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Arte Joven, quo vadis?

El Arte Joven es un concepto vaporoso. Para empezar, es cuestionable que defina algo. Porque, en puridad, joven sería la obra que ahora mismo está finalizando un artista septuagenario. En realidad hablamos de Artistas Jóvenes, aunque aceptemos lo de Arte Joven para no liar.

Hace casi diez lustros, hacia 1965, el muy joven pintor Juan Antonio Aguirre tomaba el mando de la sala Amadís, perteneciente al Instituto de la Juventud en la madrileña calle de Ortega y Gasset. Aguirre llevó allí a una serie de pintores, algo mayores que él mismo, como Luis Gordillo, Elena Asins, Jordi Teixidor o José María Iturralde, un paquete muy heterogéneo agrupado bajo el nombre de Nueva Generación.

Luego, a principios de los setenta, comenzaría a presentar a nuevos artistas en sus primeros veinte, como Carlos Franco, Carlos Alcolea, Guillermo Pérez Villalta o Chema Cobo, lo que después se llamaría Nueva Figuración. En esos pocos años, más o menos entre 1967 y 1973, la sala Amadís venía a ser sinónimo de arte joven. Luego un trayecto accidentado hasta ahora, cuando se ha producido la reapertura de tan histórico lugar para acoger #Reset.

25 años de la Sala Arte Joven

Hace veinticinco años abría sus puertas la Sala de Arte Joven de la Comunidad de Madrid. Por esta sala y bajo diferentes criterios de selección han ido pasando casi todos los artistas que en algún momento han residido en Madrid, que son un alto porcentaje del total español.

Lo mismo puede decirse del mundo curatorial, que en este lugar tuvo ocasión de realizar exposiciones muy primerizas, incluso cuando apenas existían Centros de Arte Contemporáneo en España. Esta efemérides, que incluye el milagro de que la organiza el mismo equipo fundacional, ha sido celebrada con diversos eventos paralelos y la exposición correspondiente, Circuitos.

La coincidencia de ambos sucesos no se agota en las exposiciones presentes, ambas muy interesantes. También ha habido tandas de discusiones donde se ha planteado una y otra vez una pregunta de apariencia muy sencilla, ¿Cómo y hasta cuando podemos hablar de Arte Joven? Flanqueada por otra ¿para qué sirven este tipo de exposiciones?

Si tomamos aquellos principios de la Sala Amadis, a mediados de los años sesenta, encontramos un panorama muy diferente al actual. Sencillamente, casi no había lugares donde exponer, no ya Arte Joven, sino lisa y llanamente Arte Contemporáneo.

Es decir, existía el Museo de Arte Contemporáneo que acabaría situado en la Ciudad Universitaria de Madrid y cuya existencia estuvo marcada por demasiados gafes como para ser enumerados. Finalmente acabó siendo deglutido por el Reina Sofía. Poco más.

Pero fue en 1985 cuando se instituyó de verdad la idea Arte Joven con la muestra organizada por Félix Guisasola, entonces en el Injuve. La Muestra de Arte Joven, seleccionada por un jurado, fue recorriendo diferentes localizaciones en Madrid. Un accidentado periplo que culminó en el 2010 con una exposición retrospectiva de su primer cuarto de siglo en Tabacalera de Madrid.

Concursos con diferencias de enfoque y de calidad

Hoy sería inútil tratar de listar los concursos de “Arte Joven” que tienen lugar a lo ancho y largo del Estado. Son decenas y además cambian según el ambiente económico o el responsable político de turno. De origen público en general, pero también privado. De ámbito estatal o restringidos a una autonomía, a una provincia e incluso a una ciudad. Con diferencias de enfoque y diferencias de calidad.

A estos concursos y muestras de Arte Joven debe añadírsele una gran cantidad de becas, esta vez generalmente ofrecidas por las autonomías. No hace falta explicar que este entramado de apoyo al arte emergente ha sufrido en estos años un cierto colapso coyuntural que ya veremos si no resulta definitivo. Aun así, tanto lustros de esta dinámica marcan nuestro presente.

Todo ello ha generado una situación extraña. Hasta los 35 años, por regla general la edad límite para ser considerado Joven, los nuevos artistas tienen bastantes posibilidades de exponer. Es más, si se suman las becas, hay una cierta cantidad de artistas que incluso han podido vivir como tales, aunque de manera en general poco opulenta.Pero llega esa edad y ¿qué sucede? Pues que se pasa a la categoría no subvencionada de artista adulto, un concepto vacío.

Un mercado nacional raquítico

Y aquí viene el interés de las discusiones mantenidas hasta ahora en la Sala de Arte Joven (se prolongarán hasta bien entrado el 2015). Allí quedó de manifiesto que apenas una parte infinitesimal de los artistas que han participado en las Muestras o en la misma Sala puede decirse que viven hoy de su trabajo artístico. Y quienes estaban exponiendo allí en ese momento, manifestaron una visión tan lucida como poco optimista sobre un futuro como artista profesional.

Esto tiene que ver con lo raquítico del mercado español o con la educación de un país donde las Artes en general no gozan del prestigio social que en otros países europeos, americanos e incluso asiáticos.

Por otra parte, aquellos pintores que expusieron en Amadis hace cuarenta años presentaban cuadros, objetos que podían adquirirse para la decoración ilustrada en las casas de la amplia clase media que había ido creciendo durante el tardo-franquismo. Alguno triunfaría a lo grande, pero bastantes tenían ante sí una carrera profesional decente enmarcada en un sistema galerístico de orden tradicional/artesanal. Y así ha sido.

Hoy, muchos de los nuevos artistas ya no pintan cuadros. Más bien se centran en prácticas que pueden llamarse algo imprecisamente como instalaciones. Obras realizadas, no para ser colgadas de una pared, sino para su exhibición pública, normalmente en lugares públicos, adquirida por centros públicos y solo en contadas ocasiones por ese minúsculo coleccionismo hispano.

Así se ha ido desarrollando un desacoplamiento entre la oferta y la demanda que deja sin mercado precisamente a unos artistas que preferirían no verse inmersos en esa estructura. ¿Cómo sobrevivir?

Interacción entre los medios tradicionales y las artes performativas

Por casualidades de la vida, el responsable tanto de Circuitos como de #Reset es la misma persona, Javier Duero. Duero es uno de los principales dinamizadores de la escena madrileña y ha aprovechado para interrogarse sobre lo expuesto más arriba y aún más. Circuitos, que mantiene su formato expositivo ha sido ampliado con otras dinámicas en las que los artistas expuestos siguen operando más allá del montaje tradicional para trabajar en lo que Duero llama “una interacción entre los medios tradicionales, los audiovisuales y las artes performativas”. Que incluyen tanto la reflexión como la acción en el entorno.

Por su parte, #Reset V1 presentó los 31 proyectos del programa de Ayudas a la Creación 2013, ayudas que abarcan disciplinas que van desde la escultura al comic pasando por el diseño entre otras mientras #Reset V2, recién inaugurada, presenta varios proyectos de artistas jóvenes pero, de nuevo, entendiendo la exposición como un catalizador de actividades que incluyen talleres, charlas y otro tipo de acciones.

Ampliar el funcionamiento de las Muestras de Arte Joven, incluida la autocrítica era y es una necesidad perentoria. Al menos si queremos unas artes capaces de proyectarse más allá del juvenilismo.Y evitar la reflexión del (joven) artista José Antonio Reyes: “No pretendo comer del arte, solo tapear”.