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Abraham Cupeiro:“Soy un humilde músico clásico pero mi vídeo con Broncano es el más visto”
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Marina Estévez Torreblanca
Madrid, 30 ene (EFE).- Abraham Cupeiro está convencido de que si la música clásica tuviera el foco mediático que se da a otros ritmos sería igual de popular: “Yo soy un humilde músico, pero cuando estuve en un programa con muchísima audiencia como 'La Resistencia', mi vídeo con Broncano fue el más visto”, explica a EFE.
Aunque se quite importancia, este gallego nacido en Sarria en 1980 tiene en su curriculum hitos como haber participado en la banda sonora de 'Gladiator II' de Ridley Scott y haber tocado el carnix, instrumento de viento de la Edad de Hierro Celta (300 a. C. – 500 d.C.) confeccionado por él mismo, en la previa de un partido entre el RC Celta y el FC Barcelona.
Cupeiro, que ofrecerá un doble concierto este domingo en los Teatros del Canal de Madrid como culminación de una gira con la orquesta Gaos, tiene formación en música antigua y trompeta, y además recupera y construye instrumentos perdidos para crear nuevas sonoridades.
Una versatilidad musical que se viralizó en el mencionado vídeo de 'La Resistencia', en el que trataba de enseñar al popular presentador cómo sacar sonido de una pajita.
“El gancho es la gracia de las pajitas, pero es que también es un instrumento y a la gente le llama la atención que pueda estar afinado. El problema es que a veces no nos dan esa cobertura”, reflexiona sobre la menor popularidad de la música académica.
Cupeiro -que culmina la gira por el álbum 'Mythos', grabado en Abbey Road junto a la Royal Philarmonic Orchestra- recuerda en todo caso que “Bach no escribió para poner su música en Spotify y es de lo más escuchado ahí”.
Pero para llegar al gran público, opina, los músicos clásicos tienen que saber también crear más atmósfera en los conciertos y explicar lo que se hace. Él intenta transmitir su convicción de que “los seres humanos no solamente oímos con el oído, sino con los pelos, la piel, los ojos” a través de unos instrumentos que también tienen una parte escultórica o plástica.
Por ejemplo, destaca el caso de ese carnix que tocó antes del partido de fútbol, una trompeta celta coronada en su pabellón con una cabeza de dragón. Su sonido -describe- es “como un quejido, un lamento que sale desde muy adentro”. Por eso, es el que más le ha sorprendido de cuántos ha fabricado en el taller que tiene en su casa, a las afueras de Lugo.
Para arrancar los sonidos adecuados a estos cuernos o caracolas gigantes, teniendo en cuenta que son más antiguos que la música escrita que se conserva (a partir del siglo VIII aproximadamente) Cupeiro investiga con la morfología del propio instrumento qué notas podría tocar y las tradiciones de culturas que aún mantienen estas estructuras musicales y orales.
“Una vez que ya tengo todas las pistas sobre la mesa, lo único que hago es lo que haría un ser humano de hace miles de años, que es soplar, pero sobre todo sentir y experimentar con el instrumento, que es una llave sonora que nos abre puertas del pasado”, dice el músico académico y lutier autodidacta, para quien la improvisación es fundamental.
Él está convencido de que su creatividad podría ser la misma de una persona de hace miles de años o más baja “porque antes la gente tenía una cosa que nosotros ya no tenemos, que es el tiempo para razonar, reflexionar e ir creando un discurso sonoro más que interesante”, dice.
Cupeiro vive una doble dimensión global, en sus viajes musicales y de investigación, y al mismo tiempo apegada a su tierra. “Creo que es una misión de los seres humanos mantener nuestras raíces para que el mundo sea mejor, más poliédrico y con más diferencias de matices”, remarca el gallego.
Una vez cierre su actual gira a finales de esta semana, entre sus proyectos futuros está un disco que sacará en primavera con un grupo más pequeño y en el que incluirá “canciones que he ido guardando en cajones y han quedado un poco perdidas”, explica.
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