Los osos amorosos son sinónimo de ternura, de colores fuertes, de abrazos y muestras de cariño. Un imaginario popular construido durante años que coloca a los osos como la máxima esencia de lo 'cuqui'. El director Alberto Vázquez coge nuestras expectativas y las destroza de un plumazo en Unicorn Wars, su nueva película de animación en la que coloca a una suerte de Osos Amorosos en un campo militar que parece sacado de La chaqueta metálica preparándose para ir a la guerra contra... los unicornios. Los osos hablan de sexo, son bestias, violentos y están dispuestos a desatar un genocidio por defender su religión y su territorio.
Una metáfora de muchas guerras, también de la Civil española con la que es imposible no trazar paralelismos. Hasta un personaje acaba convertido en un trasunto de Millán-Astray que quiere acabar con los unicornios cueste lo que cueste. Una nueva muestra del talento de Vázquez que confirma lo que ya se intuía en Psiconautas. Un golpe en la mesa para confirmar que la animación no es un género, sino una técnica con la que contar cualquier histórica, hasta una de guerra.
¿Cómo surge esta película? No sé si tenía un trauma con los osos amorosos…
Esto parte de una historia corta de cómic que hice sobre 2009, y después de eso, hice un corto que se llamaba Sangre de Unicornio, que contaba la historia de dos hermanos que cazaban unicornios porque su sangre los mantenía bellos. Y con el tiempo, pensé que me gustaría expandir esa historia, esa con más personajes, con más tramas y para ello decidí mezclar un poco este universo mío, un poco iconoclasta de iconos infantiles puestos en situaciones más extremas, con el género bélico y también con una historia épica y religiosa. Bueno, siempre definimos esta película como una mezcla entre Apocalypse Now, Bambi y la Biblia. Tiene esos tres elementos que yo creo que sirven para sintetizar la idea. Me interesaba hablar del tema de una guerra externa entre osos y unicornios, que fuera un viaje bélico. De estas historias en las que los personajes sufren y tienen que sobrevivir en un entorno hostil. Pero en realidad, la verdadera historia es como una guerra interna entre sus dos protagonistas, Azul y Gordi por el amor de su madre. Estas dos guerras se mezclan y hacen esta historia.
Es una película que tiene un contraste muy fuerte entre su imaginario casi naíf y la violencia de una película bélica. ¿Qué te interesaba de ese contraste? No sé cómo fue la experiencia de ir a vender este proyecto y contarles esta mezcla explosiva.
Esta película es una producción gallega, vasca, francesa y con estos productores míos, Abano, Uniko y Auteur de minuit, ya llevaba tiempo trabajando. Por ejemplo, con Unicorn Wars llevamos más de diez años. Entonces ellos ya saben cómo trabajo yo y al revés, me animaban a hacer esta historia. La hice un poco de la mano con ellos desde el principio, sabiendo ellos que lo que era. Han sido muy valientes ellos como productores también por hacer este tipo de películas, que no es fácil. Hacer animación para adultos de fantasía es complicado.
Todavía tenemos ese chip de que la animación tiene que ser para toda la familia. No sé si en ese sentido cree que se va rompiendo ese prejuicio.
Bueno, la animación es un medio, entonces sirve para contar historias infantiles, adultas, dramas, adolescentes, comedias, sirve para todo. Es cierto que mucha gente, cada vez menos, solo ve que las que estas películas pueden ser infantiles. Este estigma es algo que poco a poco se tiene que ir quitando. Además, tenemos muchos ejemplos en la televisión de proyectos súper exitosos como puede ser South Park, Los Simpson, Padres de familia, Bojack Horseman… que son series que son para adultos o, de alguna manera, para adultos y para jóvenes también. Entonces, a veces tampoco entiendo por qué, porque no se percibe que la animación puede ser para todos. Pero bueno, es una cuestión cultural y de tiempo. Esta película juega con estos iconos infantiles y lo bueno de estos iconos es que son universales y no tienen un tiempo ni un lugar definido, sino que pertenecen un poco a todas las culturas. Si ves esta película o bueno, no sabes si es francesa, si es española, si es japonesa o americana, y eso es muy interesante porque la hace universal.
Me interesaba hablar de la religión también como elemento de control de la sociedad. Una guerra con religión, con fanatismo, es mucho más peligrosa que una sin ella
La animación tiene unos procesos de creación largos. Es costosa. Es difícil. No sé si cree que falta un poco conocimiento sobre cuánto cuesta levantar un proyecto de animación, que no es como un rodaje normal.
