Si Marcel Duchamp visitara la Feria de ARCO 2019 se sentiría reconfortado al comprobar cómo su premonición de que “arte es lo que el artista dice que es arte” ha sido todo un éxito. Vería con orgullo cómo en los stands se acumulan un sinfín de insólitas creaciones que aspiran a convertirse símbolos de nuevas tendencias. Esas que todavía están por llegar y que, en ocasiones, ni siquiera llegan a ser del todo comprensibles.
Pasear por la Feria de Arte Contemporáneo es muy distinto a hacerlo por El Prado o El Reina Sofía. Los cuadros no tienen un cartel explicativo sobre el contexto social e histórico que motivaron esos trazos. Tampoco las esculturas, algunas confeccionadas a base de desechos u objetos comunes, gozan del beneficio de la divulgación. Esto provoca que en ocasiones se mire con escepticismo a obras que no se rigen por las normas tradicionales, sino que intentan subvertirlas para proponer otros lenguajes diferentes.
Sin embargo, el arte contemporáneo de ARCO parece ser consciente de su propia ironía. Cuadros aparentemente blancos, hueveras de cartón colgadas en la pared, diminutas maquetas a las que hay que asomarse por una ventana… El diálogo entre lo común y lo excepcional suele ser un juego constante, tanto para los que diseñan como para los que observan. Y es que, aunque el 'ninot' Santiago Sierra y Eugenio Merino ha acaparado todos los titulares, esta no es la única pieza sobre la que merece la pena posar la mirada. Quizá otras invenciones no son ni tan grandes ni tan polémicas, pero no por ello están ausentes de significado. Recopilamos algunas de ellas.
Color rainbow 2 soft_madrid B – Regine Schumann (Galería Rafael Pérez Hernando) Color rainbow 2 soft_madrid B
Parecen vitrinas vacías iluminadas con neones, pero la obra de Regine Schumann esconde un secreto bajo luz arcoíris. La artista alemana ha decidido pintar sobre vidrío acrílico con pigmentos especiales que absorben la luz y cambian según la hora del día. De esta manera, no será lo mismo verla en un día soleado que en uno nublado. Los colores mutan.
“Lo interesante es que sus obras se transforman ante los ojos. Si la estuvieses mirando fijamente durante una o veinticuatro horas, la verías casi como un ser vivo”, explica a eldiario.es su galerista, Rafael Pérez Hernando. Y no hablamos de una ocurrencia, sino de una afición que viene de lejos. Como se cita en una de las paredes del propio stand, ya desde pequeña a Schumann le “encantaban los cuerpos transparentes” y “pintaba con acuarela en vasos y jarrones”. Desde entonces, el multicolor la acompaña.
Pink Grid + Blue Grid + Dustbin – Gavin Turk (Galería Maruani Mercier)Pink GridBlue GridDustbin
Gavin Turk es fue uno de los integrantes de los Young British Artists que dominaron la escena anglosajona durante la década de los 90. “Es un experto de la apropiación, tanto de obras de otros artistas como de la naturaleza y los found objects”, afirma el responsable de la Galería Maruani Mercier. Solo basta un vistazo al espacio para comprobarlo: las obras son un cubo de basura pintado y una huevera encuadrada.
“El huevo para él tiene una simbología muy fuerte porque es el inicio del todo: de la vida, del debate de qué fue antes...”, añade el encargado. Además, lo que parecen sencillos recipientes de cartón en realidad están moldeados con cobre, un material que multiplica con creces la complejidad del trabajo. El cubo sigue la misma línea: “Lo puedes levantar, pero te invito a intentarlo”, propone el galerista. Dado el obvio resultado, lo damos por perdido.
Sleep Mode + Rythm of the Night – Bernd Oppl (Galería Kinzinger)Sleep ModeRythm of the Night
El artista austriaco Bernd Oppl consigue crear pequeños mundos en miniatura. El puesto de sus obras está compuesto por varias ventanas a las que podemos asomarnos para teletransportarnos a otro escenario, como si de una película se tratara. Echamos un vistazo a dos.
La primera se titula Sleep Mode (como el modo ahorro de los ordenadores), y nos evade hasta una oscura habitación solo iluminada por la ventana y el portátil. “Reflexiona sobre si los humanos también tenemos un 'modo sueño' cuando estamos solos, ya que cuando intentamos desconectar seguimos conectados. La tecnología transforma nuestra vida, pero es fascinante ver hasta qué punto la condiciona”, reflexiona el autor.
La segunda es Rhythm of the Night y, al igual que la anterior, recapacita sobre la sensación de soledad. “Es una habitación que un karaoke que visité en Nueva York que reconstruí. Lo que vemos en la pantalla es una canción de James Blake y la elección no es casual porque él reflexiona sobre la depresión y sobre cómo podemos estar rodeados de gente pero sentirnos profundamente solos”.
Nexus – Nicolás Grospierre (Galería Alarcón Criado)Nexus
Poner los ojos sobre Nexus puede dar hasta vértigo. Este cubo parece una puerta tridimensional hacia un cúmulo de rascacielos que, como si se tratara de la película Origen, se pliegan a diferentes direcciones. Su autor es el suizo Nicolas Grospierre, que consiguió vincular su arte con su formación en ciencias políticas. De hecho, esta creación reflexiona sobre la arquitectura modernista y cómo ocupa los espacios que vemos, cómo los cambia, afecta y transforma.
Concretamente esta obra está inspirada en el diseñador Richard Buckminster, en sus cúpulas geodésicas y diseños futuristas. Pero las estructuras, más que ser agradables, se extienden hasta el infinito en un vacío negro donde se atisban los esqueletos de los edificios, algo que puede incluso resultar perturbador. Es, en definitiva, una metáfora sobre el fracaso del modernismo.
