Han sido varios los lectores y socios de eldiario.es que nos han escrito en las últimas semanas pidiéndonos que investiguemos sobre la migración de compuestos químicos desde los táperes donde llevan la comida al trabajo a los alimentos que contienen y que ellas y ellos comen. Ante la avalancha de noticias en las redes alertando sobre la peligrosidad de usar un túper para llevar la comida a la oficina o el taller, conviene aclarar unas cuantas cuestiones.
Materiales y táperes adecuados
La primera es que es cierto que ciertos contenedores, sobre todo si los reutilizamos y usamos inadecuadamente, pueden migrar compuestos desde su superficie al alimento. De hecho hay determinadas más de 1.500 sustancias que se ha comprobado que dan este salto a la materia orgánica, y quedan por estudiar alrededor de 50.000, según declaraba a la OCU el director de la Autoridad de Control de Alimentos de Zurich (Suiza) Koni Grob, en enero de este año.
En principio es casi imposible que se produzca una intoxicación directa por estas migraciones, pero no se descarta que a largo plazo se puedan ir acumulando en nuestro organismo y aumenten el riesgo de padecer cáncer, infertilidad u otros problemas. Si bien es cierto que no hay estudios al respecto que lo certifiquen, la Unión Europea lleva bastantes años desarrollando una normativa, el Reglamento 10/2011, que asegure que los materiales usados en la fabricación de táperes no liberan tales sustancias.
Además la normativa europea obliga a definir en el túper para qué usos es adecuado y para cuáles no, a través de una serie de símbolos. Así:
- Una copa y un tenedor simboliza que el túper es adecuado para contener alimentos.
- Unas rayas en zigzag indican que el túper soporta bien el calor y puede ir en el microondas.
- Un plato con lluvia encima nos dice que es apto para lavavajillas.
- Una figura de nieve, que puede ir en el congelador.
Si atendemos a estas indicaciones, no debemos temer migraciones.
Materiales más usados
Como ya se ha dicho, en la fabricación de contenedores de alimentos se utilizan materiales plásticos que aseguran que, en un uso adecuado, no se produce migración de compuestos. Los materiales más frecuentes son, siempre en respeto a la norma europea:
- Polipropileno: es el más indicado para táperes en los que llevar comida, calentarla, congelarla, etc. Es resistente al calor, a los ácidos y a los jabones. Además es denso, por lo que protege de golpes.
- Polietileno: puede ser de alta o baja densidad; el de alta densidad se emplea sobre todo para botellas de leche, agua o zumos. Debe tenerse en cuenta que no es estable al calor, es decir, se funde o bien puede liberar Bisfenol A al medio. El Bisfenol A es un disruptor endocrino, por lo que conviene extremar las precauciones en el caso de niños pequeños.
- Policarbonato: es resistente al calor, no libera Bisfenol A y se usa en botellas de agua recargables y biberones estériles.
- Silicona: es un material que aunque resiste bien el calor y se usa tanto en biberones como en el microondas como recipiente de cocina al vapor, el papillote, etc., se sospecha que puede migrar algunos componentes. Como medida preventiva, se prepara una pasta con agua, harina y aceite y se recubren las paredes del recipiente antes de usarlo por primera vez. Se hornea y luego se tira la pasta; seguidamente se lava en el lavavajillas, o con agua caliente y jabón bajo a mano, y ya se puede usar tranquilamente.
Cómo evitar la migración de compuestos a los alimentos
En general se recomienda, antes de estrenar un túper para llevar comida, lavarlo en el lavavajillas e incluso llenarlo de una carga de comida -puede ser agua, harina y aceite-, calentarla en el microondas a temperatura alta y después tirar la carga para proceder a lavarlo. Hay que tener en cuenta que el calor es el principal causante de la inestabilidad de los plásticos y que de producirse migraciones, estas serán mucho más frecuentes en táperes nuevos que en usados.
De todos modos, si nos ceñimos a las instrucciones que nos indica el túper en su simbología, no hay por qué temer, al menos a tenor de los estudios realizados hasta la fecha. Ahora bien, el peligro surge cuando empleamos táperes reutilizados de su uso anterior. Por ejemplo recipientes que contuvieron helados, o congelados, y que posiblemente sean aptos para contener comida y su para congelación, pero quizá no para poner en el microondas o el horno.
El uso de táperes reutilizados es desaconsejable a no ser que en el recipiente se indique expresamente que pueden ser usados a tal fin, dada la aptitud del plástico que los conforma. Esto es así especialmente cuando estos están destinados a contener comidas ricas en grasas y aceites calientes, que son más capaces de absorber compuestos del túper. Si a las grasas se aplica un calor elevado y prolongado, la posibilidades de migraciones se elevan, siempre y cuando el material no sea el adecuado.
Finalmente, tampoco se aconseja reutilizar las botellas de plástico de agua a base de polietileno, ya que si son rellenadas con líquidos muy calientes o excesivamente expuestas a la luz solar, pueden presentar liberación de bisfenol A e incluso de trazas de antimonio, un mineral que a dosis altas podría resultar tóxico.
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