Es por eso que se hacen muchas menos películas de animación, porque cuesta más hacerlas. Yo cuando veo que una película de ficción se ruedan un mes, pues digo “Jolín, nuestra película, lo que es la producción, han sido dos años y medio más todo lo que va antes y todo lo que va después”. Al final, te metes en un proceso de cinco o seis años. Es duro y es difícil de financiar, y no se sabe. La gente no sabe que esto conlleva tanto trabajo y tanto tiempo. Es un trabajo de artesanía. Nosotros tenemos más que ver quizás con un estudio de videojuegos que con un rodaje de ficción, en el sentido de que trabajamos con software, que es una cosa muy técnica, necesitamos equipos, gente en nómina durante dos años o tres… nos parecemos más aunque contamos historias y somos cine también. La manera de realizarlo es completamente diferente y eso sí que es cierto que no se reconoce ni en las ayudas ni en los procesos.
Luego tenemos el ejemplo de Tadeo Jones, que es como el más paradigmático, que el cine de animación funciona, ¿se empieza a hacer industria en España o son más proyectos sueltos?
Bueno, hay un poco de todo. A ver, la animación es un arte, pero también es una industria. La animación genera puestos de trabajo. Ahora mismo cuesta encontrar animadores. Hay casi pleno empleo porque mucha gente trabaja para fuera de España, en remoto o lo que sea y cuesta encontrar equipos de gente formada porque hay mucha demanda, porque la animación no es solo el cine de animación: son las series, son los videojuegos. Muchos animadores o artistas, o gente que trabaja, que vive en el mundo de la animación, se pasa al mundo del videojuego, que es un mundo que económicamente multiplica por diez al cine y que es lo más demandado del mundo. La animación es una industria muy potente, entra en la publicidad también, y es algo que cuanto antes sepamos que puede ser un sector estratégico a nivel laboral y a nivel artístico pues mejor, porque genera mucho puestos de trabajo y mucha riqueza, porque hay mucho interés en la animación.
Unicorn Wars es una película bélica. A mí me era inevitable no pensar en la Guerra Civil, ¿era algo buscado o es algo que está en nuestro imaginario por nuestra historia?
Hay un poco de todo. Al tener este punto religioso que tiene la película… Los ositos tienen su propia religión, que es una especie de Biblia con su propia leyenda en la que explican cómo fueron expulsados del paraíso, y eso sí que puede entroncar mucho con la sociedad española, que somos una sociedad mayormente católica y, sobre todo, que venimos de un pasado en el que la Iglesia era era un sector súper fundamental e importante en la sociedad. Sí que puede entroncar porque al final todas las guerras son un poco iguales. La guerra civil y todas las guerras tienen los mismos puntos de unión. Aquí a mí me interesaba hablar de la religión también como elemento de control de la sociedad. Una guerra con religión, una guerra en la que sus soldados o sus miembros tienen un fanatismo, es mucho más peligrosa que una sin ella. Me interesaba ese punto también. Al final, esta película habla del origen común de todas las guerras. Los osos viven en una sociedad militarizada y religiosa y controlan la opinión pública, y eso es muy importante en cualquier guerra, el control del discurso, del relato, de la opinión pública. Y también se ve ahí mi fascinación por todo lo que son los códices medievales y el arte religioso, que me encanta.
Es una película anti bélica que llega en medio de una guerra.
Cuando empecé a escribir este guión, hace seis años, no esperaba que en Europa hubiese una guerra y sobre todo una guerra de invasión. Yo pensaba que las guerras en Europa iban a ser económicas, tecnológicas… Pero, de repente, nos encontramos con una guerra de invasión en el corazón de Europa que amenaza todo el orden establecido. Quizás ahora Unicorn Wars pueda tener otra lectura, aunque mi idea era hacer una fábula, un cuento, como una parodia. Esta guerra en la película, como está protagonizada por animalitos antropomorfos y no tienen un tiempo ni un lugar, es como universal. Creo que desde la fantasía puedes hablar de ciertas cosas de la actualidad.
Todos sus proyectos son muy personales. No sé si en este de plataformas le han ofrecido cosas de encargo y si le interesa.
Sí que he tenido ofertas de hacer cosas, cosas para niños. Yo soy ilustrador y sigo haciendo algún libro infantil de vez en cuando. Me fascina la ilustración infantil, pero mientras pueda trabajar en mis proyectos… aunque sean más pequeños o aunque no pueda tener muchos millones de presupuesto para hacer la película. A mí lo que me interesa es contar mis historias y hacer paralelismos de la realidad, hablar de las temáticas que a mí me interesan. Al final, a nivel económico no soy una persona ambiciosa, yo con tal de vivir de lo mío. Yo soy un gran afortunado de poder hacer estos trabajos que son raros, difíciles de producir, complicados… Soy un afortunado y, si puedo, voy a seguir trabajando siempre bajo mi prisma de autor o mi prisma de creador, como se le quiera llamar.
¿Tiene algo ya en mente o está escribiendo?
Sí, sí, por supuesto. Estoy escribiendo otro largometraje. Hay que aprovechar la ola y tengo mucha energía.