Paredes blancas, muebles blancos, ventanas blancas. Si vives en un piso de alquiler es muy probable que el grueso del mobiliario original -suponiendo que la vivienda tiene mobiliario original- sea de distintas tonalidades blancas. Suelen ser acabados que se adaptan al gusto de todos, pero sobre todo son muy baratos. A esto hay que añadirle lo que los anglosajones denominan como landlord special, una práctica en la que algunos arrendadores solucionan cualquier desperfecto de la vivienda alquilada con capas y capas de pintura blanca. Con estos ingredientes en la ecuación es muy probable que las puertas de tu residencia estén lacadas en blanco con mayor o menor nivel de profesionalidad.
Vivas o no en alquiler, sabrás que las puertas lacadas se ensucian con bastante facilidad, y que el tiempo las castiga bastante. Puedes ser constante en tus rutinas de limpieza, pero el sol puede acabar amarilleando la superficie. Una lucha constante que, si buscas un buen acabado, no se solucionará con más brochazos de blanco.
Recordemos que aunque el lacado es un recubrimiento de muebles y superficies de madera con pintura, requiere de un trabajo especial de los distintos materiales. Durante su fabricación se aplica un líquido que lleva incorporado diversas sustancias, entre ellas disolvente, para que la madera gane resistencia y durabilidad.
Cómo limpiar las puertas lacadas
En general, las puertas lacadas son fáciles de limpiar. Para mantenerlas en buen estado, tan solo necesitarás un plumero, bayeta o aspiradora de mano. Pasa una vez a la semana alguno de estos tres elementos y eliminarás así toda la suciedad de las puertas lacadas. El problema es cuando están lacadas en blanco.
Las puertas lacadas de color claro se ensucian con rapidez. En este caso, lo mejor es limpiar estas puertas con un paño con agua tibia y jabón líquido. Puedes empapar ligeramente un trapo de microfibra con el agua enjabonada y a continuación secar con otro trapo. Es muy importante que seques la puerta después de limpiarla, ya que lograrás un mejor acabado y evitarás que coja humedad. La puerta debería quedar perfecta.
Los marcos de las puertas lacadas también necesitan especial atención. Está claro que los marcos también se deterioran con el transcurso de los años. Para una limpieza eficaz, elimina primero el polvo de los marcos de las puertas lacadas. Como con las puertas, puedes pasar un paño o una aspiradora de mano para quitar el polvo. Una vez estén limpios los marcos, toca humedecerlos con un poco de jabón líquido y agua. Realiza esta limpieza con agua y jabón una vez por semana. Así se eliminará cualquier rastro de suciedad. Eso sí, una vez hagas la limpieza, no olvides secar bien los marcos con un paño suave.
Las juntas y esquinas de las puertas tienden a acumular suciedad y polvo. Para limpiarlas, te recomendamos emplear un cepillo de cerdas suaves o uno de dientes viejo. Asegúrate de eliminar cualquier residuo que pueda acumularse en estos espacios para lograr un acabado impecable.
Productos a evitar en la limpieza de puertas lacadas
Hay que evitar usar productos muy agresivos, ya que se pueden estropear las puertas. Huye de ingredientes ácidos que puedas disolver las capas superficiales del lacado. Cuando este acabado sufre la primera erosión, se degradará con más rapidez en esa zona:
- Evita el uso del estropajo: el estropajo es muy agresivo y puede provocar arañazos. Mejor utiliza siempre un paño suave o de microfibra.
- Productos con mucho alcohol: los productos que cuentan con alcohol son buenos para las puertas lacadas, aunque es recomendable rebajarlos con un poco de agua. De esta manera no afectará a las puertas.
- Acetona: es el gran enemigo de las puertas lacadas. Se trata de un producto muy abrasivo que daña por completo las puertas lacadas.
- Blanqueadores: olvídate de los blanqueadores para las puertas lacadas. Estos blanqueadores no te ayudarán a mejorar el blanco, al revés, lo empeorará.
Como eliminar manchas amarillas de las puertas lacadas
Hay solución para devolver el blanco a esas puertas lacadas que se han quedado algo amarillas. Existen dos formas de eliminar el amarillo de las puertas. Antes de comenzar recuerda que es importante contar con un espacio bien ventilado para realizar la limpieza:
- Bicarbonato de sodio y vinagre: esta mezcla deja las puertas como nuevas. Para ello, mezcla en un cuenco ambos elementos y luego humedece en ella un paño. El paño no debería tener color para evitar tintar la puerta. Luego, frota con suavidad las puertas lacadas y verás que el amarillo irá desapareciendo poco a poco. Si aun así la puerta sigue amarilla, puedes cambiar el paño por una esponja suave.
- Agua oxigenada y vaselina: realiza el mismo proceso que con el bicarbonato de sodio y el vinagre. Te aconsejamos añadir un poco de agua para rebajar la mezcla de agua oxigenada y vaselina. Esta mezcla es efectiva, sobre todo en manchas amarillas localizadas.
Cómo devolver el brillo a las puertas lacadas
Como hemos comentado, el blanco es un color que se ensucia fácilmente, y además, pierde brillo de forma rápida. Es cierto que siempre puedes aplicar en tu vivienda un landlord special y pintar las puertas, pero antes de tomar esta decisión, prueba a devolverle el brillo a tus lacados en blanco.
La glicerina puede devolverle el brillo a tus puertas mustias. Se trata de un compuesto orgánico a base de alcohol de azúcar de consistencia viscosa y carente de color que se encuentra presente en todas las grasas naturales, ya sea de origen animal o vegetal. Para restaurar el acabado inicial de tus puertas solo tienes que aplicar esta sustancia con la ayuda de un paño que no deje pelusas. Deja secar y pasa un trapo seco sobre la puerta.
Protege tus puertas lacadas
El dicho “más vale prevenir que curar” contiene una sabiduría indispensable para el mantenimiento de tus puertas lacadas. Es importante no usar objetos afilados o abrasivos que puedan rayar la superficie de las puertas. Utiliza almohadillas de fieltro en la parte inferior de los muebles para evitar arañazos al abrir y cerrar las puertas.
También puedes instalar protectores de puertas en las áreas de mayor riesgo de impacto, como las manillas y los bordes, para protegerlas de posibles daños. Así, cuando dejes tu puerta abierta, no rebotará contra la pared, y tendrá una superficie que absorba el impacto.