y sensible con el medio ambiente. “El interés por la reutilización es favorable pero a nivel de costes nos sale un 5% ó 6% más caro”.
Reutilizar una botella implica todos los costes de recogida, desplazamiento, limpieza y acondicionamiento, y sin una buena campaña informativa y de concienciación este coste puede producir rechazo ante el cliente final. No obstante, en países del norte de Europa es bastante común y está totalmente normalizada la recogida de envases, y el vidrio no es una excepción. Los puntos de recogida, el sistema de compensaciones al consumidor y una clara y estricta normativa hacen posible la reducción de residuos.
“Hay marcas que en España tienen envases de un solo uso y acaban en un contenedor, mientras que en otros países del norte de Europa estos mismos envases se reutilizan”, comenta Gasol. “También hay un gran apoyo de la administración pública y de entidades publico-privadas que se encargan de hacer difusión e informar sobre la reutilización y el reciclaje, y como resultado, el 90 ó 95% de envases en estos países acaba en el lugar donde debe ir, haciendo posible darles un nuevo uso”.
Nuevas alternativas para empujar a la reutilización
Las verdaderas barreras de la reutilización no son técnicas ni medioambientales, sino más bien políticas. La inversión hecha en contenedores de reciclaje y plantas de selección de envases es muy alta y aun a día de hoy el gobierno no ha conseguido amortizarla. Pero su eficiencia lo ha logrado los óptimos esperados. Por tanto “si en estos momentos se realizase un cambio drástico en cuanto al tratamiento de residuos, habrían sectores y entidades que perderían dinero”, según Gasol.
Implementar la reutilización es, en consecuencia, un asunto de estado dependiente de la voluntad política y quizás tome su tiempo, pero el experto no ve otra alternativa si queremos ser eficientes en la reducción de la huella de carbono. reWine está recogiendo datos desde el año 2016 y acabará su ciclo el próximo mes de diciembre de 2019.
En otras zonas de España también se está estudiando la posibilidad de establecer un sistema similar, como es el caso de las islas Baleares, o la acción emprendida en su momento por Infinity, operativa entre Alicante y Murcia, y actual colaborador de reWine. “Nuestra esperanza es que la información recogida sirva para legislar: crear una ley de residuos más estricta que la que ha salido por ejemplo recientemente contra los plásticos de un solo uso”, concluye Gasol.
Según él, la reutilización debe aparecer de una forma clara y explicita en una ley que puedan aplicar las respectivas competencias de gestión de residuos de cada comunidad autonómica, contando con el apoyo burocrático correspondiente, y teniendo al consumidor final como principal aliado. Que no nos pueda la pereza.
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