Luis Cernuda: el poeta del futuro
Luis Cernuda escribía en la segunda etapa de su vida A un poeta en el futuro, unas líneas recogidas en la antología Como quien espera el alba (1974), con las que destapaba por completo su alma incomprendida en un periodo convulso que le llevó al exilio. Criticaba a una sociedad opresiva y homófoba que le cortó las alas pero le inspiró en sus escritos. Con esta composición pretendía una proyección, que sus palabras no se perdiesen en el tiempo. Y lo consiguió. Hoy, en el 50 aniversario de su muerte, sus lectores y estos poetas del futuro a los que se refería el sevillano se reúnen para homenajear su figura.
El Ateneo de Madrid acoge este acto conmemorativo en el que se presentará el libro 'Leve es la parte de la vida que como dioses rescatan los poetas'. Bajo este título, tomado prestado de unos versos que Cernuda dedicó a su amigo Federico García Lorca, se recogen más de 80 poemas escritos para la ocasión.
El espíritu de las palabras exiliadas
Esta muestra de admiración, celebrada sin ninguna ayuda oficial, nace con el objeto de trasladar la palabra de Luis Cernuda a su tierra natal. En el volumen han participado un dilatado número de poetas de distintos estilos, procedencias y generaciones. Entre ellos Caballero Bonald, Antonio Gamoneda, Antonio Colinas, Francisco Brines, Rafael Cadenas, Luis Antonio de Villena, Luis Alberto de Cuenca o, la premio Nobel alemana, Herta Müller. Muchas de estas respetadas firmas del mundo de la lírica se darán cita este martes a las siete y media de la tarde, en una de las fachadas más emblemáticas de la capital. El lugar no es casual, como nada de lo que rodea este acto, al ser sus paredes testigo en múltiples ocasiones de las reuniones de Cernuda con sus incondicionales del 27 -Aleixandre y Lorca-.
La ceremonia y el libro se abren con los primeros manuscritos de Soliloquio del farero, considerado uno de los principales textos del autor. Además, para evocar el espíritu del poeta, se proyectarán imágenes inéditas y se escuchará su voz durante la muestra.
Donde no habite el olvido
Un día como hoy de 1963, Luis Cernuda se encontraba en casa de su amiga Concha Méndez, en la delegación mexicana de Coyoacán. Al ver que no bajaba a desayunar, la hija de su anfitriona subió a buscarle a su habitación, donde le encontró con su perenne pipa y con un libro de Emilia Pardo Bazán en las manos. Discreto como era, nos dejaba, y rememorando su famoso poema se iba “Allá, allá lejos/ donde habite el olvido”.
Que el cincuentenario de su muerte sirva para confirmar lo que ya se sabe, que la obra de este pilar de la literatura española no habita el olvido. Su inherente estilo hacía referencia a su tierra, al dolor y al rencor que le sugería; pero también expresaba esa coherencia intelectual que le caracterizaba. Los que le concocían le definen como una personalidad dificil y un alma desalentada después de su ir y venir por la geografía mundial. Pero coinciden en que era un visionario que inventó una poesía incombustible. Así que como él mismo escribía: “Gracias, compañero, gracias”.