El alemán Gunther von Hagens no es profeta en su tierra. Este artista y científico es el inventor del proceso de la plastinación, en el que material orgánico es solidificado gracias a una solución que permite la conversión en plástico de estructuras orgánicas tan complejas como el cuerpo humano. A pesar de ello, no se encuentra exento de polémica: Von Hagen ha tenido que esperar años para saber qué pasaría con su exposición de Berlín.
Hace una semanas terminaba ante la justicia el pulso que habían mantenido autoridades del céntrico distrito berlinés de Mitte con los responsables del Museo Humano. En este espacio expositivo los cuerpos plastinados de Von Hagen son los principales protagonistas.
El pulso judicial lo ganó el museo, que podrá seguir abierto. “Estamos muy aliviados después de tantos años de pelea delante de los jueces”, dice a eldiario.es Angelina Whalley, compañera sentimental de Von Hagen y comisaria del Museo Humano. Desde antes de que ese museo abriera sus puertas en febrero de 2015 en la céntrica Alexanderplatz, justo en la base de la Torre de la Televisión de Berlín, el Museo Humano ha tenido que pelear por su existencia. Por un lado, porque el museo en cuestión funciona, en realidad, como una empresa privada. Depende de la venta de entradas de visitantes para poder salir adelante. No cuenta con ayudas públicas de ningún tipo.
El museo de los Von Hagens tiene detrás a una la empresa creada hace casi una década por Gunther von Hagen, Plastinate GmbH. Hace unos años tomó las riendas de la misma su hijo Rurik. Su padre, por motivos de salud – se le ha diagnosticado enfermedad de Parkinson –, ya no está al frente de la compañía. Sin embargo, sus obras y sus museos siguen dando mucho que hablar.
En Berlín, por ejemplo, las autoridades del distrito de Mitte reprochaban al Museo Humano que expusiera cuerpos sin vida porque los muertos deben estar bajo tierra o ser incinerados. La plastinación permite a los cuerpos de humanos y animales ser conservados y expuestos como, de hecho, están exhibidos en Berlín.
El escritor británico Ian Sinclair ha llamado a la muestra “espectáculo freak con cadáveres”. Los cuerpos humanos de la muestra pertenecen a personas que han donado su cuerpo a la ciencia. No son pocos los que quieren participar en los proyectos del Museo Humano. “Tenemos desde hace décadas un programa de donantes de cuerpos. Tenemos algo más de 17.000 donantes inscritos y estamos muy agradecidos, porque sin su confianza la exhibición no existiría”, según Whalley.
Por eso hay cuerpos plastinados de Von Hagen suficientes como para hacerlos viajar por todo el mundo. Hace un par de semanas, en Londres abría sus puertas en pleno centro de la capital británica, en el número uno de Piccadilly Circus, la exposición Body Worlds. Ésta una muestra itinerante de Von Hagen ya ha reunido un total de 47 millones de visitantes en todo el mundo. Una exposición homónima de Von Hagen lleva abierta un lustro en Ámsterdam.
Esas muestras se presentan, al igual que ocurre con lo exhibido en el Museo Humano, como citas de interés científico. Son, mayormente, exposiciones de anatomía. La de Berlín es la que ofrece mejores precios a la entrada. El ticket cuesta 14 euros para adultos y 9 euros para niños en la capital germana. En la metrópolis holandesa los precios son 22,95 euros y 14 euros para adultos y menores, respectivamente. En Londres se paga 24,5 libras y 17,5 libras (27,70 euros y 19,75 euros).
Sabiendo que es un espectáculo masivo, la posibilidad de ser vetado en Berlín ha debido causar en los Von Hagen más de un dolor de cabeza. Para mantener el pulso a las autoridades germanas, los responsables del Museo Humano han tenido que pagar 530.000 euros en costes relacionados con el pulso judicial, según ha podido saber este periódico. “Nos sorprendió tener un pulso judicial en Berlín por el Museo Humano, sabiendo que la exposición ya había estado en aquí tres ocasiones”, asegura Whalley. Ella reconoce que esa batalla judicial, ahora terminada, se debe al “resentimiento” que haya podido generar la exposición.
“Algunas personas que se sentaban en puestos de responsabilidad tenían problemas con la exposición”, apunta la comisaria del museo. Sin nombrarlos, Whalley puede estar aludiendo a gente como el socialdemócrata Christian Hanke, responsable del distrito de Mitte que más se han manifestado en contra del Museo Humano. En su momento, también responsables de la Iglesia protestante se ha opuesto a, por ejemplo, que clases de escuelas participen en actividades de aprendizaje de anatomía propuestas por el museo. “Es una pura exhibición de muertos”, según ha podido quejarse en declaraciones al diario amarillista Berliner Kurier Bertold Höcker, responsable de la iglesia protestante del distrito de Mitte.
Whalley se defiende ante las críticas de carácter religioso. “Muchos de nuestros donantes son gente religiosa. Para otros, lo bien hecho que está el cuerpo, algo observable en la exposición, es la prueba última de la existencia de Dios”, asegura. “Por nuestra experiencia, hemos recibido siempre muchas críticas de gente que nunca ha visto la exhibición y que no querían ver la exhibición. Yo creo que lo que ha dominado es una falsa idea de lo que es la exhibición. Los críticos dicen que la muestra es sólo un show hecho para ganar dinero”, abunda Whalley.
Más de medio millón de visitantes desde 2015 en Berlín
Ella plantea que hay más intereses que los económicos en la muestra. “Encuestas a visitantes de la exhibición, tras seis meses de la visita, muestran que hay un 9% que han dejado de fumar, un 33% han dicho que se esfuerzan en comer mejor y un 25% han empezado a hacer más deporte”, según la comisaria. En la muestra pueden verse, por ejemplo, los pulmones ennegrecidos de un fumador junto a los de una persona no fumadora. Esos argumentos, casi de salud pública, se suman a los argumentos de Gunther von Hagen que mayor difusión han tenido. A saber, que la muestra obedece al ejercicio de las libertades artística y científica.
Pero no hay duda de que las muestras de plastinados son también un negocio. Las exposiciones tienen millones de visitantes. Tras la resolución judicial, que data del mes de septiembre, el número de visitantes en Berlín “ha mejorado”, reconocen en el Museo Humano alemán. Se da la circunstancia de que, durante los cuatro años de pulso judicial, el centro de exposiciones de plastinados ha estado en una suerte de limbo, siendo noticia en muchos casos por el cierre que pedían algunos. “Esto ha hecho daños colaterales difíciles de cuantificar a nivel financiero”, reconoce Whalley.
Ella sostiene que, actualmente en Berlín, la actividad del Museo Humano parece haber recuperado “el buen camino”. “Hasta hoy [el pasado martes, ndlr.] hemos contado 540.404 visitantes. Ese año llevamos contados ya unos 130.000 visitantes”, según los números que Whalley presenta a este periódico. Esas visitas no son suficientes para pagar los créditos bancarios que tuvieron que firmar los responsables del museo antes de la apertura en 2015.
“Pero creo que podremos hacerlo”, apunta Whalley sobre los pagos. Tiene motivos para ser optimista. Su negocio en Berlín ya no está amenazado de cierre. Sigue abierto de lunes a domingo, de diez de la mañana a siete de la tarde.