Voimanpesä / Powerhouse - Kaarina Kaikkonen (Galería Forsblom)Voimanpesä / Powerhouse
“Cuando tenía doce años, Kaikkonen perdió a su padre”, cuenta a eldiario.es la responsable de la Galería Forsblom de Estocolmo, “y recuerda que solía ir a su habitación y abrir su armario. Allí se quedaba mirando las camisas que solía ponerse y las abrazaba. Con el tiempo, quiso transformar el recuerdo doloroso en arte y pidió camisas como las de su padre y ropa que la gente no utilizase. Desde entonces, la ropa es una materia prima de su arte”.
Las obras que Kaikkonen expone en ARCO tienen todas más de un elemento común. No es solo que se traten de conjuntos de telas aglomerados de forma proporcional y semejante -sin corresponder a una serie-. Más bien dialogan entre ellas en su discurso: en sus piezas, la ropa, las camisas, se abrazan unas con otras en círculos concéntricos. “Es una reflexión sobre la necesidad de conexiones emocionales con los demás”, afirman desde la galería. La suya es una mirada al arte que despierta empatía, que genera en el visitante una conexión natural -propia del found object-, que le hace pensar en la urgente necesidad de demostrar afectos. De abrazar.
Corners.Walls.Floors - Sandra Gabarra (Galería Juana de Aizpuru)Corners.Walls.Floors
“Este es un proyecto especial que representa el LiMac, el Museo de Arte Contemporáneo de Lima antes de que existiese”, nos cuenta Agathe Pias, ayudante de la artista peruana Sangra Gabarra. Resulta que cuando la artista inició el proyecto no existía ningún museo de arte contemporáneo en Perú. Y ella quiso crear una figura arquitectónica que representase esa carencia cultural nacional, una fantasía de museo.
“Ella proponía con Corners.Walls.Floors hacer un museo portátil y ficticio que se pudiese adaptar a varios espacios. Quería llenar un vacío con otro para cuestionar la relación entre espacio/obra”, nos descubre su ayudante. A su vez, también denunciar la falta de compromiso de las autoridades en la construcción de esta institución cultural -que hoy ya existe-. Su obra es una invitación a vivir el arte: a pisarlo, a recorrerlo y a hacerlo tuyo -de hecho, puedes llevarte las baldosas de la feria-. Pero también, a alentar la creatividad desde la nada y hacer de una habitación vacía, una obra de arte por crear.
Oracle III 2019 + piezas de la serie Forming Spaces - Waqas Khan (Galería Sabina Amrani)Oracle III 2019Forming Spaces
“Hay tres aspectos importantes en la obra de Waqas Khan”, nos dice Irene Valopoulos, de la galería Sabina Amrani. “El primero es entender su arte como un proceso de trance, una meditación que el artista va haciendo según elabora la obra”, apunta. “Otro punto importante es que él vive en una ciudad muy rápida, muy ruidosa, pero su obra propone un momento de pausa, de silencio”. Y por último, cuenta Valopoulos, “el artista quiere retratar la belleza de la naturaleza: imperfecta dentro de su perfección”.
Todo ello confluye de forma magistral en las obras que expone en ARCO. Si las ves de lejos y de reojo no parecen más que lienzos en blanco. Pero si te acercas y las observas atentamente durante un tiempo, empiezas a descubrir las formas que ocultan: pinceladas concentricas o lineales a modo de mandalas. La suya es una obra que nos invita a reflexionar sobre cómo consumimos el arte contemporáneo: rápido, que sea impactante y sin reflexionar. Sus procesos de meditación nos dicen que nos paremos, que nos dejemos sorprender, que apreciemos con lentitud y atención.
Sin título - Tony Oursler (Galería MPA Moises Perez de Albeniz)Sin título -
Tony Oursler es un artista norteamericano afincado en Nueva York que lleva desde los años setenta explorando el videoarte en todas sus formas y colores posibles. “Es uno de los nombres más importantes de la videoescultura contemporáneos”, nos informan en la galería. “Aúna la técnica del cine con la del arte escultórico”, poniendo en contacto estas dos disciplinas de las formas más variadas y sorprendentes. “No son figuras cualquiera: introduce el vídeo dentro de esculturas que suelen ser robots, rostros y objetos de cristal o fibra de vidrio”, explican.
Su obra se puede entender como consecuencia moderna de una larga tradición de la idea de la fantasmagoría teatral. De Houdini a Méliès, muchas artes han engañado al ojo humano para crear realidades paralelas y extrañas. Oursler propone entender los rostros no como un todo, sino como un conjunto de arquitecturas diminutas de una belleza única. Una cada día más expuesta y mediatizada gracias a Internet.
Works on felt - Naama Tsabar (Galería Dvir)Works on felt
Naama Tsabar es una joven artista israelí que ahora desarrolla su trabajo en Nueva York. “Su background parte de la música y la vida nocturna. Empezó tocando el piano de muy pequeña, pero luego descubrió el rock, estuvo en una banda y trabajó como camarera en un bar en el que veía conciertos todos los días en Tel Aviv”, nos cuentan en la galería Dvir.
“Con Work on felt trabaja con planchas de fieltro de las que surgen cuerdas de piano que cambian su forma”, explican. “Es, por tanto, un trabajo de escultura en tres dimensiones pero también es una obra que está viva porque al tocarla crea sonido. De manera que el espectador, al entrar en contacto con ella, se transforma en performer”. Así, Naama Tsabar se acerca al visitante para hablarle de tú a tú e invitarle a superar su papel pasivo en el consumo de arte. Quiere que cada persona que se acerque a la obra la haga suya. Que se atreva a jugar, a crear melodías y a entender el arte como un intercambio de pareceres entre la obra y quien la observa.