La Bienal de la Habana, también llamada “La Bienal del Tercer Mundo”, es un evento que nació como cita de reflexión y discusión, primero entre los propios artistas y teóricos cubanos, y después, aglutinando a demás actores del arte latinoamericano. Al contar con un presupuesto, proveniente del Estado, débil, los artistas que acuden desde fuera han de financiar su presencia, usualmente, con el apoyo de sus galerías privadas (en caso contrario, con dinero público). Una de las consecuencias de la apertura de la Bienal y del crecimiento del evento fue la llegada de coleccionistas, críticos y curadores extranjeros, que han aupado al estrellato y comprado obra a numerosos artistas cubanos.
La presente edición de la Bienal visualiza los cambios que están teniendo lugar en la isla; la apertura de relaciones con Estados Unidos o la Iglesia católica, y la adaptación de los ciudadanos al nuevo marco. Por esa apertura acceden oportunistas, transacciones opacas, y sorprendentes incongruencias ideológicas. Pero también persisten ciertos fantasmas del pasado.
La Revolución Honoris Causa
Un primer evento colateral de la Bienal; La universidad de las Artes de Cuba otorga el grado de doctor Honoris Causa a cuatro de los artistas vivos más importantes; Joseph Kosuth, Michelangelo Pistoletto, Daniel Buren y Gabriel Orozco. Hortensia Peramo, profesora e investigadora, en el acto de entrega, dedicó estas palabras a Pistoletto; “Es un pionero del llamado Arte Povera, que revolucionó el mundo del arte con su enfoque crítico acerca de la comercialización del arte”. La presencia de dos de estos cuatro artistas (Pistoletto y Buren) fue financiada por la Galleria Continua, de Italia, con el apoyo económico de Louis Vuitton. Dicha galería privada de arte, acaba de abrir un nuevo espacio en La Habana, en el que esperan obtener ventas millonarias.
En diciembre del 2014 Pistoletto realizó una performance con el artista cubano Kcho, y ese mismo mes, Raúl Castro recibió una carta de la artista Tania Bruguera; “Hoy como cubana exijo que se autoricen las calles para manifestar pacíficamente cualquier opinión ya sea a favor o en contra de una decisión del gobierno o para exigir derechos políticos y sociales, sin que esto incluya represalias hacia los manifestantes”. El día 30 de diciembre, tras convocar la performance “El Susurro de Tatlin #6” (en la que se ofrece un micrófono abierto para que cualquiera exprese su opinión) en la Plaza de la Revolución de la ciudad de La Habana, es detenida junto con otros participantes. El 2 de enero unos 300 artistas mandaron otra carta a Raúl Castro, exigiendo la liberación de la artista, que sigue obligada a permanecer en la isla a espera de juicio. Ninguna carta fue respondida.
Ante la situación con Tania Bruguera, algunas personalidades que estaban invitadas para participar en la Bienal de la Habana cancelaron su presencia, como el curador Gustavo Buntinx. La situación con la artista no ha mejorado. Bruguera convirtió su hogar en una sala de exposiciones, donde realiza la lectura continua de “Los orígenes del totalitarismo” de Hannah Arendt, la filósofa que reivindicaba la discusión política libre. Bruguera continúa bajo la vigilancia de las autoridades cubanas, no la han dejado entrar a otras salas de la Bienal, y fue, hace unos días, temporalmente detenida.
Lo curioso del caso Bruguera es que la obra que generó su detención y retirada del pasaporte, es la misma que realizó en la Bienal de la Habana del 2009. Según un artículo publicado por Christian Viveros-Fauné, el porqué no pasó nada entonces y ahora sí, se debe a la normalización de las relaciones entre E.E.U.U. y Cuba, y al miedo a que una acción subversiva menoscabe los pronósticos de venta de obras de arte.
La Revelación cubana
Otro de los eventos colaterales de la Bienal tuvo y tendrá lugar antes y después del evento. La reunión del Papa y Raúl Castro del pasado 10 de mayo (con un significativo intercambio de regalos), y la futura visita papal a la isla, prevista para septiembre. Castro se abre al cristianismo, el Papa al arte contemporáneo y el arte contemporáneo, a Castro y al Papa. Pero analicemos esta revelación colectiva.
Antes de ser Papa Francisco fue cardenal Bergoglio, y en noviembre del 2004, escribió una carta pastoral en la que denunciaba “la blasfemia que es perpetrada en el Centro Cultural Recoleta”. Se refería a la obra La civilización occidental y cristiana, de 1965 (Un avión de guerra norteamericano que sirve de cruz a un Cristo crucificado), de la exposición retrospectiva del artista León Ferrari en dicha institución argentina. Varios cristianos ofendidos acudieron al centro cultural y destruyeron diversas obras.
La exposición fue clausurada, hasta que, por el masivo apoyo al artista, se volvieron a abrir las puertas. Fue una de las muestras más visitadas de la historia de esa sala. León Ferrari agradeció, con mucha mala baba, la misiva del religioso; “El cardenal Bergoglio escribió una carta en contra de la muestra que leyeron en todas las iglesias diciendo que era blasfemo. La blasfemia en la religión se paga con la muerte por lapidación. Así que cuando procesaron a los muchachos que rompieron algunas obras, pensé que tendrían que haberlo condenado al cardenal Bergoglio porque él había incitado a esta gente para que las rompiera. Por suerte no me rompieron la cabeza”.
