El exorcista era una película sobre la maternidad. Aunque todo el mundo se acuerde de la niña andando como una araña por las escaleras, de la masturbación con un crucifijo y del vómito viscoso, al final, en el corazón de la película de William Friedkin había una obra sobre el sentimiento de culpa de una madre por desatender a su hija. Lo dice siempre Paco Plaza cuando le preguntan por el género como caballo de Troya para hablar de temas importantes, y es el mismo ejemplo que usa Carlota Pereda cuando habla de su debut en el largometraje, Cerdita, la continuación del corto por el que ganó el Goya y que, en su salto al largo, se convierte en un slasher cañí que habla del bullying y la gordofobia.
Pereda, que acaba de ganar el Melies de Oro en Sitges por este filme que también estuvo en Sundance, exhibe la violencia del pueblo, salpica de sangre un filme de colores pastel, y muestra que el acoso y los insultos que recibe su protagonista son mucho más terroríficos que un asesino en serie. Su protagonista, Sara, es una adolescente a la que sus compañeras hacen bullying. La insultan, lo suben a internet, la ahogan. La llaman “cerda”, “ballena”. Su vida es un continuo sufrimiento. Todo cambia cuando un asesino en serie llega a su pueblo extremeño. Él es testigo de cómo la vejan. Y ella es testigo de cómo él secuestra y se lleva a sus acosadoras. Ahí empieza el dilema moral de la película. Con una protagonista que vivirá mejor si esas adolescentes desaparecen de su vida.
Cerdita le da la vuelta al slasher desde el principio. Primero, poniendo a una protagonista que rompe cualquier canon de belleza propio del cine y del género. Es una mujer gorda. Así se define su propia protagonista Laura Galán, que demuestra que el cuerpo es algo político. La mirada de Pereda a lo físico rompe con la male gaze, esa que tanto daño hace a otras películas como Blonde. La directora construye un filme valiente y arriesgado, donde la protagonista conecta con el asesino y hasta siente una pulsión sexual por él. Los gritos de esta película de terror llegan cuando ella es acosada, no cuando el asesino mata. Revienta las normas, las da la vuelta, y convierte un género eminentemente machista en una película rompedora, empoderada y tremendamente feminista. Rodada con pulso, con nervio. Cerdita demuestra algo que ya se había visto fuera: que el género no es solo para hombres y que cuando ellas cuentan historias, entregan otros puntos de vista y llegan otros temas.
La imagen final del corto, en la que se ve cómo Sara deja que el asesino se lleve a sus acosadoras, se quedó grabada en el cerebro de su creadora. “Era un concepto muy potente, demasiado bueno para malgastarlo y había que aprovecharlo”, recuerda Carlota Pereda, que se puso inmediatamente a escribir el tratamiento del largo y lo dejó en un cajón. Fue la llegada de la productora Merry Colomer, de Morena Films, la que revitalizó el proyecto. Le dijo que había visto sus cortos y que quería trabajar con ella, que le daba igual cuál fuera. El que más ganas tuviera, y lo que más ganas tenía era de seguir explorando el universo de Cerdita.
Pereda tiene claro que el terror siempre habla de cosas importantes, de que en todas las películas de género hay un drama latente para que funcionen y de lo que no duda es de que “la mirada siempre es política”. Define su película como un filme de “palomitas, pero de palomitas envenenadas que dejan una larga digestión”. Su mirada capta a los cuerpos cómo pocas veces se hace, porque “por supuesto que los cuerpos también son políticos”. “A mí es un tema que me importa y me fascina. Cómo nuestro cuerpo define nuestra vida y cómo desde el momento que nacemos uno ya sabe cuál es su lugar en el mundo, simplemente por eso. Además de la clase social, otra cosa que nos determina es la apariencia. Y eso es una cosa que siempre me ha dado mucha rabia y creo que se nota”, cuenta la realizadora.
