Estados Unidos es el país más gordo del planeta, y la tentación de hacer un programa con personas con sobrepeso para que lo perdieran a cambio de dinero era demasiado grande. El programa 'The Biggest Loser' (el mayor perdedor) disfrutó de 17 temporadas entre 2004 y 2016.
En este reality show los concursantes perdían peso a gran velocidad, motivados por el premio de un cuarto de millón de dólares que podían ganar, y supervisados por un equipo médico y un entrenador personal. El programa es controvertido. Hay quien lo ve como historias de superación personal, mientras que otros creen que es simple crueldad y explotación de la desgracia ajena.
El concursante que más peso perdió, Danny Cahill, se dejó en el concurso 110 kilos en siete meses, la mitad de su peso al entrar. A pesar de los entrenamientos controlados y la supervisión médica, muchos concursantes recurrieron al ayuno y la deshidratación extrema antes de los registros de peso para mejorar sus posibilidades. Llegaban a hacer ejercicio a escondidas, y en varias ocasiones hubo participantes que terminaron en el hospital.
Sin embargo, el Verdadero valor de ‘The Biggest Loser’ es que se trata de un experimento con seres humanos sin precedentes, que no podría haber sido realizado de otro modo. Los resultados de este experimento son muy claros: perder peso rápidamente mediante restricción calórica y ejercicio es un gran error.
En el año 2016 el National Institute of Health de EEUU publicó un estudio en la prestigiosa revista Obesity, analizando a los concursantes de la octava temporada, emitida en 2009.
El estudio mostró que la mayor parte de los 14 concursantes que participaron recuperaron su peso, y en algunos casos llegaron a pesar más. Al cabo de los seis años, habían recuperado como media el 87% del peso perdido.
Una vez más, la diferencia no estaba tanto en las calorías sino en las hormonas. Parte de la explicación de la recuperación del peso es un descenso drástico de los niveles de leptina. Esta es la hormona de la saciedad, la que nos avisa de que ya hemos comida bastante. Se produce principalmente en las células del tejido adiposo, así que al perder tanta grasa de golpe, los concursantes estaban permanentemente hambrientos.
Pero incluso controlando la cantidad de comida, los concursantes estaban metidos en otra trampa hormonal. La leptina también influye en el metabolismo basal, es decir, la energía que consumimos en reposo. Al perder tanto peso de golpe, el metabolismo de los concursantes bajó en picado, pero el verdadero drama es que cuando recuperaron peso, el metabolismo no volvió a subir.
En el caso de Daniel Cahill, pasó de 195 kilos a 86 en el concurso, pero seis años más tarde pesaba 132. Aún así, como su metabolismo se quedó estancado, tiene que comer 800 Calorías menos al día que una persona normal de su tamaño para evitar ganar grasa.
Según el estudio, los pocos concursantes que consiguieron mantenerse después del concurso lo hicieron aumentando su actividad física hasta en un 160%. Esto coincide con otro metaestudio, que estima que la cantidad necesaria de deporte para contrarrestar los efectos de la caída del metabolismo es de 80 minutos al día. También en este caso los concursantes tenían que hacer mucho más ejercicio que una persona de su tamaño, solo para mantenerse.
El único de los concursantes que se mantuvo tuvo que dar una vuelta completa. Después de recuperar todo el peso perdido, se sometió a cirugía gástrica, y volvió a su peso de después del concurso. Esta cirugía hace mucho más que reducir el tamaño del estómago. Aún no se sabe muy bien cuál es el mecanismo por el que estas intervenciones consiguen modificar tan drásticamente el metabolismo de los pacientes, aunque se sospecha que parte de la explicación puede estar en la microbiota.
Tras la aparición del estudio en Obesity, el programa se canceló, aunque todavía hay versiones parecidas en otros países. Lo que sí hemos aprendido de las personas que pasaron por este famoso concurso es que el cuerpo humano se defiende con uñas y dientes de los cambios radicales impuestos desde fuera, aunque sea por un montón de dinero.