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Un año de rebeldía

2 de enero de 2025 19:37 h

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Porque no llega con el sentido práctico de la política: Israel tiene un comportamiento de estado genocida y asesino, y no es solo su gobierno actual presidido por una extraña excrecencia de lo público, se puede analizar su trayectoria. Por tanto sería oportuno plantearse una ruptura de relaciones diplomáticas desde la Unión Europea.

¿Sirve para algo esta entrada? El ectoplasma de Buenaventura Durruti, al que hace tiempo que no frecuentaba, me dice que para muy poco aunque no quede otra que escribirla hasta la saciedad. Estamos en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, en la terraza calefactada en la que se aguanta bien al mediodía, por ahora. Meses atrás, se alejó de su hábitat natural, el Hotel Ritz, desde la nefanda reforma: “Con lo bien que estaba antes en su decadencia. Recordaba sus orígenes monárquicos, un fin de régimen en estado puro.

Ahora es una apariencia como la sociedad que lo vive y repercute.“ Le comento que igual me acerco por allí el día 14, que anuncia desayuno informativo el líder de la oposición opositora. ”¿Vas a ir a escuchar a Núñez? Te comprendo, esos desayunos del actual Ritz son abundantes y generosos, y gratis, claro, para los que sois invitados a ellos…“ El leonés sonríe una vez más con aquel gesto franco e ingenuo que se le vio por última vez en el frente de la Ciudad Universitaria, poco antes de morir en el hotel Ritz: ”en un salón que hay nada más entrar, a la derecha.

Allí había una especie de quirófano en 1936“ me recuerda Maricarmen, totalmente embutida en su enésimo libro sobre la guerra incivil. ”¿Este también se quedará sin publicar?“ le pregunto un tanto maleducadamente. ”Espero colarlo en alguno de los fastos de los cincuenta años de la muerte en la cama del dictador. Va a haber cosas de calidad dudosa y mi libro no lo es,“ me responde muy ufana. Ha sido capaz de recopilar todo lo publicado, en todos los países y en todas las lenguas, sobre la extraña muerte del líder anarquista. ”Ya es decir“ salta el ectoplasma de este, ”porque resulta tarea imposible y de poca utilidad.“ 

Como Maricarmen no puede ver ni oír a Durruti, dejo pasar la afirmación del líder anarquista y nos vamos, ella y yo, a buscar un hostal de buen precio y cercano. Ninguno de los dos quiere ofrecer su casa para estos amores postreros. Quizás porque no la tenemos ni gozamos en condiciones. Quizás porque somos una estirpe de humanos en extinción molecular: solo tenemos papeles para encariñarnos la una del otro y viceversa. Cuando deshago la cama, me doy cuenta que no me he despedido de Durruti. Él no le suele dar importancia a estos desplantes, lleva muchos y este le resultará menor. El 14 de enero le invitaré a un cortadito en el moderno Ritz, por los tiempos, viejos y nuevos, y por la rebeldía entrante con el año recién estrenado. Vale.

 

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