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Nueve trucos para saber si la sandía y el melón están en su punto sin abrirlos

Melones y sandías son santo y seña en agosto y en general en todo el verano español. Su capacidad para hidratar los convierte en muy recomendables. Además, su justa oferta en hidratos y su cantidad de fibra vegetal soluble son el final perfecto a cualquier comida. Esto es así sobre todo si se ingieren frescos. Ahora bien,el problema está en escoger acertadamente el melón o la sandía, ya que a primera vista cuesta acertar en lo que respecta a sus cualidades, su estado de madurez y su calidad.

En consonancia con el viejo dicho delas abuelas -algo obsoleto hoy día- de que“el melón es como el matrimonio; que o se toma o no se toma, pero que no se puede catar”, el riesgo de fiasco no es descartable. Lo cierto es que estos frutos son como las lentejas, que diría el castizo:los tomas o los dejas, pero no le pides al frutero que te corte un trocito para ver...

Pero no debemos desanimarnos, ya que existen una serie de trucos para saber indirectamente si melones y sandías están en su punto, que no necesitan del paladar pero sí de otros sentidos como el tacto, la vista y el olor. Y el común, por supuesto. A continuación te explicamos nueve maneras de saber si un melón o una sandía merecen ser comprados o no.

1. Solo compra en temporada. La temporada del melón y la sandía españoles va de mayo a octubre, y te aseguras que los obtienes frescos, de huerta y de proximidad. El sabor y en la textura mejora en este periodo. El resto del año el producto viene procedente de invernaderos, de África o de América Latina, por lo que si tenemos en cuenta sus condiciones de cultivo y transporte, es fácil suponer que su calidad no será óptima.

2. Cuanto más arriba estén, mejor. La razón es simple: son los que menos golpes habrán sufrido y presentarán menos magulladuras por presión.

3. Presiona con los dedos. Cuando los tocamos bien en toda su superficie veremos si aparecen o no algunas blanduras muy evidentes, como si la piel cediera. Si tienen blanduras, no los compres

4. Eliminados los que presenten grietas. Un melón o una sandía con grietas muy posiblemente tendrá entrada de contaminaciones bacterianas o fúngicas que provocarán fermentaciones y pudrimientos indeseados. De este modo su conservación se verá sensiblemente reducida. Siempre te queda la alternativa de negociar que te lo vendan más barato.

5. Haz el test de la sonoridad. Es muy sencillo: si la sandía está madura, tiene que sonar a hueco.Cuando en cambio muestra un soniquete sólido y denso, es que todavía está verde.

6. En el melón aprieta por los extremos. Se le llama la 'prueba del balón de rugby' y consiste en presionar por las puntas de la elipse. Si detectamos una cierta blandura durante el test, significará que estamos ante un melón listo para consumir. Ahora bien, ojo si la blandura es excesiva, pues denota que está demasiado maduro.

7. ¿Qué color tiene el melón? Si es verde chillón o amarillo sol es que están inmaduros. Si en cambio presenta tonos verde oliva y amarillos pardos significa que está en su punto. Son los colores de la madurez. En el caso de la sandía, sabremos si una sandía está madura si la mancha de la cáscara que ha estado en contacto con el suelo es de color amarillo. Una mancha blanca o verdosa indica que fue recogida antes de tiempo y estará sosa.

8. Huéleles el pedúnculo. Se trata de la zona que en la tierra estaba conectada a la planta y lo correcto es que no muestre malos olores. Por otro lado, cuando el melón y la sandía están maduros, el pedúnculo desprende un ligero aroma característico de fruta en su punto de climaterio.

9. Si se venden en piezas, que estén plastificadas. En la fruta cortada y envasada es importante que los envases o bandejas estén bien recubiertas con un film de plástico, apropiadamente tensado y bien colocado.Como ventaja de esta presentación, nos permite ver el color de la carne. Como desventaja, no hemos controlado el proceso de troceado y además, al estar abiertos los frutos son susceptibles de contaminaciones. Por otro lado, no deben mostrar restos de líquido en su superficie, ya que propician el crecimiento de bacterias y hongos y disminuyen su tiempo de conservación.

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