Diez posibles causas por las que padeces sensación de hambre todo el día
Jaume, lector y socio de eldiario.es, nos escribe asegurándonos que desde hace meses experimenta una sensación de hambre constante que necesita saciar, aunque jura que se resiste tanto como puede. Dice que nunca antes la había experimentado pero que ha leído que existen trastornos psíquicos y hormonales que pueden provocar sensación de hambre todo el día, y quiere saber qué riesgos tiene de padecer alguno de ellos. A Jaume le preocupa el tema porque ha ganado cinco kilos en algo más de medio año.
Ante todo dejar claro a Jaume que ni somos las personas indicadas para ofrecerle un diagnóstico, ni podemos aventurar una respuesta sin tener más datos y aclaraciones sobre su estado de salud, tanto física como mental. Lo que si podemos asegurarle es que es muy difícil que padezca una de las raras enfermedades hormonales que se relacionan con la sensación de hambre constante, entre otros síntomas.
Estas son el Síndrome de Prader-Willi -una rara alteración del hipotálamo con consecuencias morfológicas y en el crecimiento de la persona que se detecta en la infancia- y el Déficit Congénito de Leptina, un trastorno todavía más raro y de reciente descubrimiento, relacionado con la baja secreción de leptina por parte del tejido graso, lo que hace que la señal de saciedad tras comer llegue al cerebro de modo deficiente. Dicho déficit provoca obesidades más evidentes, en los que los aumentos de peso son mucho mayores a cinco kilos, y también se detecta en la infancia.
Tampoco conviene caer en el mito más o menos discutible del “hambre emocional”, que sería la de aquellas personas que solucionan sus problemas comiendo sobre todo dulces y grasas saladas. En tal caso lo que se produce es una búsqueda adictiva de recompensa mucho más relacionada con el placer químico que provocan los azúcares, la sal y las grasas, que con el estrés emocional. Ante el sufrimiento psíquico, parece normal que busquemos compensaciones en aquello que nos da placer, tal como relatan los expertos.
Diez posibles causas del hambre permanente
En todo caso, no siempre es necesario que se presenten trastornos hormonales o psicológicos para tener la sensación de hambre todo el día, y a veces los motivos son mucho más llanos y simples, o bien pueden ser pistas que nos lleven hasta la detección de una enfermedad insospechada. A continuación apuntamos diez posibles causas por las que Jaume, y muchas otras personas, pueden sentir un hambre constante durante todo el día.
1. Presentamos un cuadro de ansiedad oculta
Tal vez sea algo temporal debido a un hecho luctuoso como una separación, la pérdida de un ser querido o un malestar laboral. O quizás simplemente hayamos dejado de fumar hace poco, ya que hasta prácticamente el año tras el abandono del hábito se puede sentir un aumento del hambre debido al “mono de tabaco” [leer 10 consejos para dejar de fumar y no engordar]. El caso es que el hambre constante puede revelarnos un cuadro de ansiedad oculto.
2. Bebemos poca agua
La sensación de sed puede confundirse a veces en el cerebro con la de hambre, ya que emiten señales similares en algunas personas. Si somos de beber poca agua por costumbre, puede que en los menos más calurosos presentemos mayor deshidratación y por tanto tengamos sed, que confundamos con el hambre. Un modo de comprobarlo es beber agua con más frecuencia de la habitual y comprobar si el hambre desaparece.
3. Tenemos una dieta alta en hidratos de carbono
Esto es llanamente que abusamos de los azúcares refinados, que no son más que calorías vacías, así como de las féculas y las harinas refinadas, etc. Los hidratos dan energía pero “no alimentan”, no aportan nada salvo combustible inmediato que cuando se ha quemado, hace que suba inmediatamente la sensación de hambre. Por ejemplo, en el caso de los azúcares refinados, se sabe que sus altos niveles reprimen la secreción de leptina, que es la hormona de la saciedad.
4. Ingerimos pocas grasas saludables
Por otro lado, las grasas naturales no alteradas, ya sean de origen animal o vegetal, son altamente saciantes y provocan un aumento de la secreción de leptina, con lo que apaciguan el hambre por un tiempo más prolongado. Una dieta alta en aceite de oliva, lácteos, pescado azul, etc. hace remitir la sensación de hambre.
5. Comemos poca fibra dietética
Y lo mismo pasa con la fibra vegetal de las harinas integrales, la fruta o las hortalizas [para saber más: Diez razones para tomarse en serio una dieta rica en frutas y vegetales]. Se trata de material altamente saciante, que se hincha con el agua en el estómago dando sensación de plenitud, pero también retiene azúcares libres evitando que pasen al torrente sanguíneo e inhiban la secreción de leptina. Si falta en la dieta, sentiremos hambre con mayor frecuencia.
6. Presentamos un trastorno de hipertiroidismo
En este caso sí estaríamos ante un trastorno, quizás subclínico, de la glándula tiroides por exceso de secreción, que puede tener como consecuencia un apetito continuo además de nerviosismo, insomnio y pérdida de peso. En todo caso si sospechamos que coincidimos con los síntomas [explicados en Diferencia entre hiper e hipotiroidismo: cómo identificarlos por sus síntomas] deberemos acudir a un médico para confirmar el diagnóstico.
7. Comemos desordenadamente
Cabe la posibilidad de que tengamos hambre constante simplemente porque necesitemos comer y no lo hagamos; por ejemplo que nos saltemos el desayuno y la comida y lleguemos a la cena dispuestos a tragarnos todo lo que hay en la alacena. Si no aprendemos a racionalizar nuestras ingestas, el desorden alimentario seguramente nos hará ir del extremo del hambre al del empacho.
8. Dormimos mal
Se sabe que los niveles de leptina están relacionados con la duración del sueño de calidad e incluso que la falta de sueño aumenta la resistencia a la insulina, es decir la capacidad de las células de aprovechar la energía que se les dispensa. Dicho aprovechamiento es fundamental para que se dispare la secreción de leptina. En resumen, tal como se explica en Por qué necesitamos dormir, y qué ocurre si no lo hacemos, dormir adecuadamente hace que tengamos los niveles correctos de las hormonas que regulan las sensaciones de apetito (grehlina) y saciedad (leptina y secundariamente insulina).
9. Somos diabéticos
El hambre constante también puede ser uno de los síntomas de que padecemos diabetes de tipo 2 [para saber más, lee Diez pistas para saber si padecemos diabetes], ya que aunque la insulina captura los azúcares, las células de los tejidos no los aceptan y terminan acumulándose en la sangre en altas concentraciones y por tanto inhibiendo la secreción de leptina. No está de más que nos hagamos un análisis de los niveles de azúcar en sangre y de insulina sérica en ayunas de forma preventiva.
10. Tomamos medicamentos que provocan hambre
Finalmente una posibilidad es que estemos tomando determinados medicamentos antidepresivos que estimulen paralelamente la secreción de grehlina e inhiban la leptina, como algunos de los basados en Litio. En todo caso nuestro psiquiatra tendrá la última palabra al respecto.