“Por menos de lo que cuesta un gin tonic puedes ir a un concierto de música de cámara de un gran intérprete”. El gestor musical Antonio Moral resume con estas palabras el Ciclo de Cámara del que es director artístico y que acaba de inaugurar su cuarta temporada en el Teatro Fernando de Rojas de Madrid. Se trata de una propuesta que busca llevar este tipo de música a todos los públicos. Para ello ha sido clave su apuesta por los precios asequibles. Los menores de 30 años pueden comprar entradas que oscilan entre los 7 y los 15 euros, mientras que para los adultos cuestan entre 10 y 25 euros. “La música tiene que ser accesible y de calidad”, sostiene ante este medio el conquense.
El ciclo consta de nueve conciertos que se celebran un domingo de cada mes a las 19:00h en el citado recinto, situado al lado del Círculo de Bellas Artes, organizador de la actividad. Los repertorios de los músicos han sido uno de los puntos claves a la hora de seleccionarles para el programa. “Intentamos que no sean complicados y los acepte una gran mayoría del público, que por ejemplo es más reacio a los sonidos más actuales”, explica Moral. Entre los nombres favoritos de la audiencia menciona a Schubert, Mozart y Beethoven.
“La música no tiene por qué ser seria”, defiende, “puede ser divertida y muy disfrutable. Mucha gente no se acerca a propuestas como la nuestra por falta de información. Piensan que un concierto de estas características no va a ser para ellos, pero cuando viene cambian el chip”. El gestor es consciente de que “a mucha gente le cuesta meterse en la música clásica, sobre todo a la joven, porque piensan que es para 'carrozas'. Y no, la música tiene que ver con la sensibilidad independientemente de la edad que tengas”.
“Si la tienes, puedes pasarlo bien viendo un espectáculo de danza, maravillándote con el movimiento del cuerpo humano; o contemplando un cuadro de una exposición en el Museo del Prado. Lo mismo ocurre con la música, el cine y el teatro”. Moral señala que el arte tiene una característica inherente que hace que esto sea posible: “Su posibilidad de enganche”. Sobre el estilo particular de lo que se escucha en los recitales del ciclo, describe que “la música de cámara no tiene la espectacularidad de la orquesta sinfónica o no está tan de moda como las músicas escritas para películas. Tiene ese otro punto de que es muy especial y concentrada”.
Los protagonistas del ciclo
El Cuarteto Diotima fue el encargado de inaugurar el ciclo el pasado 15 de octubre. El grupo fue fundado en 1996 por graduados del Conservatorio Superior de París, y se caracterizan por aportar una nueva mirada sobre las grandes obras de los siglos XIX y XX de compositores como Beethoven, Schubert, Debussy, Ravel y Bartók.
El próximo recital tendrá lugar el 20 de noviembre y contará con la pianista rusa Yulianna Avdeeva como protagonista. En 2010, cuando tenía 25 años, ganó el primer premio del Concurso Chopin, uno de los más prestigiosos del mundo dentro de su oficio. Desde entonces ha desarrollado su carrera interpretando temas compuestos principalmente por Bach y los grandes clásicos del siglo XX. Chopin es uno de los grandes pilares de sus actuaciones, de ahí a que vaya a repasar canciones del músico como el Scherzo en do sostenido menor y la Polonesa-fantasía.
A la moscovita le seguirá Hopkinson Smith (15 de enero) creador de una de las escuelas más relevantes para jóvenes interesados en los instrumentos históricos de cuerda pulsada. Su concierto se centrará en la música de los laudistas italianos Joan Ambrosio Dalza y Francesco Spinacino, que supieron aprovechar la invención de la imprenta musical en Venecia en el año 1500. Su show promete “danza, fantasía e improvisaciones a la mediterránea”.
El siguiente paso será viajar a Alemania junto al cuarteto Schumann (26 de febrero), compuesto por los hermanos Mark, Erik y Ken Schumann; y la violinista Liisa Randalu. Además, contarán con la soprano Katharina Konradi. En su concierto ofrecerán su propia versión de dos famosas parejas del siglo XIX alemán: la de los hermanos Fanny y Felix Mendelssohn y la del matrimonio Robert y Clara Schumann. Al grupo le sucederán el 12 de marzo la pareja sentimental y artística que forman la venezolana Edith Peña y el ruso Alexei Volodin. Su repertorio estará dedicado a Schubert, con obras como la Fantasía en fa menor escrita para ser tocada al piano a cuatro manos.
Otra de las novedades de la temporada es acoger su primera coproducción con el Teatro Real: la obra Anti-formalist (26 de marzo). Una cantata satírica para cuatro voces de bajo, coro y piano que, pese a que se compuso en 1948 por Shostakóvich, su estreno no llegó hasta 1989 porque su autor fue condenado por escribir música contraria a los intereses del pueblo. El Coro del Teatro Real, el bajista Alexander Teliga y la pianista Judith Jáuregui serán los encargados de interpretarla. Según moral, el espectáculo tiene “mucha marcha”.
El 16 de abril llegará el turno del Trío Arbós (y amigos), una de las propuestas más originales y que forman parte del programa por tercer año consecutivo. “Gusta mucho”, reconoce el gestor musical sobre este grupo que pone música en vivo a películas de cine mudo. En este caso, volviendo a contar con partituras originales de Stephen Prutsman, acompañarán a tres cortos. El primero será el experimental La venganza del cámara de cine (1910) del ruso Wladyslaw Starewicz y el segundo Suspense (1913), escrito, protagonizado y codirigido por una de las pioneras de la industria del cine, Lois Weber. La última será la pieza de Leo McCarey Grande como un alce (1926).
Para el director artístico del ciclo esta es una de las propuestas más especiales porque permite “recuperar una tradición” que ya apenas se estila. Para más inri, es un programa vinculado con el Teatro Fernando de Rojas donde se celebra el ciclo, ya que años después de abrir sus puertas en 1986, “acogió proyecciones de películas de cine mudo acompañadas de la orquesta sinfónica en el foso”.
La violinista moldava Alexandra Conunova y el pianista alemán Christian Zacharias cerrarán el Círculo de Cámara en los prolegómenos de la llegada del verano, el 4 de junio. Cada uno tocará por separado una obra de Bach y se unirán para interpretar tres sonatas de Mozart, siendo la KV 454 la que servirá de cierre. El director artístico del programa defiende que “la cultura es un vehículo para tener relación social”, como invitación a que todo tipo de públicos se animen a acercarse a los diferentes conciertos, con la intención de completar el plan con “las cañitas de después”.