Adam Michnik fundó en Polonia el periódico Gazeta Wyborcza y a día de hoy sigue siendo su redactor jefe. Desde allí, ha desarrollado una tarea de vigilancia del poder y firme europeismo que le ha llevado al reconocimiento que concede la Fundación Princesa de Asturias con el premio de Comunicación y Humanidades.
Para este periodista e historiador, el premio llega en un momento “de importantes tensiones políticas en Europa”, “donde las instituciones y las fuerzas de la sociedad civil defienden los valores democráticos frente a una ola de nacionalismo populista, a menudo respaldado por fundamentalismos ultraconservadores de diversa índole”, explica a elDiario.es sobre la situación en su país y en la Europa del Este. En ese contexto, “el papel de los periodistas en este choque es evidente: o defendemos la libertad de prensa, la libertad de los ciudadanos, que también significa el orden democrático, o tendremos unos nuevos y sombríos años 30”.
Las tres décadas que lleva al frente de la Gazeta Wyborcza, cuyo primer número salió en 1989, le han permitido tomar el pulso de la democracia en Polonia. Surgió en el momento en el que el movimiento de oposición anticomunista liderado por el sindicato Solidaridad y apoyado por fuerzas occidentales, hacía caer el régimen soviético y que se resquebrajara el Bloque del Este. “Después del 89, la prensa en Polonia era pluralista y libre de la presión de los gobernantes”, recuerda Michnik. “Las únicas presiones que podía haber eran las que venían de la sociedad, pero era normal... en la sociedad convive gente diferente, no a todo el mundo le gusta lo que se escribe en un periódico que calificaría de liberal-izquierdista, aunque más liberal que izquierdista, al menos si consideramos 'izquierda' como la voluntad de dominar el Estado por la economía planificada y el sistema de partido único”, señala.
Un Gobierno de ultraderecha y sus medios de propaganda
43 años de democracia después, el Gobierno de la República polaca está presidido por el ultraconservador Andrzej Duda, del partido Ley y justicia, que ganó las elecciones en 2015 y fue reelegido en 2020, aunque de manera muy ajustada respecto a su contrincante de centro-derecha. “En Polonia, una gran parte de los medios ya está dominada por el partido gobernante, que es populista-radical, nacionalista e intolerante, y esto se aplica principalmente a los medios públicos, que han dejado de ser medios públicos y se han convertido en instituciones del poder gobernante, en la propaganda del partido, lo que significa la muerte de los medios independientes, porque los periódicos deben informar sobre la realidad, no falsearla a instancias de los instructores del partido”, explica Adam Michnik.
Michnik, que nació en 1946, un año después de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, recibe este premio mientras sucede una guerra en un país que es frontera con el suyo, y los medios de comunicacióm informan de ella en tiempo real... salvo los medios rusos. “Ahora la pregunta es cómo combatir la campaña de desinformación de guerra en Ucrania, una campaña que proviene de Rusia”, se plantea el historiador. “Por supuesto, deben exponerse todas esas mentiras”, indica, pero advierte de que “no se puede dialogar con aquellas instituciones que producen falsedades, porque no hay diálogo en ellas”. “Escriben lo que escriben no para explicar el mundo, ni siquiera de manera controvertida, sino para esclavizar a las personas, adormecerlas y obligarlas a obedecer a las autoridades. Y solo hay una respuesta ante esto, uno debe guiarse por la defensa de la libertad y la verdad, estos son los dos pilares de los medios independientes en una sociedad democrática”, añade, sobre la utilización de los medios de comunicación como transmisores de propaganda.
El euroentusiasmo y la Polonia valiente
El año pasado, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) falló en contra de Polonia, alertando de que la independencia de los jueces estaba comprometida. No era la primera vez. Michnik no piensa que estas sanciones estén causando efecto. “Hay muchos rumores pero no veo ningún cambio real hasta hoy”, señala. “El Gobierno ha anunciado, por ejemplo, que va a desmantelar la Sala Disciplinaria [después de que el TJUE dictaminara que es contraria a la legislación comunitaria], la cual sirve sencillamente para reprimir a los jueces que dictan sentencias de acuerdo a la Constitución y no de acuerdo a las órdenes de las autoridades, pero no pasó nada con esto”, remarca. “Considero que esta política del Gobierno es dañina, estúpida y suicida. El hecho de que el TJUE imponga sanciones es normal y debería ser contra todos los Estados, cualquier Estado de la UE que vulnere su nivel de poder y los principios democráticos de la UE, también debería ser sancionado económicamente”, opina.
El periodista, que tuvo un pasado de militancia política y fue diputado en la primera legislatura democrática, admite que pertenece al grupo de “euroentusiastas”. “No digo que todo esté bien en la Unión Europea ni que todo funcione bien porque todos somos personas, no ángeles, pero estoy convencido de que desde el principio la Unión fue buena para evitar conflictos dentro de la UE y, por supuesto, tales conflictos armados no los hay”, señala. “Creo que esta es la revolución sabia, porque es no violenta. Está dirigida no a aniquilar a nadie, sino a enriquecernos unos a otros. Todos lo que ha traido a Polonia la pertenencia a la UE ha sido positivo, no conozco nada negativo, al contrario de lo que creen el primer ministro Mateusz Morawiecki y [el expresidente y presidente del partido del Gobierno] JarosÅaw KaczyÅski”, dice.
A pesar de todo, Michnik mira al futuro con ilusión gracias a las “iniciativas de jóvenes muy valientes que a menudo salvan el honor de nuestro país”. “Cuando miro a estas personas, miro el futuro de Polonia con optimismo, quizás porque mis hijos también se encuentran entre estas personas”, indica.