¿Ducha fría, templada o muy caliente? La temperatura del agua de la ducha parece ser una cuestión de preferencias personales, que a menudo defendemos con pasión. “La ducha muy caliente, casi hirviendo”, escuchamos decir a algunas personas. Pero aquí la ciencia también tiene algo que decir y las redes sociales ya se están haciendo eco: ducharse con agua muy caliente no es tan bueno para la piel ni para el cabello.
“Los dermatólogos siempre recordamos que, si el agua de la ducha está demasiado caliente, puede resecar la piel del cuerpo y del cuero cabelludo, además de deshidratar la fibra capilar”, advierte a elDiario.es la doctora Mayte Truchuelo, dermatóloga del Grupo Pedro Jaén.
La piel como barrera que nos protege
La piel es el órgano más grande del cuerpo humano. Una de sus funciones principales es la de actuar como una barrera protectora que regula la temperatura corporal, previene la pérdida de agua y protege contra agentes externos. Además, y no menos importante, la piel permite la percepción sensorial (presión, dolor y temperatura) y participa en otras funciones metabólicas, como la síntesis de vitamina D.
La barrera epidérmica es la capa más externa de la piel, formada por una matriz de lípidos (grasa) y células muertas, llamadas corneocitos. Esta estructura protege contra la pérdida de agua y la entrada de agentes externos. Sin embargo, la mayor parte de los jabones y cosméticos actúan contra esta barrera defensiva, ya que prometen eliminar las células muertas y dejar la piel libre de grasa.
El agua caliente, sobre todo en combinación con estos productos, también es enemiga de la capa protectora de la piel. En los estudios se habla de agua caliente cuando está por encima de la temperatura corporal de 37⯰C. Hay que tener en cuenta que la temperatura más alta que podemos soportar sin quemarnos está alrededor de los 43⯰C para exposiciones prolongadas, según un estudio de los alemanes Wiener y Sick, aunque la tolerancia depende del tiempo de exposición y la sensibilidad individual. Este es el rango de temperaturas de una larga ducha caliente que tanto apetece en un día frío de invierno o después de nadar en la piscina.
Los problemas del agua caliente para la piel y el cabello
El agua caliente puede ser beneficiosa porque dilata los vasos sanguíneos y facilita la relajación muscular. Si tenemos dificultades para relajarnos o conciliar el sueño por la noche, una ducha caliente puede ayudarnos, ya que, según un estudio de investigadores de la universidad estadounidense Penn State, activa el sistema nervioso parasimpático, que nos hace sentir calma.
"El agua demasiado caliente deteriora la barrera cutánea. Este es el manto hidrolipídico que cubre toda la superficie de la piel para evitar la pérdida transepidérmica de agua y la penetración de agentes potencialmente nocivos o irritantes y, por lo tanto, favorecer la sequedad de la piel
Además, es cierto que el agua caliente ayuda a disolver y eliminar aceites y suciedad de la piel, lo que proporciona una sensación de limpieza profunda. Sin embargo, si la ducha caliente se prolonga demasiado, empieza a poner en peligro la barrera protectora de la piel.
“El agua demasiado caliente deteriora la barrera cutánea”, explica la doctora Truchuelo. “Este es el manto hidrolipídico que cubre toda la superficie de la piel para evitar la pérdida transepidérmica de agua y la penetración de agentes potencialmente nocivos o irritantes y, por lo tanto, favorecer la sequedad de la piel”, añade.
Según un estudio dermatológico realizado por científicos de la Universidad de Granada, cada rango de temperatura tiene efectos específicos sobre la piel y el cabello, tanto beneficiosos como perjudiciales. El estudio, uno de los pocos publicados sobre este tema, confirma que la capa lipídica, que en condiciones normales retiene la humedad, puede verse dañada por el agua caliente, lo que a la larga puede resultar en sequedad, irritación y descamación.
Para la doctora Trinidad Montero Vilchez, dermatóloga del Hospital Universitario Virgen de las Nieves y coautora del estudio, “cuando la piel se expone al agua durante un largo tiempo se daña la capa más externa, llamada estrato córneo. Se produce una alteración de los lípidos de la piel, debilitando su barrera protectora, y una hinchazón de las células de la piel al absorber agua, generándose espacios entre las células. Como resultado de estos cambios, la piel se vuelve más vulnerable a irritantes externos, alérgenos y bacterias, lo que puede provocar irritación o incluso infecciones”.
