Han pasado 70 años desde el rodaje de Bienvenido, Mr. Marshall en Guadalix de la Sierra, pero Chencho recuerda esos meses con mucha claridad y se afana en contar detalles de su experiencia y de cómo le cambió la vida ese personaje, hijo de la Engracia, que pedía “una bicicleta de carreras... ¡Con timbre!” a los americanos.
Espera sentado en una mesa del bar donde casi siempre está, apoyado en su bastón y apurando un café. Ahora tiene 85 años. Cuando participó en la película tenía 17 y trabajaba de sol a sol, como gran parte de la población, cuidando el ganado y en labores del campo, cobrando unas 15 pesetas al día.
“Era buena persona, campechano”, es lo primero que dice de Berlanga. También el destino, continúa, llevó al director al hospital donde trabajaba la hija de Chencho: “¿Yo a usted le conozco, señor Berlanga? Soy la hija de Chencho”, a lo que el director dio un respingo y le preguntó si ya tenía la bicicleta. No podía ser de otro modo.
La llegada de Berlanga a Guadalix coincidió con los últimos estertores del proyecto americano de recuperación económica en Europa, el llamado Plan Marshall. Por aquel entonces Estados Unidos, dentro de su estrategia geopolítica contra la amenaza comunista, veía en España a un perfecto y bien situado aliado. Unido a eso, el Régimen había iniciado una tibia política de aperturismo y limpieza de imagen. La comitiva llegó, pero pasó de largo, ni los españoles ni los habitantes de Villar del Río recibieron los dólares, ni Chencho su bicicleta.
Pero dejando a un lado la historia, el que llegó con la capa de Marshall a este pueblo de la Sierra de Guadarrama fue Berlanga, acompañado de la magia y las pesetas del cine. Y así lo cuenta Chencho, que vio cómo pasó de cobrar esas 15 pesetas al día a recibir un vale diario del doble de salario, “trabajase o no”, recalca. Y esa lluvia de pesetas también fue a parar al bolsillo del resto de figurantes que aparecen en la película, la mayoría de la población de Guadalix (o de Villar del Río, como quiera verse).
Y a poco que uno se esfuerce se encuentra con escenas costumbristas, fachadas y rincones que nos trasladan a esa época, pero son los testimonios lo que más sorprende. Son pocos los que, como Chencho, todavía viven y pueden contar en primera persona la experiencia, pero el recuerdo y las anécdotas han pasado a las nuevas generaciones, que a mitad de camino entre la realidad y la leyenda, solo tienen palabras de elogio hacia Berlanga y ese momento tan importante de su historia, que aún hoy está muy presente y vivo.
Guadalix de la Sierra (o Villar del Río) ha ido siempre de la mano de Bienvenido Mr.Marshall, y está previsto realizar a partir del año que viene una ruta conmemorativa. Mientras, este año se conmemora el nacimiento de su director, uno de los más emblemáticos y por el que conocemos las grandezas y miserias de la vida española durante la posguerra y parte de la democracia. El legado artístico de sus películas va unido a un patrimonio histórico que aún hoy en día es un reflejo de este país, tanto que el adjetivo berlanguiano ya tiene de por sí su espacio en la RAE.
Pero en Guadalix, su trascendencia va mucho más allá. Llegó hace 70 años y no tiene intención de olvidarse. Berlanga siempre fue y será bienvenido aquí.