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Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.

Al camarada y amigo Rafael Reig

Hugo Martínez Abarca

Miembros del Consejo Político Federal de Izquierda Unida —

Tengo la impresión de que existen dos formas posibles de ser leninista (habiendo leído a Lenin, quiero decir) en este tiempo. Puede haber terceras vías, no digo que no. Pero esas nunca llevan a buen puerto. Una era la de Manuel Fernández-Cuesta a quien no pude conocer en persona. La otra es la tuya con quien sí he tenido el placer de compartir charlas y copas. Una de esas ocasiones la contaste en tu blog en Hotel Kafka (sobre todo de las copas, policía mediante): fue tras una charla que organizamos en La Tercera sobre tu anterior libro “Todo está perdonado” (Tusquets, 2011) y el de Juan Carlos Monedero “La Transición contada a nuestros padres” (Catarata, 2013). En otra charla que organizamos en La Tercera sobre el Estado laico viniste a decir que como eres leninista te opones al Estado laico. Y al no laico, vaya. Recuerdo algún verano sintonizar la radio y escuchar que te preguntaba una presentadora qué libros recomendabas para el verano, supongo que esperando alguna lectura fresquita para leer en la playa, con un tinto de verano. “Pues yo recomiendo que este verano la gente lea a Lenin”. En concreto recomendaste el estupendo “Lenin. El revolucionario que no sabía demasiado” de Constantino Bértolo (Catarata, 2012)

Leí con atención tu carta al secretario general del PCE, José Luis Centella. Como todo el mundo, por cierto: salía yo del fútbol y tenía un par de mensajes en el móvil de dirigentes de IU que me pedían el artículo para no esperar a leerlo al día siguiente. “¿Qué narices significa eso de ”superando incluso el ámbito de la izquierda política“? ¿Es una cosa joseantoniana de la vieja dialéctica entre izquierdas y derechas? ¿Es una cosa estilo PSOE, que quiere captar votos del PP y de Podemos porque es sólo el voto lo que les interesa? ¿Nos está buscando para que votemos y nada más? ¿Nos busca para juntarnos con el PSOE y hasta con UPyD?”, preguntabas finalmente al secretario general del PCE.

Tengo claro que hay que ser de izquierdas, que hay que defender a los oprimidos frente a los opresores, que tenemos que estar ahí para cuando nos busquen. Pero también creo que hay que evitar decirlo. Que muchas veces no hace falta y que otras hay que aclarar demasiadas cosas: “la izquierda. Es decir, a la izquierda del PSOE, por supuesto” aclaras en tu carta al secretario general del PCE. Oportuna aclaración, Rafa, porque estos días están apareciendo llamamientos a la unidad de la izquierda” que incluyen al PSOE o artículos en El País de Diego López-Garrido reivindicando “la clásica dialéctica izquierda-derecha”.

Como tantos, López-Garrido confunde dialéctica y retórica. Dialéctica es enfrentamiento, es conflicto y él olvidó en qué consiste el enfrentamiento desde que se cobró su recompensa por romper a IU y pasó a la mansa sumisión pase lo que pase. La “clásica dialéctica izquierda-derecha” es la toma de partido entre el opresor y el oprimido. En la “clásica dialéctica izquierda-derecha” si tu partido reforma la Constitución al servicio de los mercados, si tu partido responde al ataque especulativo rindiéndose y recortando los escuálidos derechos sociales, si tu partido da dinero público a la banca, si tu partido privatiza, si tu partido acata la sucesión dinástica sin siquiera permitir que el pueblo opine si ya es mayor de edad para andar jugando a reyes y príncipes… y no dices esta boca es mía (con lo que le gustaba disentir en público a don Diego) has tomado partido por el lado derecho de esa dialéctica clásica. En cambio López-Garrido, como tantos miembros de su partido, se aferra a la retórica izquierda-derecha para ser los mejores defensores de la izquierda, los garantes de la derrota de la derecha y todas esas milongas que se sirven de la izquierda retórica para entregarnos a la derecha dialéctica.