Aunque parezca contradictorio, el agua caliente aumenta la pérdida de agua transepidérmica, una medida de la salud cutánea. Si la piel pierde agua, se reseca y se vuelve permeable a toxinas y patógenos, como pudo comprobar un estudio publicado en Skin research and Technology. “El agua caliente empeora este efecto, las altas temperaturas del agua aumentan la desorganización de los lípidos de la piel, lo que hace que la barrera cutánea sea aún más permeable”, corrobora la doctora Montero.
El agua excesivamente caliente también presenta riesgos para el cabello. La exposición frecuente al calor puede abrir excesivamente las cutículas capilares, lo que hace que el cabello sea más débil y quebradizo. El agua caliente puede ser útil para eliminar residuos de productos capilares, pero su uso continuo puede eliminar los aceites del cuero cabelludo, provocando sequedad y, como consecuencia, un aumento en la producción de sebo para compensarlo. El cuero cabelludo reseco puede desembocar en caspa, dermatitis seborreica y eczema, según la American Academy of Dermatology.
Estos efectos del agua caliente se potencian con el uso de jabones agresivos y productos exfoliantes. “Por ejemplo, si llevamos a cabo duchas o baños demasiado prolongados y aplicamos productos de higiene no adecuados, abusamos de exfoliantes, guantes de crin, esponjas ásperas y no nos hidratamos la piel después de la ducha con cremas corporales”, aclara la doctora Truchuelo.
Las ventajas del agua fresca en la ducha
Por el contrario, el agua fría, con temperaturas inferiores a los 30⯰C, parece tener muchas propiedades beneficiosas. Una ducha fría es vasoconstrictora, es decir, hace que se contraigan los vasos sanguíneos, lo que aumenta temporalmente la presión arterial, pero el efecto a largo plazo es regulador y la presión baja enseguida, como se pudo comprobar en un estudio publicado en The Lancet.
En la piel, el agua fría o templada conserva mejor la barrera lipídica, ayudando a mantener la hidratación. Además, estudios como este reciente de la Universidad de Denver han comprobado que el agua templada puede reducir la inflamación en personas con afecciones de la piel como la rosácea o dermatitis atópica, mientras que las altas temperaturas empeoran la inflamación, el enrojecimiento y la irritación.
“La ducha idealmente ha de llevarse a cabo con agua tibia”, aconseja la doctora Truchuelo. ¿Qué es el agua tibia? En términos generales, la temperatura ideal para una ducha está ligeramente por debajo de la temperatura corporal, entre 32⯰C y 37⯰C. A estas temperaturas el agua está suficientemente caliente para eliminar la suciedad y el exceso de grasa, pero no tanto como para afectar a la barrera de la piel y el cuero cabelludo. La doctora Montero añade: “Según nuestro estudio, se puede concluir que la exposición prolongada al agua caliente (44⯰C) es más dañina para la piel que el agua fría (4⯰C). Lo ideal sería ducharse con agua templada (25-35⯰C)”.
Según nuestro estudio se puede concluir que la exposición prolongada a agua caliente (44°C) es más dañina para la piel que el agua fría (4°C). Lo ideal sería ducharse con agua templada (25-35°C)
El otro factor es la duración de la ducha. Como se ha mencionado, incluso con temperaturas moderadas, una exposición prolongada al agua puede causar deshidratación. Según la Academia Americana de Dermatología, aunque las duchas deberían estar entre los 10 a 15 minutos, las personas con la piel seca deberían reducirlas a 5 minutos.
Puedes empezar la ducha lavando y acondicionando tu pelo con agua tibia en lugar de hirviendo. Aunque te encante la sensación del agua caliente en la cabeza, no merece la pena dañar el cuero cabelludo ni resecar el pelo y la piel. Termina siempre con un aclarado con agua fría para mantener tu pelo brillante y fuerte y estimular la circulación periférica en todo el cuerpo. Con tan solo 10 o 15 segundos es suficiente.
Tampoco conviene olvidar que, a no ser que se sude mucho, ducharse todos los días no es necesario, así como que no conviene abusar del jabón y el champú, algo que además protege a la microbiota cutánea, las bacterias beneficiosas que viven sobre nuestra piel.
*Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.