Seis hábitos cotidianos que pueden dañar tu vista explicados por un oftalmólogo
Los problemas de salud ocular no solo están relacionados con factores genéticos, en muchas ocasiones también derivan de algunos actos cotidianos que nos pueden parecer inofensivos o cuyas potenciales consecuencias desconocemos. Para conocer el alcance de estos gestos habituales y su repercusión en nuestra vista, preguntamos al oftalmólogo Alberto Ollero, especialista en superficie ocular y ojo seco.
Uso excesivo de pantallas
El principal motivo por el que el uso de pantallas en exceso perjudica nuestra salud ocular es la disminución de parpadeo que se produce cuando estamos ante ellas. Lo hacemos menos de lo habitual y, además, muchos de esos parpadeos son incompletos: “Esto implica que la capacidad de producción de lágrima del ojo no alcance a cubrir toda la evaporación lagrimal que conlleva ese escaso e incompleto parpadeo”, explica Ollero.
Además, el uso continuado de pantallas puede producir el llamado síndrome visual de ordenador, causante de síntomas como la fatiga ocular, el dolor de cabeza, la visión borrosa y la sequedad ocular.
En ocasiones hemos podido escuchar que la luz azul de las pantallas es perjudicial para nuestros ojos y para evitarlo es recomendable utilizar gafas de filtro azul. Sin embargo, Ollero desmiente este mito y afirma que “las gafas de filtros azules son un negocio, ya que no tienen ninguna utilidad ni un factor protector para nuestra salud ocular”. Así lo aseguró también en 2017 la Sociedad Española de Oftalmología en un comunicado en el que recalcaban, entre otros aspectos, que “la luz azul de las pantallas no afecta a los ojos ni provoca ceguera”.
No llevar gafas o lentillas si debes utilizarlas
Lagrimeo constante, irritación, cansancio ocular, dolores de cabeza… Estos son solo algunos de los síntomas que implica forzar la vista al no utilizar gafas o lentillas en casos necesarios. Además, esto también puede implicar un desarrollo incompleto de los ojos en el primer año de vida.
A todo esto debemos sumar la importancia del buen uso de lentillas para evitar infecciones y bacterias, así como su compra adecuada en centros que nos ofrezcan totales garantías.
Tampoco podemos olvidarnos de que protegerse de la radiación solar es imprescindible. Por eso, Ollero afirma que “es fundamental utilizar gafas de sol homologadas con filtros UV, pues estas nos van a proteger de problemas como la queratitis actínica, derivada de la exposición de los rayos ultravioletas”.
De hecho, la falta de protección contra la radiación solar también puede “empeorar o provocar procesos degenerativos conjuntivales como el pterigium y patologías como la degeneración macular asociada de la edad (DMAE) y la formación precoz de cataratas”, recalca el oftalmólogo.
Mala alimentación y alteración de la microbiota
Habrás escuchado que existen alimentos beneficiosos para nuestra vista, también que una dieta inadecuada puede provocar desventajas en ella. “Algunos macronutrientes que mejoran nuestra salud ocular son las vitaminas A, B12, C y D. La dieta mediterránea rica en aceite de oliva y frutos secos, si además es hipocalórica y se asocia con el ejercicio físico, también resulta beneficiosa para nuestra salud ocular”, explica Alberto Ollero. Consumir ácidos grasos omega 3 como el pescado azul de pequeño tamaño (sardinas o anchoas) o en suplementación también es beneficioso, ya que actúan como antiinflamatorios protegiendo nuestra salud ocular.
Pero también hay una relación a nivel intestinal, ya que este es el mayor filtro de nuestro organismo. Así lo apunta Ollero: “Se sabe que la disbiosis intestinal grave y la diversidad reducida del microbioma intestinal son más prevalentes en el ojo seco y, a su vez, el consumo de prebióticos y probióticos mejoran los síntomas de la sequedad ocular”.
Malos hábitos de maquillaje
“El tema de los cosméticos nos preocupa mucho a los oftalmólogos, de hecho, estamos viendo cada vez más problemas asociados al uso de cosméticos de baja calidad y que dañan la superficie ocular”, explica a este medio el especialista. Por eso, los expertos recomiendan desechar el maquillaje cuando esté caducado, limpiar semanalmente los aplicadores y, sobre todo, tomar opciones que sean las menos agresivas para la salud ocular, debido a la gran cantidad de tóxicos y efectos secundarios que contienen los cosméticos, como se explica en un reciente informe publicado en The Ocular Surface.
Ollero enumera diferentes recomendaciones en lo que al maquillaje de ojos respecta: “En vez de usar una máscara waterproof, utilizarla no resistente al agua; en vez de utilizar sombra de los ojos con brillos, utilizarlas mate; en vez de aplicarse cremas perioculares con retinol, aplicarse cremas con vitamina C y cafeína; en vez de utilizar pestañas postizas, pasarse al rizado de pestañas”.
Frotarse los ojos
Cuando se nos mete algo en el ojo, al despertarnos o cuando tenemos sueño, nos frotamos los ojos casi inevitablemente. En la mayoría de ocasiones, este gesto no supone ningún riesgo, a no ser que lo hagamos de forma intensa y frecuente. “Por ejemplo, en los casos de pacientes con alergia atópica, la fricción puede dar lugar al desarrollo de un queratocono, una enfermedad ectásica de la córnea que puede acabar en un trasplante de córnea”, explica Ollero. Recalca también que hacerlo “puede producir picos de aumento en la tensión ocular, que en pacientes con glaucoma pueden ser dañinos”.
Por tanto, si tenemos una necesidad frecuente de frotarnos los ojos, lo ideal es evitar hacerlo y consultar con un oftalmólogo para que diagnostique la causa e implementar un tratamiento si fuese necesario.
Malos hábitos de sueño
“El sueño es un regulador importante del sistema inmune: se sabe que, a nivel ocular, cada hora de sueño adicional se asocia a un 27% menos de posibilidades de sufrir una enfermedad de ojo seco y también que la mala calidad del sueño reduce la secreción lagrimal”, afirma Ollero. De hecho, una revisión de estudios publicada en Eye, la revista oficial del Royal College of Ophthalmologists (Reino Unido), sobre la duración inadecuada del sueño afirma que la falta de este está significativamente asociada con un mayor riesgo de padecer cataratas y puede aumentar la probabilidad de sufrir otros trastornos oculares importantes.
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