Así puede estar afectando el abuso de omeprazol a tu intestino

Darío Pescador

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En las películas y series de crímenes suele aparecer alguien que se quiere deshacer de un cadáver disolviéndolo en ácido. Lo que no pensamos tan a menudo es que los ácidos de nuestro estómago, principalmente el ácido clorhídrico, son mucho más potentes. El pH de estos ácidos oscila entre 1,5 y 3, similar al ácido de las baterías de coche, y puede disolver metal si se les da suficiente tiempo. Afortunadamente, la mucosa del estómago lo protege de daños.

Esta acidez extrema es imprescindible. No solo nos permite descomponer la mayoría de los alimentos que ingerimos, sino que también elimina muchas bacterias perjudiciales. Sin embargo, la acidez de estómago tiene mala fama. 

La pirosis o acidez estomacal es una sensación muy desagradable de dolor o quemazón en el esófago. En condiciones normales el esfínter que separa al estómago del esófago se debería contraer para evitar que el ácido del estómago se salga, pero si se relaja por alguna razón, como ocurre habitualmente al tragar, o porque hemos comido mucho, se produce reflujo: los contenidos del estómago, mezclados con ácido gástrico, regresan al esófago. 

El reflujo se puede prevenir masticando bien y evitando las comilonas o irse a la cama con el estómago lleno. Además, ayuda identificar qué alimentos son los que lo desencadenan con más frecuencia y eliminarlos de la dieta. Pero en lugar de prevenir, mucha gente opta por tomar una pastilla para reducir el ácido del estómago.

Los antiácidos o el bicarbonato son bases químicas que neutralizan el ácido y producen gas. Por el contrario, los inhibidores de la bomba de protones (IBP) como el omeprazol, van más allá, porque reducen la producción de ácido en el estómago.

El reflujo se puede prevenir masticando bien y evitando las comilonas o irse a la cama con el estómago lleno. Además, ayuda identificar qué alimentos son los que lo desencadenan con más frecuencia y eliminarlos de la dieta

Los IBP como el omeprazol desactivan una enzima llamada H+/K+ ATPasa, también conocida como “bomba de protones”, que es la encargada de producir iones de hidrógeno (protones) para formar ácido clorhídrico en el estómago. Como la enzima inhibida no puede regenerarse, para que el estómago pueda producir ácido de nuevo hay que esperar entre 24 y 48 horas, que es la duración del efecto tras una dosis única.

El reflujo gastroesofágico afecta a un 16% de la población, según la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD), y los IBP son el principal tratamiento para aliviar la irritación y la inflamación. También tienen su utilidad en el tratamiento de úlceras gástricas y duodenales, ya que dan un respiro al estómago para que cicatricen las lesiones. 

Por último, se usan para prevenir las úlceras inducidas por usar antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) durante un tiempo prolongado, ya que estos medicamentos pueden aumentar el riesgo de daño gástrico. Por eso se considera equivocadamente que el omeprazol es un “protector del estómago” que nos defenderá de los daños de una fabada seguida de un costillar.

Un estudio de 2023 estima que un 25% de la población mundial utiliza inhibidores de la bomba de protones. Sin embargo, esta popularidad también ha llevado a un aumento en su uso inapropiado, especialmente a largo plazo y sin indicación del médico, ya que es un medicamento que se expende sin receta.

“Fuera de casos patológicos como el reflujo gastroesofágico, úlceras estomacales o dispepsia funcional, existen maneras de regular el pH estomacal sin necesidad de recurrir a medicamentos, como por ejemplo ajustando la dieta”, explica el doctor en biología Arnau Vich Vila, investigador de la Universidad de Lubiana en Bélgica. Vich es autor de varios estudios sobre la influencia de medicamentos como el omeprazol en la microbiota intestinal.

