Pulgares que escriben y deslizan es lo que podría llamarse una exposición de arte contemporáneo. Entendiendo por arte contemporáneo el que se hace hoy y ahora, no el que hicieron hace medio siglo artistas ya fallecidos, por muy influyentes que sean.
Lo que ha hecho La Casa Encendida de Madrid es ceder al colectivo DIS tres salas para que expongan su trabajo. Y DIS lo ha hecho mediante elementos gráficos, selecciones de vídeos y un mobiliario para verlos que puede ir de tubos sobre los que sentarse a balas de paja o pupitres escolares para lo mismo. Es lo que hay y un pequeño folleto informativo en el cual se realiza una corta entrevista con el colectivo.
DIS fue fundado en Nueva York el año 2010 y actualmente está compuesto por Lauren Boyle, Solomon Chase, Marco Roso y David Toro, aunque ese solo sea el núcleo principal y DIS siempre ha recabado trabajos de gente que no forma parte del grupo. Hasta hace relativamente poco DIS era conocido por la revista online DISmagazine, que se presentaba como de “estilos de vida” pero cuyos contenidos rebasaban muy de lejos la buscada frivolidad y el consumismo asociados a ese tipo de publicación.
El primer número se llamaba Labor y estaba dividido en secciones como disgusto, distopia, descubrimiento o dimorfismo. Todo ello trufado de falsos anuncios. Es solo para dar una idea de que la revista tenía mucho de situacionismo en la era digital. Una era en la cual no solo es posible resignificar el mensaje sino el medio mismo. Que cada trabajo concreto pudiera (y pueda) tener un carácter surreal o casi periodístico, documental, filosófico o psicodélico, potencia el resultado final. Subversivo, informativo, pedagógico y algo caótico.
El siguiente paso, emprendido por el colectivo en el año 2013, fue montar un fondo fotográfico, DISimages. Esta vez se trataba de poner de manifiesto la potencia de la industria de las imágenes de archivo, por si no lo hubiera dejado claro la reciente e portentosa victoria de Getty Images sobre Google, tras la que esta última ha tenido que quitar el botón de “ver imagen” en su buscador.
DIS abrió su archivo a todo tipo de fotógrafos y fotografías poco habituales en las grandes agencias, generalmente imágenes conformes al imaginario social que se quiere perpetuar, como postales de algún mar del sur o alguna montaña nevada, niños comiendo helados o el horror de una guerra pasada por los medios.
DISimages ofrecía imágenes de archivo de parejas homosexuales (el apartado transexual permanece vacío), o sobre temas como vegetarianismo, el piercing o lo digital. Las imágenes pueden usarse libremente según un convenio que viene a ser un Creative Commons bastante detallado. Hay que apuntar que, en lo práctico y comparado las decenas de miles de fotografías de la mencionada Getty, DISimages no pasa de manifiesto temporal sobre otra actitud posible.
A esto le siguió DISown, que adopta la forma de una exposición que aparentaba ser una tienda de moda(s), aunque más bien de diseño alternativo. En el 2015 DISown encargó a cinco artistas el diseño de camisetas progresistas para hacer frente al elefantiásico marketing de la derecha estadounidense.
Y así se llega a DISart, que es lo que se muestra en la casa encendida. DISart es un proyecto que toma la forma de canal de edutaintment (educación + entretenimiento) online, cuyos contenidos pueden verse en cualquier navegador aunque solo en parte, porque los videos se van eliminando y renovando.
Los vídeos principales duran no más de 10' y se interrumpen de cuando en cuando con los anuncios-intervenciones de un ojo-boca llamada Chus (en honor de la comisaria Chus Martinez) o de colaboradores más o menos habituales del colectivo, como Ryan Trekartin, quien expuso junto a Lizzie Fitch en LCE hace dos años. Lo cual habla de una continuidad en el enfoque por parte de la institución: el arriba mencionado hoy y ahora.
Como parte de los vídeos están disponibles desde el mismo ordenador (sea cual sea su formato) en que se está leyendo esto tampoco hay por qué describirlos. Como se ve, se trata en general de vídeos compuestos por grabaciones o grafismos digitales a los que se suman samples de imágenes de todas las procedencias. Todo ello fuertemente procesado o dejado casi en bruto, depende. Algo que de manera un poco incomprensible es alegremente catalogado como post-internet. ¿Por qué post? Es Internet sin pre ni post, sino en mitad del medio. En cuanto el lector deje la lectura y pinche un video ya está en el mundo DIS.
Cuando los ordenadores caseros comenzaron a tener potencia grafica suficiente, se advirtió, con razón, que nunca podrían igualar a una pintura. En realidad no se trataba de eso. Por supuesto que la imagen digital trató de relacionarse con las artes anteriores, pero poco. Ya se tenía la experiencia fotográfica de que la emulación directa no funcionaría y los artistas de la era digital fueron profundizando en la programación y asimilando en ese viaje los fenómenos masivos que se iban produciendo en el campo de la comunicación interactiva, incluidos Internet y empresas-fenómenos globales como Google, Youtube, Facebook, Twitter, Wikipedia y bastantes más.
En cuanto uno surfea un poco surgen los memes, los mash ups, el heavy sampling, la idea de discontinuidad intencionada, de la falsa publicidad, la ausencia de la idea de armonía o de secuencia lineal de las imágenes. Los artistas desarrollan lo que el común ha creado.
Aparte de ello, resulta que lo de DIS está muy bien hecho. Da igual que sea el rodaje aparentemente anárquico de Trekartin (aquí representado por unas gallinas y un girasol) o la charla de la cabeza suelta de Mckenzie Wark. El medio en si no impone unos colores o una ejecución determinada, como tampoco los imponía el lienzo. Eso sí, el entorno digital es más potente y también más controlable. De ahí las acusaciones contra una presunta frialdad digital, aunque lo aparentemente casual o incoherente puede programarse, dentro de unos parámetros más amplios o más restrictivos.
Queda otra pregunta y el colofón. ¿A quién se dirige exactamente DIS? Como canal de edutaintment efectivo tiene un recorrido limitado. Los temas que se plantean en las tres salas, Dinero/Poder, Arquitectura/Poder e Identidad/Poder son de lo más interesante y queda todo bastante clarito aunque las presentaciones resulten inusuales. Son divertidas en lo visual y se salen de los relatos dominantes en lo ideológico.
Su alcance es potencialmente mayor que el de cualquier exposición física, pero claro, el entusiasmo se modera un poco cuando se piensa que el vídeo oficial del Stronger de Kanye West, relacionado en lo formal con DIS (con alto presupuesto y una idea genérica de lo mutante), tenga 274 millones de visionados en Youtube.
El minoritarismo del arte, aunque ampliado, permanece. La cuestión quizás sea si lo digital/interconectado permite crear una masa crítica difusa de visiones alternativas que pueda enfrentarse como unidades pequeñas, móviles e inteligentes a fenómenos híper-masivos que se dan en su mismo ámbito. Lo que parece bastante seguro es que los infiltrarán. Tampoco es de ahora, como muestra el ejemplo de Jean Luc Godard, algunos de cuyos encuadres fueron puestos a caldo por raros en su día pero no tardaron mucho en saltar a la publicidad.
Al mismo tiempo que esta de LCE se está celebrando otra muy parecida en el De Young Museum de San Francisco. Normal y significativo: estas no son obras únicas que solo pueden ser expuestas en un lugar después de otro. ¿Por qué no estar en todas partes ya que todo son copias?
Pulgares que escriben y se deslizan. Red de entretenimiento educativo de DIS videomontaje de José Salas para La Casa Encendida