Cómo limpiar bien los mejillones antes de consumirlos

Asegúrate de que los mejillones estén bien limpios antes de cocerlos.

Elena Segura

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El mejillón es uno de los mariscos estrella en las pescaderías. Su sabor característico, además de sus propiedades, lo hacen un alimento estrella en las mesas de nuestros hogares. Están disponibles en todas partes como conserva, en lata limpios y listos para comer. Pero los mejillones que mejor conservan sus características nutritivas y organolépticas son los frescos. Es necesario limpiarlos antes de cocinarlos y esto tiene su técnica, aunque no es difícil.

Te aconsejamos que los consumas los mejillones el mismo día que los adquieras, de lo contrario van perdiendo propiedades y sabor. Si tienes que tenerlos en la nevera, no los tengas más de dos días y consérvalos envueltos en un paño humedecido con agua y sal gorda. Si los descongelas, para asegurarte el mejor sabor, consúmelos nada más prepararlos tras descongelarse. Hay que comprobar uno a uno si están aptos para el consumo; si se abren y cierran, es buena señal. Si están rotos, no se abren o tienen un olor que te resulta desagradable, retíralos. La señal definitiva de que están en mal estado la recibirás después de cocinarlos, pero si ves algo fuera de lugar en mejillones antes de proceder a su limpieza, descártalos:

  1.  Lávalos con abundante agua fría, así eliminarás toda la arena que puedan tener.
  2. Rasca los restos de crustáceos que tengan pegados en la concha con un cuchillo. Esta es una de las partes más delicadas y que más esfuerzo requiere a la hora de limpiar mejillones, ya que deberás comprobar que no tienen restos uno a uno. Si el cuchillo no es suficiente, también puedes frotarlos con el estropajo de fregar los platos, preferiblemente uno metálico. Debes intentar siempre que la concha quede lo más limpia y pulida posible.
  3. Después de pulirlos y asegurarte de que están listos para cocinar, corta con una tijera los filamentos –pelillos– que unen las dos conchas.
  4. Pásalos de nuevo por el agua fría y ya estarán listos para cocinar.

Cómo cocinar mejillones

Una vez limpios, debemos plantearnos qué hacer con los mejillones y cómo cocinarlos. Se pueden hacer al vapor o a la sartén. El método más directo es meterlos en una olla o sartén con el fuego a toda potencia con una tapa puesta. Remueve la sartén durante cinco minutos sin quitar la tapa. Si tras este proceso alguno permanece cerrado, tíralo y quédate solo con los que se hayan abierto. Nunca consumas un bivalvo que no se abra con el calor.

Estarán listos en muy poco tiempo, para disfrutar con un chorrito de limón y pimienta. Pero si quieres darle un giro a la preparación de los mejillones, tampoco necesitarás pasar horas en la cocina y podrás darles un sabor adicional con ingredientes sencillos.

Más elaborados: mejillones a la marinera

Los mejillones funcionan muy bien con salsas. Y si puedes elaborarlas mientras cueces este marisco, mejor que mejor. Los mejillones a la marinera es un plato sencillo y tradicional presente en la gastronomía española. Si quieres que tus mejillones a la marinera tengan un toque especial, también te enseñamos cómo prepararlos con un toque picante. Tienen los siguientes ingredientes:

  • Un kilo de mejillones
  • Una cebolla
  • Dos dientes de ajo
  • 200 ml de vino blanco
  • 60 ml de tomate triturado
  • Un cuarto de cucharadita de pimentón dulce (o picante, si quieres que piquen)
  • Una hoja de laurel
  • Un manojo de perejil fresco picado
  • Sal al gusto
  • Tabasco al gusto (opcional, solo si quieres que piquen)

Puedes ser creativo con esta receta y añadirle pimiento rojo, verde o un tomate bien cortado para darle texturas y sabores diferentes a la salsa de tus mejillones. Para preparar este marisco en salsa marinera debes seguir los siguientes pasos:

  1. En una cazuela grande con 300 ml de agua y un poco de sal, cuece los mejillones retirándolos según se vayan abriendo. Recuerda que si los mejillones no se abren, debes tirarlos de inmediato. Una vez cocidos, cuela el agua pasándola por un filtro de café de papel o un colador de rejilla muy pequeña para retirar toda la suciedad y reserva el caldo.
  2. En la misma cacerola donde vayas a servir estos mejillones sofríe a fuego lento la cebolla poniendo un par de cucharadas de aceite de oliva hasta que estén bien blanda. Si lo prefieres, espera a que coja un característico color dorado. Incorpora el tomate triturado y deja que evapore agua junto a la cebolla hasta que haya perdido la mayoría de líquido. Añade una cucharada de pimentón dulce o picante, dejando que se haga durante un par de minutos y con cuidado de que el pimentón no se queme.
  3. Puedes retirar una de las valvas de cada mejillón para que sea menos aparatoso comerlos antes de incorporarlos en la olla de nuevo.
  4. Añadimos entonces el vino blanco, el tabasco si lo quieres picante y el agua de los mejillones dejando que alcancen la ebullición.
  5. Tapamos la cacerola y apagamos el fuego, dejando que los mejillones se cocinen en el vapor que se genere durante un par de minutos. Mientras picamos el perejil bien finito y lo espolvoreamos por encima llevando la cacerola a la mesa inmediatamente.

Cómo elegir buenos mejillones

A la hora de comprar mejillones debemos prestar atención a múltiples factores. Desde el origen, pasando por su estado o su color, es muy importante que prestamos atención a las señales que nos dicen que el marisco que estamos comprando es de calidad y fresco:

  • Elige mejillón de proximidad: es importante saber que el mejillón que llega a nuestras casas proviene de los cultivos de vivero, cosa que garantiza su salubridad. Entre los más apreciados están los del Delta del Ebro y los gallegos, por tanto no hay duda que apostar por alguno de ellos es una buena elección. 
  • En buen estado: es importante consumir mejillones que hayan pasado los correspondientes controles y análisis para evitar intoxicaciones. Los mejillones filtran el agua del mar –hasta 8 litros por hora– para alimentarse, y en ese proceso pueden llegar a acumular toxinas y microorganismos perjudiciales para nuestra salud. Por eso se desaconseja recogerlos nosotros mismos en las rocas o playas por diversión, y consumirlos crudos.
  • El color no es determinante: el tono de la carne del mejillón no es determinante de su estado, a no ser que nos salgan verdes o negros (en ese caso se deben tirar). Pueden ser anaranjados intensos o amarillos dependiendo de si son machos o hembras.
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