Fuera de casos patológicos como el reflujo gastroesofágico, úlceras estomacales o dispepsia funcional, existen maneras de regular el pH estomacal sin necesidad de recurrir a medicamentos, como por ejemplo ajustando la dieta

El abuso de omeprazol y tus bacterias intestinales

Los IBP como el omeprazol son generalmente seguros cuando se usan a corto plazo y bajo supervisión médica pero tomarlos constantemente y su uso prolongado o inapropiado puede acarrear varios riesgos para la salud. Uno de los problemas más documentados es que interfieren con la absorción de nutrientes, en particular el magnesio, calcio y vitamina B12, que necesitan acidez para que los asimilemos. Esto produce más riesgo de fracturas óseas, especialmente en personas mayores por la falta de calcio, daño renal por la falta de magnesio e incluso problemas neurológicos por la falta de vitamina B12.

Pero el ácido no solo es necesario para la digestión, sino que nos protege de infecciones. “El ácido del estómago actúa como una barrera que separa las bacterias que están normalmente en la boca de las que están en el intestino. Al reducir esta acidez, algunas especies bacterianas del género Streptococcus o Rothia, que normalmente están en la boca [y que se eliminan en el estómago], pueden pasar al intestino”. 

Una de estas bacterias es la famosa Clostridium difficile, responsable de cuadros severos de diarrea. El uso de inhibidores de la bomba de protones hace aumentar el riesgo de infección por C. difficile del 18% en los pacientes hospitalarios que no los toman al 24% de los que sí.

“Ensayos in vitro han demostrado que los inhibidores de la bomba de protones pueden tener un efecto antibiótico, es decir, inhibir el crecimiento de bacterias que componen la microbiota intestinal sana”, añade Arnau Vich. Es decir, “la reducción de bacterias beneficiosas, y el incremento de bacterias oportunistas, como las enterobacterias”. ¿Qué son las enterobacterias? Algunas de ellas son bien conocidas, como Salmonella o Escherichia coli.

Del omeprazol también se sale

La alteración de la microbiota intestinal, que se denomina disbiosis cuando es negativa, puede estar en el origen de muchas enfermedades, como el cáncer de colon. “Hay bastante evidencia científica que apunta a que ciertas bacterias pueden promover la enfermedad inflamatoria intestinal y ciertos tipos de cáncer colorrectal”, advierte Vich. “Pero no todas las alteraciones en la microbiota intestinal son disbiosis. Las disbiosis son como los casos más extremos, sobre todo cuando hay inflamación”.

Ensayos in vitro han demostrado que los inhibidores de la bomba de protones pueden tener un efecto antibiótico, es decir, inhibir el crecimiento de bacterias que componen la microbiota intestinal sana

Cabe preguntarse si la alteración de la microbiota es la que causa enfermedades por la inflamación o bien es un síntoma. “En algunos casos es causa y consecuencia. Por ejemplo, en la enfermedad inflamatoria intestinal vemos que la microbiota puede inducir inflamación, pero a la vez la inflamación puede inducir cambios en la microbiota”, explica Vich. “Cuando hablamos de desviaciones estamos hablando de una reducción muy grande de la comunidad bacteriana, pero también de la riqueza, de la diversidad de bacterias”. En experimentos con ratas, la administración de IBP durante un largo tiempo cambió la composición de sus bacterias intestinales, que empezaron a parecerse a las de las ratas alimentadas con una dieta alta en grasa.

La dieta es el mayor determinante de la salud de la microbiota, especialmente cuando se eliminan los alimentos ultraprocesados y se aumenta la cantidad de fibra en forma de verduras y frutas. “Esto lo vemos a nivel poblacional. La gente que tiene una mejor dieta tiende a tener una mejor microbiota”, afirma Vich. 

Los experimentos apuntan a que no podemos 'arreglar' nuestra microbiota intestinal tomando probióticos o cambiando la dieta durante un tiempo para después volver a lo de antes, sino que para que los efectos positivos sean duraderos, tenemos que cambiar la forma en la que comemos de forma permanente. A su vez, una mejor dieta puede evitar la necesidad de tomar omeprazol. Un reciente estudio mostró que cambiar a la dieta mediterránea era una mejor opción para evitar el reflujo

* Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.