Almodóvar reclama una sanidad pública y de calidad en su discurso por el Feroz de Honor: “Es una barbarie”
Pedro Almodóvar ha inyectado de reivindicación los Premios Feroz 2023, que han hecho gala del gran año de cine español con un palmarés muy repartido. El cineasta ha dedicado su galardón de Honor al personal sanitario. “A ver si nos oyen en la Puerta del Sol”, ha indicado pidiendo un fuerte aplauso al Auditorio de Zaragoza en el que se ha celebrado la ceremonia.
“Ante la barbarie que se está llevando a cabo en la comunidad donde vivo, este colectivo lo está pasando muy mal”, ha afirmado, “su vocación es curar y en muchas ocasiones no pueden hacerlo por la situación de caos y precariedad en la que viven los servicios de asistencia primaria”. Algo que, según ha defendido, “repercute naturalmente en las urgencias hospitalarias y pone a nuestro sistema de salud al borde del colapso”.
El director ha reconocido que entendía que la finalidad de la gala era “premiar a gente que se lo merece”; pero que igualmente sentía la necesidad de compartir este mensaje político. “Los problemas de salud de los españoles nos afectan a todos. Independientemente de que algunos tengamos la posibilidad de acudir a la sanidad privada”, ha sostenido.
“Por los sanitarios a los que aplaudíamos a las ocho de la tarde durante la pandemia. A ellos va dedicado este aplauso de apoyo a su reivindicaciones, de empatía y comprensión de la situación espantosa que están viviendo, porque pone en peligro uno de los pilares de nuestra sociedad de bienestar: el sistema público de salud universal y gratuito”, ha concluido.
Su madre, la Mancha, un primer novio adicto
Antes de pedir el aplauso para los sanitarios del país, Almodóvar ha realizado un breve viaje por su filmografía. Instantes antes de subir al escenario, los Premios Feroz han proyectado un vídeo con escenas de sus obras, entre las que ha aparecido su madre. Detalle que ha emocionado especialmente al cineasta. “Me he venido absolutamente abajo. Lo siento”, se ha disculpado.
“Mi vida y mi filmografía han estado marcadas por algunos acontecimientos, como haber nacido en La Mancha y, más que eso, haber tenido una madre manchega que me ha transmitido toda una cultura básicamente rural pero muy universal. Porque su base era la supervivencia en cualquier circunstancia y la falta de prejuicio a la hora de tener iniciativas que te ayudarían a seguir adelante”, ha afirmado, “a pesar de la oscura realidad en la que vivíamos, la lucha diaria no estaba reñida con el humor. Mi madre ha impregnado e inspirado casi todas las películas que he hecho”.
Del mismo modo, ha reconocido que le ha marcado “ser forastero en una ciudad como Madrid”. “Yo era un niño raro en el pueblo, en Madrid seguí siéndolo pero allí había mucha más gente como yo. La ciudad y su devenir en los últimos 45 años han acompañado toda mis películas. Desde el día que llegué, sabía que esa sería mi casa”.
El cineasta se ha acordado de un amor del pasado: “Fue motivo de dolor pero también de gran inspiración haber tenido un primer novio adicto. No me gusta decir yonqui, sobre todo de alguien que ya no lo es. Sufrí mucho, pero años después me inspiró mucho más de lo que había sufrido. Y aprendí mucho también”.
Salesianos y Franciscanos marcaron “la peor” etapa de su vida
El director ha continuado hablando sobre su etapa formativa junto a los Salesianos y los Franciscanos. “Fue la peor época de mi vida”, ha compartido rotundo, “la pésima educación que recibí en todos los sentidos, tanto académica como humana, me convirtieron en un analfabeto y en un ateo. Esto creo que lo explico en Dolor y gloria y La mala educación. Ambas son dos películas de las que me siento muy orgulloso pero ninguna de los dos me compensa el terror en el que viví los tres años que pasé con los Salesianos”.
Mirando un poco más hacia atrás, el cineasta ha llegado hasta su “primera infancia rural”. “Yo era uno de esos personajes que aparecen en El espíritu de la colmena, que aunque fueran los años cincuenta, llevaba una latita de picón para calentarme en el lugar donde veíamos las películas”, ha rememorado, “desde el principio, y como le pasaba a la pequeña Ana Torrent, me creía todo lo que ocurría proyectado en aquella pantalla. Ese era el espejo donde yo, sin pretenderlo, me miraba y desde el primer momento soñaba con formar parte de ese mundo algún día”.
Almodóvar ha elogiado al propio séptimo arte: “El cine para mi no solo ha sido la realidad que superaba y anulaba la realidad real hasta hacerla desaparecer. Ha fagocitado mi vida por entero. Tanto como espectador como director. Los rodajes me quitan todos los dolores. Me he hecho adicto a la adrenalina que me provocan como las reporteras de guerra que no saben vivir cuando vuelven a casa”.
El manchego ha explicado que tal comparación radicaba en que actualmente está escribiendo sobre una de ellas. “Después de informar sobre lo que han visto, beben y follan mucho con los otros reporteros. Yo no. Ni bebía ni follaba en los rodajes. Es una norma que aconsejo aquí a algunos directores y directoras. No entiendo cómo parejas como Woody Allen, John Cassavetes, Ingmar Bergman... ¿Vas a dirigir a una señora o un señor que se ha acostado contigo la noche anterior? Yo no me creo tan buen director”, ha revelado entre un nuevo aplauso del público.
“Le he sacado mucho partido al hecho, ahora casi crepuscular, de ir al cine”, ha proseguido reivindicando que es “un tema de conversación. Mucha veces es la mejor terapia y el mejor espejo de tu futuro”.
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