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Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

Carlos Greykey, el republicano negro que sobrevivió a Mauthausen

Carlos Grey Molay, más conocido como Carlos Greykey, nació en Guinea en 1913, luchó en el bando republicano en la Guerra Civil española y en la resistencia francesa contra los nazis. Estudiaba medicina en Barcelona cuando el inicio de la contienda le sorprendió. Después, fue capturado y enviado al campo de concentración de Mauthausen (Austria) en 1941. Su destino es similar al de muchos deportados españoles a campos nazis, pero algo lo diferenciaba: era negro.

Un estudio de académicos austríacos ha sacado del olvido la historia, hasta ahora poco conocida, de los prisioneros de origen africano en Mauthausen, entre los que figura Greykey (1913-1982). Sus padres eran ecuatoguineanos de la isla de Fernando Poo: su madre fregaba suelos en los lujosos edificios del Paseo de Gracia de Barcelona, y de su padre no constan datos. Greykey es el único prisionero republicano negro en ese campo del que se tiene constancia.

El odio de Hitler hacia los negros quedó plasmado en Mein Kampf. Además, las leyes racistas de Nuremberg les afectaban igual que a los judíos, por lo que perdieron la nacionalidad germana y no podían contraer matrimonios mixtos. Ciudadanos negros sufrieron no sólo discriminación racial en la Alemania nazi, sino también detenciones arbitrarias, palizas y esterilizaciones forzosas.

8.000 españoles en Mauthausen

La situación empeoró cuando estalló la II Guerra Mundial. De los prisioneros negros internados en Mauthausen sólo se conservan fotografías de Greykey (algunos autores lo identifican como Grey Molay) en el conocido como “campo de los españoles”. Mauthausen, que el domingo hizo 72 años desde su liberación, recluía a quienes los nazis consideraban “criminales” o “enemigos del Tercer Reich” y tenía como divisa la “aniquilación a través del trabajo”, especialmente en su cantera de granito.

De los alrededor de 8.000 españoles que pasaron por Mauthausen, menos de una tercera parte sobrevivió a las jornadas brutales de trabajo y a la arbitrariedad asesina de los SS, el cuerpo militar encargado de la gestión de los campos. Greykey llegó a Mauthausen en junio de 1941. En la ficha con el número de deportado 5124 los nazis lo definen como “español rojo”. “Entre la multitud destacaba un punto negro. Era un muchacho barcelonés nacido en el África española”, escribía el ya fallecido Joaquim Amat-Piniella, otro español prisionero en el campo, en su libro K. L. Reich, en el que relata su experiencia en Mauthausen.

“Aquel muchacho no era únicamente bello, sino hasta culto. Hablaba varios idiomas, entre ellos el alemán”, decía. Otro deportado ya fallecido, Juan de Diego, explicaba que los SS le obligaron a trabajar vestido con un uniforme real yugoslavo como sirviente del temible comandante del campo, Franz Ziereis. Con ese uniforme aparece en uno de los negativos que rescató Francesc Boix, un prisionero español que documentó la barbarie y cuyo trabajo fue decisivo para condenar a los jerarcas nazis en Nuremberg.

Tras la pista de Greykey

Greykey sobrevivió a Mauthausen y vivió el resto de su vida -de la que se sabe muy poco- en Francia, hasta su muerte en 1982. El “español rojo” se salvó gracias a sus compañeros, que durante un recuento le camuflaron con harina y así consiguieron hacerle pasar desapercibido. Un grupo de investigadores austríacos ha mostrado que Greykey no fue un caso aislado y que hubo al menos otros 157 prisioneros de origen africano o afrocaribeño en ese campo nazi. En el estudio Africanas y africanos en Mauthausen, escrito por Barbara Fuchslehner y Karin Röhrling, las autoras indican que sólo en tres casos la ficha de los prisioneros describe el color de la piel, por lo que su búsqueda se hizo por criterios geográficos.

“Nos ha sorprendido mucho que no se hiciera referencia al color de la piel, dado que anotaban de forma detallada algunas características físicas como el color del pelo o los tatuajes”, señala Fuchslehner. De las casi 170.000 fichas de prisioneros, las autoras han estudiado unas 9.200 de internos de Francia, que entonces dominaba gran parte de África, para identificar a aquellos procedentes de ese continente, en una primera valoración que más adelante se quiere ampliar a otras nacionalidades.

De los 157 prisioneros africanos, 104 eran de Argelia y el resto provenía de otros países como Túnez, Marruecos, Egipto o, incluso, Sudáfrica. Otro aspecto que se destaca es que el motivo alegado por los nazis para su internamiento era, en la inmensa mayoría, político y no racial. De los identificados, 84 sobrevivieron a Mauthausen. “Las personas de piel negra, al igual que los judíos, estaban en el escalón más bajo de la ficción racial nazi. Pero en un campo de concentración parece que no daban especial valor al color de piel”, explica el director del estudio, el historiador Walter Sauer.

Considera posible que incluso haya más prisioneros negros entre el contingente de republicanos españoles. Los nazis definían casi por defecto a los hispanoparlantes como “españoles rojos” y entre los procedentes de Cuba, que Sauer considera que pudieron ser una treintena, pudo haber también personas de ascendencia africana. Hasta ahora hay identificados cuatro prisioneros cubanos. Para el historiador del Memorial de Mauthausen, Andreas Kranebitter, no existe duda de que los prisioneros negros sufrían humillaciones adicionales por parte de los SS y considera, por ejemplo, que el uniforme de Greykey buscaba degradarlo.