El cardenal Bergoglio, después de ser Papa Francisco, se pronunció sobre el aborto; “Al hablar de una madre embarazada, hablamos de dos vidas; ambas deben ser preservadas y respetadas pues la vida es de un valor absoluto” y del uso de preservativos. A pesar de que se especula con una apertura de la Iglesia hacía el uso de los condones, el Papa Francisco, siempre que se ha referido al tema, ha sido para refrendar la política eclesial contra el uso de preservativos. En la rueda de prensa que realizó en el avión que le llevaba de Manila a Roma, habló de “la natalidad responsable sin recurrir a la anticoncepción”, y alabó como a un profeta a Pablo VI, el Papa que en la Humanae Vitae establece la ilicitud moral de la anticoncepción.
Esa decisión de la Iglesia es definida como “genocidio” por el escritor Fernando Vallejo en su furibundo ataque contra lo católico “La Puta de Babilonia”; “En la encíclica Casti Connubii está en germen la más dañina de todas las encíclicas, la Humanae Vitae (De la vida humana) de Pablo VI, que promulgó este papa el 25 de julio de 1968 para rechazar todos los medios de anticoncepción y declarar que todo acto sexual tenía que darse sólo dentro del matrimonio y estar dirigido sólo a la trasmisión de la vida. El camino estaba abierto para que surgiera la alimaña Wojtyla. En 1846, cuando ascendió al papado Pío Nono, la población mundial era de mil doscientos millones. En 1930, cuando la encíclica Casti Connubii, era de dos mil millones. A un año largo de la muerte de Wojtyla hoy es de seis mil quinientos millones”. Una de las causas de la inmigración africana a Europa es la superpoblación de África.
Antes de ser presidente de Cuba y primer secretario del Partido Comunista del país, fue el guerrillero (ateo) Raúl Castro. Se dice que en un solo año firmó la ejecución de 551 cubanos. En su lucha para instaurar un régimen comunista en la isla se cometieron miles de fusilamientos, según fuentes disidentes, por mandato del menor de los Castro. Tras el triunfo de la revolución la pena de muerte sustituyó las ejecuciones improvisadas.
El sacerdote católico Alexander Lucie-Smith, recordó hace poco en The Catholic Herald cómo eran tratados los cubanos que intentaban escapar de la isla por vía marítima: “Tome la cuestión de la pena de muerte. Recuerde esta vieja historia de hace una década en agosto. Algunos cubanos, desesperados por escapar del país, de la miseria y la represión, secuestraron un transbordador, que lamentablemente se quedó sin combustible antes de que llegara a la Florida. Tres de ellos fueron sumariamente ejecutados por un pelotón de fusilamiento, después de un proceso judicial muy corto y obviamente sin garantías procesales. El caso es emblemático de la forma en que Cuba trata a su gente”.
Acerca de asuntos ultramundanos, desde 1958 se restringió la práctica religiosa en Cuba, y se persiguió a los católicos, que tuvieron que profesar su religión en la clandestinidad hasta que el partido comunista comenzó a permitir creyentes en 1991. Hasta hace poco se continuó prohibiendo la celebración de la Navidad.
Kcho y el Papa
El 10 de mayo coincidieron en Roma el Papa y el guerrillero para intercambiarse halagos (“Si el Papa sigue así, volveré a rezar”, o “He venido a agradecer lo que ha hecho para empezar a resolver los problemas de Estados Unidos y Cuba”, dijo Raúl Castro), y diversos regalos. El Papa le regaló a Castro una medalla de San Martín de Tours (quien antes de ser obispo y santo, fue un soldado del ejército romano) y su texto “El Evangelio de la Alegría”; “ahí va a encontrar algunos temas de los que le interesan a usted”, le dijo.
Raúl Castro obsequió al Papa con una medalla de plata conmemorativa de los 200 años de la catedral de La Habana, de la que sólo existen 25 en todo el mundo, y con un cuadro del artista Kcho, una cruz formada por barcos naufragados. Kcho se acercó al Papa y le explicó que el lienzo se titulaba Milagro, y que estaba inspirado por la muerte de inmigrantes africanos que intentan entrar en Europa por mar. El Papa, al recibir esa obra de arte, contestó; “¡Qué inspiración!”.
El artista Kcho (a quien en el año 1993 se le denegó el visado para visitar los E.E.U.U.), calificado como un “genio”, según Fidel Castro, ha trabajado el problema de la inmigración, primero de Cuba a Estados Unidos, y ahora de África a Europa. Es uno de los artistas cubanos de mayor trayectoria y combina su labor creativa con la gestión de un restaurante de lujo en la isla. En diciembre del 2014, se unió al artista Pistoletto en La Habana para realizar la anteriormente citada performance conjunta, conformando con pequeñas embarcaciones un dibujo sobre el mar; el símbolo del infinito.