La afamada escritora senegalesa Aminata Sow Fall tiene su casa llena de recuerdos. Fotografías y obsequios que invaden muebles y paredes, pero también sus respuestas al preguntarle por su vida, que ha girado en torno a su pasión: los libros.
“Solo la cultura y el diálogo pueden salvar a la humanidad porque es un intercambio donde todo el mundo se encuentra en el otro”, dice a Efe en una entrevista en su casa en Dakar, la capital de Senegal.
Sow Fall, de 77 años y pionera de la literatura africana francófona, aún recuerda cuando propuso su primer libro a la editorial senegalesa Nouvelles Editions Africaines, creada en 1972 por el poeta y primer presidente de Senegal tras la independencia, Léopold Sédar Senghor.
El director literario le respondió con una negativa porque “era una novela local”.
“Le dije que sí, que yo era local, que todo el mundo es local. Lo universal comienza en cada uno de nosotros, porque todos nosotros nos interrogamos por nuestro destino, sobre cómo vencer a la muerte, tenemos preocupaciones y angustias existenciales. Él me dijo que todo eso era ideología”, rememora la novelista.
Tres años después decidió recoger su manuscrito y le dijo al director literario que el motivo de su negativa la había herido “en lo más importante, en lo que yo soy y expreso: mi cultura y personalidad”.
Sin embargo, en aquella visita, Aminata Sow Fall coincidió antes de marcharse con el director de la editorial y él consideró que habría que publicarlo “para ver”.
Su primer libro, “Le Revenant”, fue publicado por esta editorial en 1976, y se convirtió en un clásico de la literatura africana francófona.
“Nunca escribí para hacer una carrera literaria. Entré en la literatura por azar”, asegura la autora, con aire risueño desde un sillón de madera y piel rojiza situado en el salón de su casa.
Sow Fall procedía de una familia acomodada de Saint Louis, histórica ciudad del norte de Senegal, y esto le permitió cursar sus estudios de letras modernas en Francia, donde conoció a su marido.
Tras casarse en 1963 en París, volvió a su país donde se dedicó a la enseñanza y trabajó en el Ministerio de Cultura.
Fue a su regreso a Senegal cuando surgieron las primeras líneas de la que sería su primera novela.
“En 1962 -rememora-, había dejado una sociedad muy generosa en la que el proverbio principal era que el dinero no da la felicidad. Cuando regreso en 1969 veo que esa filosofía ha desaparecido completamente y que la sociedad ha cambiado, porque sólo cuenta el dinero, no la humanidad”.
Esta percepción hizo que Sow Fall escribiera su primera novela con un tono crítico, pero sin ninguna intención de publicarla.
Sin embargo, tras ser leída por varios familiares aceptó presentarla a la editorial.
Su obra más conocida es “La grève des bàttu”, que se publicó en 1979 -y recuperó en español en 2017 la editorial Wanafrica-, le valió el Gran Premio Literario de África Negra en 1980 y el reconocimiento internacional.
Ese libro inspiró también el filme “Battu” (2000), del director maliense Cheick Oumar Sissoko, y después llegaron más reconocimientos, como el premio de la Francofonía de la Academia Francesa en 2015.
“Cuando comencé a escribir no pensé que lo que yo escribía podía interesar a la gente. Fui la primera sorprendida”, asegura la literata, que atribuye su éxito a que “los lectores son generosos y me han aceptado como escritora”.
Aminata Sow Fall, que se define como “apolítica”, escribe con una mirada crítica hacia la sociedad senegalesa, pero asegura que “si hubiera querido sólo hacer libros para criticar habría escrito panfletos”.
Para ella, la literatura es “nuestra relación con el mundo, pero no sólo para contarlo sino para recrearlo”.
“Los mendigos no han hecho nunca una huelga”, explica la autora, haciendo alusión a la temática de “La grève des bàttus”, pero “me inspiró escuchar a la gente decir cosas horribles sobre los mendigos”.
“Es siempre el lado humano, el respeto de la humanidad y de los valores que enriquecen al hombre lo que me motiva”, apunta.
“La escritura es el tiempo, las aspiraciones, interrogaciones y deseo de decir lo que somos. Creo que en todas las sociedades la literatura funciona así”, reflexiona.
Al escribir basándose en lo que ella conoce y en Senegal, sabe que hay “un riesgo” de que en Occidente “no entiendan” todo lo que escribe. No obstante, remarca, “yo no escribo para que Occidente me entienda”.
La reconocida escritora afronta también un problema en su propia sociedad: “aquí la gente ya no lee, es el absurdo del libro”.
Ella empezó desde muy pequeña “leyendo cuentos, fábulas y literatura para niños” porque su padre tenía una biblioteca, pero en la sociedad senegalesa y africana, de tradición oral, hay “un problema a nivel de lectura”.
Por eso, su pasión le llevó a crear en 1987 en Dakar el Centro Africano de Animación e Intercambio Cultural, cerrado hoy día.
“Lamenté que ni niños ni adultos leyeran”, así que “cuando comenzaron a invitarme al extranjero pensé que todo lo que me pagasen lo invertiría en la promoción de la cultura y creé el centro”, recuerda.
Además, fundó una editorial que aún existe y lleva el nombre de su madre, Koudhia, porque para la escritora siempre resultó importante que sus libros “fueran editados en Senegal”.
Sow Fall sigue editando su obra en Senegal, aunque los imprime en el extranjero debido a la mejor calidad del papel, y continúa escribiendo sus novelas a mano porque “tocar el papel es importante”.
Con ese estilo, ya ha “anotado algunas ideas” para su siguiente novela, tras publicar “L'empire du mensonge” en 2017.