La dialéctica izquierda-derecha es materialista: si uno lucha contra toda opresión está en la izquierda y si apoya o consiente que un humano domine a otro está en la derecha. La retórica izquierda-derecha en cambio se ha constituido en una forma de trasladar a la política la lógica futbolística. Yo soy del Madrid porque soy del Madrid, de toda la vida, porque mi padre es del Madrid; mi padre se hizo del Madrid creo que porque un hermano mayor era del Madrid; así que quería que Figo fallase cuando estaba en el Barça y que marcase goles cuando estaba en el Madrid. Así es mucha gente de izquierdas o de derechas. Trabajadores que son de derechas porque les gusta España o son cristianos o su familia era de derechas de toda la vida; que se indigna cuando se rescata a la banca o se hallan cuentas en Suiza del PP o les recortan servicios públicos pero no se pasarán a la izquierda como yo no me hago del Barça pese a lo que pienso de Florentino Pérez.

La toma de partido en política no debería ser eso. No debería consistir en que si el mismo sujeto hace lo mismo con una camiseta está bien y si lo hace con otra está mal. No debería permitir decirse de izquierdas a quien un día privatiza AENA y al día siguiente critica que el PP privatice AENA. Pero sucede. La retórica izquierda-derecha ha dejado de responder a la dialéctica izquierda-derecha; ésta absolutamente vigente, aquélla un lastre.

Empezaba esta carta hablando de Lenin, de tu leninismo. No parece que el bueno de Vladimir fuera precisamente joseantoniano, que buscara sólo el voto ni la aprobación de todos. Sin embargo en sus principales textos cuesta bastante encontrar referencias a la izquierda. Es más, la mayoría de las referencias a la izquierda que nos encontramos son claramente peyorativas (especialmente en “El izquierdismo…”). A Lenin no le hacía falta reivindicarse de izquierdas aunque indudablemente lo fuera.

Creo un error decir que se está al margen de izquierda y derecha porque como dices eso recuerda a quienes querían prohibir por ley la lucha de clases. No habría que usar la retórica izquierda-derecha ni para decir que no usamos la retórica izquierda-derecha. Igual remite de una forma mucho más sincera a la dialéctica izquierda-derecha plantear el conflicto de otra forma: Si preguntamos sobre si López-Garrido es de derechas o de izquierdas mucha gente nos dirá que de izquierdas; los más avispados dirán que “es de izquierdas pero”. Si preguntamos si López-Garrido defiende a Botín o al pueblo… seguramente las respuestas sean más atinadas. De Lenin a López-Garrido hay un trecho, reconozcámoslo. Lenin usaba poco la etiqueta “izquierda” y buena parte de las veces con connotación negativa, empezando por los llamados comunistas de izquierdas. López-Garrido la usa siempre que puede. Su mapa es el de la izquierda, la derecha y el populismo, que hace el juego a la derecha, claro (la nueva versión de la pinza que aún le da de comer).

La unidad de la izquierda se fragua hoy con mucha más claridad si reivindicamos la unidad popular frente a Botín y sus cómplices que si llamamos a la unidad de la izquierda frente a la derecha. Cuando escuchamos hablar de unidad rupturista, candidaturas de unidad popular, etc. sabemos que se está planteando unidad de las fuerzas y activistas que luchan contra el saqueo. Cuando oímos “unidad de la izquierda” nos recorre la espalda un escalofrío y tenemos que aclarar como tú “a la izquierda del PSOE, por supuesto”. Por eso seguramente sea un error poner el foco en el significante en vez de en el significado, en si se es o no de izquierdas en vez de en qué haríamos con Botín, con nuestra ciudad, con la deuda… Seguro que en el significado de “izquierda” nos encontramos con gente con la que compartimos más que en el significante “izquierda” reivindicado para sí incluso por Felipe González, José Bono y Joaquín Almunia.

Tu tío Ramiro Reig pensaba que nos estaban “buscando a la izquierda, a los comunistas, a los que luchan por otra sociedad.” Lo que no creo que hubiera es gente buscando a quien se dijera de izquierda: de esos ha habido tantos que hasta han gobernado este país poniendo en marcha el saqueo. Quizás (sólo quizás) la mejor forma de que nos encuentren es separados de ellos, fuera de la retórica que usan esos trileros. Ellos son mucho más fáciles de encontrar que nosotros porque ponen en grandes carteles de neón la palabra izquierda para entregársela con un lacito a Botín y a Su Majestad el Rey Felipe VI.

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Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.

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