Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.
Jugar al empate solo beneficia la ocupación israelí
El embajador español ante Naciones Unidas, Román Oyarzun Marchesi, hizo dos comentarios que dejaron perpleja a la parte palestina. En primer lugar, situó a Israel y Palestina como iguales, asegurando que “ambos dicen apoyar la solución de los dos Estados”. Esto -que probablemente quiso ponerse como una nota positiva preparando la presidencia española del Consejo de Seguridad en octubre- es darle mucho crédito a Israel, que continúa destruyendo la solución de los dos Estados a diario. Sin embargo, el segundo comentario fue aún más chocante: el representante español felicitó a Israel por “no construir en las colonias durante los últimos meses”.
¿De dónde podría haber sacado esa información? Esta afirmación -tras el hecho de que en el pasado España hubiera condenado la política de colonización israelí- puede significar muchas cosas. Una de ellas es simplemente jugar a la teoría del empate. Pero esto, que algunos creen que puede ayudar a “impulsar el dialogo”, no es más que la vieja formula que hizo fracasar el llamado “proceso de paz”, donde en vez de diferenciar entre ocupado y ocupante, con las distintas responsabilidades que cada cual tiene, se ubica a los dos en el mismo plano, igualando así las responsabilidades.
Representantes de los colonos, incluida una gran parte del gobierno israelí, afirman cada cierto tiempo que no se han aprobado nuevas colonias en los últimos meses. Esa afirmación no se ajusta a la verdad, dado que el mismo día en que el embajador Oyarzun felicitó a Israel por “no construir en las colonias”, su gobierno aprobaba alrededor de mil unidades en las colonias, es decir, unos cinco mil colonos más en territorio ocupado. Sin embargo, el hecho de que efectivamente los anuncios hayan disminuido durante los últimos meses no significa que la construcción en las colonias se haya detenido. Lo que sucede simplemente es que han sido tantas las colonias aprobadas en los meses anteriores que no hay necesidad de seguir haciendo anuncios, por cuanto efectivamente hoy existe construcción activa en más de 200 colonias en todo el territorio ocupado al Estado de Palestina.
Jugar a la teoría del empate no es darle incentivos al gobierno israelí para avanzar hacia la solución de los dos Estados, sino justamente todo lo contrario. Israel -que está ya bastante acostumbrado a las condenas en papel- entiende que para bastantes gobiernos europeos el “retomar las negociaciones” es más importante que adoptar acciones en contra de la beligerante ocupación que lleva a cabo en Palestina. Esto Israel lo ha sabido jugar muy bien, como se comprueba cuando algunos países europeos anuncian que no reconocerán a Palestina sino como “resultado de las negociaciones”, algo que también ya ha sido señalado por Tel Aviv.
Representantes de Palestina han afirmado, tanto en público como en privado, que no están dispuestos a volver a antiguas fórmulas ya fracasadas. Crear las condiciones para retomar las negociaciones no solo debe incluir el respeto por parte de Israel de los acuerdos firmados (que incluyen obligaciones como paralizar de forma efectiva la construcción de las colonias, conceder la libertad a los prisioneros palestinos encarcelados antes de la aplicación de los Acuerdos de Oslo, el retorno de las funciones de gobierno denegadas a Palestina desde 2001, la reapertura de la Casa de Oriente y el resto de las instituciones palestinas clausuradas en Jerusalén, etc.), sino también la consolidación de una actitud internacional acorde con la exigencia de tales obligaciones.
Cuando se juega al empate, a Israel se le acusa de construir colonias y a Palestina de “adoptar pasos unilaterales”, tales como ingresar en la Corte Penal Internacional. Otro de los comentarios escuchados que ha molestado a la parte palestina son del tipo del siguiente: “llamamos a Israel a parar las colonias y a Palestina a no acudir a la Corte Penal Internacional”. Comparar un crimen de guerra como es la construcción de las colonias israelíes con una acción pacifica basada en el Derecho internacional como es la de acudir a un tribunal es algo inaceptable, pero se da. Esa idea de que “ambas partes no deben llevar actos unilaterales que afecten al diálogo” (presente en la declaración del Consejo de Ministros de la Unión Europea) no solo olvida que las acciones palestinas se realizan en ámbitos multilaterales, sino que niega al pueblo palestino el derecho a defenderse en los organismos internacionales. Todo ello, además, mientras la gran mayoría del mundo observa con distancia, condena las colonias sin hacer mucho al respecto y llama a “retomar el proceso de paz”.
El embajador español ante Naciones Unidas, Román Oyarzun Marchesi, hizo dos comentarios que dejaron perpleja a la parte palestina. En primer lugar, situó a Israel y Palestina como iguales, asegurando que “ambos dicen apoyar la solución de los dos Estados”. Esto -que probablemente quiso ponerse como una nota positiva preparando la presidencia española del Consejo de Seguridad en octubre- es darle mucho crédito a Israel, que continúa destruyendo la solución de los dos Estados a diario. Sin embargo, el segundo comentario fue aún más chocante: el representante español felicitó a Israel por “no construir en las colonias durante los últimos meses”.
¿De dónde podría haber sacado esa información? Esta afirmación -tras el hecho de que en el pasado España hubiera condenado la política de colonización israelí- puede significar muchas cosas. Una de ellas es simplemente jugar a la teoría del empate. Pero esto, que algunos creen que puede ayudar a “impulsar el dialogo”, no es más que la vieja formula que hizo fracasar el llamado “proceso de paz”, donde en vez de diferenciar entre ocupado y ocupante, con las distintas responsabilidades que cada cual tiene, se ubica a los dos en el mismo plano, igualando así las responsabilidades.