Además de la clase social, otra cosa que nos determina es la apariencia. Y eso es una cosa que siempre me ha dado mucha rabia
Su protagonista “no sufre a manos de un asesino, sino a manos de la sociedad”, y en eso ya subvierte los términos de un género para el que las mujeres son objetos sufrientes en manos de hombres: “El género suele ser bastante misógino, aunque es verdad que La matanza de Texas para mí no lo es, pero en este caso sí que me interesaba eso, darle la vuelta para que no fuera el asesino el que le está haciendo sufrir. El slasher es un género que lo que hace es explotar los cuerpos femeninos, y de hecho mucha gente me preguntaba por qué no me había recreado más en toda la parte final con las chicas, y yo les digo que es que no se trata de eso, sino de todo lo contrario”.
El terror de Cerdita es un terror real. Como dice un amigo de Carlota Pereda, “cuando acaba la película no dices 'bueno, es una película', porque esto es real”. “Es horroroso cuando ves las cifras de bullying. A mí me llegan mensajes de gente muy joven, de chicos y chicas que están pasando por esto o que lo han pasado y que ven ahí un reflejo, siempre partiendo de la ficción. A mí me parece mucho más terrorífico el principio, con todo el bullying que sufre Sara, que luego cuando vuela al slasher más tradicional, me parece que da mucho más miedo porque eso sí que es real”, apunta.
Laura Galán pone su rostro y cuerpo a Sara y tiene pena de que el viaje con Cerdita empiece a llegar a su fin con el estreno del filme. Ha notado un aumento en el interés en ella como actriz, pero con cautela. “No está siendo abrumador, yo me digo que sigo siendo la misma actriz, que es gorda y que lucha por tener trabajo, como antes. Creo que sí que está teniendo repercusión para mi carrera, pero de momento todavía no se ha materializado mucho e igual no pasa, que es algo de lo que yo intento ser consciente, que los actores tenemos una tasa de paro grande y que igual no me llegan mucho más papeles, pero bueno, habré disfrutado este camino”, dice con sinceridad.
Creo que queda mucho todavía y que la gente seguirá utilizando la palabra gorda de forma peyorativa, con lo cual habrá que seguir haciendo un poquito de de activismo
No usa eufemismos, expresa las cosas de forma clara y concisa, y por eso le gusta la forma en la que Carlota Pereda “ha rodado los cuerpos”. “No solo el mío, el de Carmen Machi, el de Richard Holmes... todos los cuerpos, que son de una belleza en la película… Y yo creo que eso es parte del mensaje, que esto es una maravilla, esta carne es una maravilla. Es que claro, por ejemplo, para una persona gorda como soy yo, es una maravilla tener un protagonista que además muestra claramente su cuerpo, que no se esconde, porque ha habido generaciones y generaciones de gordos y gordas intentando disimular su cuerpo”.
“Aquí no nos escondemos, aquí nos mostramos. Es más: vamos a dar un paso más. Yo me he descubierto un poco exhibicionista en la vida y en el rodaje me tenían que ir tapando siempre porque yo estaba feliz con mi cuerpo desnudo con un bikini, y me encanta verlo en pantalla. Además, es que es una cosa que también me gusta decirlo. Ostras, es que me veo muy guapa. Y a la gente, claro, a lo mejor le sorprende porque soy una actriz no normativa y de repente hay una belleza distinta y me parece que este es el mensaje, que vamos a amar nuestros cuerpos, sean como sean”, añade.
Quiere creer que películas como esta están rompiendo barreras y abriendo puertas, pero es consciente de que “queda mucho camino por hacer porque la gordofobia sigue ahí”. “Seguimos sin encontrar talla en ciertas marcas y todavía sorprende ver, por ejemplo, a una gorda protagonista. Entonces creo que está cambiando, que somos conscientes de que esto era un problema y que tenemos que atajarlo. Y a mí, por ejemplo, me hace mucha gracia, porque ahora estoy haciendo muchas colaboraciones o muchas entrevistas con revistas de moda o con revistas a las que yo siempre he mirado y donde personas gordas nunca habíamos podido acceder a lo que ahí se veía. Entonces creo que esta película va a abrir muchas puertas, empezando sinceramente por mí misma, porque para mí está siendo un sueño y bueno, ojalá, pero creo que queda mucho todavía y que cuando se pase esto la gente seguirá utilizando la palabra gorda de forma peyorativa, con lo cual habrá que seguir haciendo un poquito de activismo”, concluye.