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Al borde del precipicio

17 de diciembre de 2024 22:06 h

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El 20 de enero de 2025 tomará posesión de su cargo Donald Trump y pondrá en marcha una batería de medidas que afectarán al propio sistema democrático en los Estados Unidos en primer lugar y al de la Unión Europea a continuación. 

No será como el 20 de enero de 2017, cuando Trump llegó a la presidencia sin estar preparado para ello. No se le había pasado por la cabeza que iba a ganar las elecciones e iba a ser presidente de los Estados Unidos. De ahí que no fuera capaz siquiera de designar a los centenares de altos funcionarios que resultan imprescindibles para implementar las direcciones políticas de cualquier nuevo presidente. Donald Trump tuvo que improvisar sobre la marcha y tuvo que ir sustituyendo de manera continuada a los primeros altos funcionarios que había designado inicialmente.

Esta vez no va a ser así. Donald Trump va a tomar posesión con un programa definido y con un equipo cohesionado para ponerlo en práctica. El presidente de 2025 sabe no solamente lo que quiere, sino también cómo quiere alcanzar el objetivo que pretende.

El que sea así no quiere decir que vaya a conseguir alcanzar todo lo que se propone. Habrá resistencia en el interior del sistema político americano y las habrá también fuera. Pero la amenaza para la democracia en los propios Estados Unidos y en el resto de los países democráticamente constituidos en general y en la Unión Europea en particular es algo con lo que tenemos que contar desde ya y para lo que tenemos que prepararnos.

En la Unión Europea no estamos en buenas condiciones para hacerlo. Ya veremos si Francia tiene Gobierno el 20 de enero de 2025 y ya veremos cómo afecta el programa político que ponga en marcha el presidente Trump a las elecciones generales en Alemania el 23 de febrero.

Nada indica por la forma en que se ha producido la designación de François Bayrou como presidente del Gobierno, que su nombramiento tendrá más recorrido que el de Michel Barnier. Arranca en una posición de debilidad superior y lloviendo sobre mojado. Es no solamente posible, sino incluso probable, que para el 20 de enero sea de la renuncia de Emmanuel Macron y de la celebración de elecciones presidenciales de lo que se esté hablando.

En lo que a las elecciones alemanas se refiere, es también más que probable que, con los resultados que avanzan los sondeos, no resulte fácil la formación de Gobierno sin la participación en el mismo de Alternativa para Alemania. El hundimiento de partido socialista puede hacer imposible la reedición de la Gran Coalición, que exige un cierto equilibrio entre los dos grandes partidos. Un partido socialista que no sea “grande” no puede formar parte de una Gran Coalición.

El impacto de la política de la presidencia americana ocupada por Donald Trump puede poner en marcha un proceso de desintegración de la Unión Europea, que nació como consecuencia de la imposición del principio de legitimación democrática a escala continental tras la caída del Muro de Berlín y cuya supervivencia depende de la supervivencia de una manera creíble de dicho principio de legitimidad. 

La ausencia de credibilidad de la democracia a escala continental se trasladará a los Estados miembros. Ya está operando así en varios Estados, que posiblemente se verán afianzados con el impulso de la presidencia de los Estados Unidos. 

En ese horizonte es más que probable que Junts decida cortar definitivamente con el Gobierno presidido por Pedro Sánchez, desencadenando un proceso electoral que puede poner en cuestión nuestra fórmula de gobierno, contribuyendo de esta manera a una mayor desintegración de la Unión Europea.  

El 20 de enero de 2025 tomará posesión de su cargo Donald Trump y pondrá en marcha una batería de medidas que afectarán al propio sistema democrático en los Estados Unidos en primer lugar y al de la Unión Europea a continuación. 

No será como el 20 de enero de 2017, cuando Trump llegó a la presidencia sin estar preparado para ello. No se le había pasado por la cabeza que iba a ganar las elecciones e iba a ser presidente de los Estados Unidos. De ahí que no fuera capaz siquiera de designar a los centenares de altos funcionarios que resultan imprescindibles para implementar las direcciones políticas de cualquier nuevo presidente. Donald Trump tuvo que improvisar sobre la marcha y tuvo que ir sustituyendo de manera continuada a los primeros altos funcionarios que había designado inicialmente.